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Culpas

La Razón
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En la Puerta del Sol, paseándome, algo desesperado, por detrás del corro de la asamblea, donde andan debatiendo, y ya por poco poniéndolo a votación, si presentar al Congreso una moción intragable de enmienda total a la Ley, me paro junto a dos chicas de unos quince que, tan aburridas como yo del debate, están discutiendo otro caso:
-Fue Kati la que tuvo la culpa.
-Pero si Kati no estaba allí.
-Por eso mismo: tendría que haber estado.
-Venga, Fifa, no te pases: ¿Por qué tendría que haber estado?
-Pues porque era su puesto, tía: porque su obligación era estar en la movida al pie del Cholo.
-Puf, eso no está tan claro: ¿no sabes que el Cholo se la estaba pegando con la zorrilla de Maruja?
-No importa. Era a Kati a quien le tocaba dar la cara.
-Ah ¿sí? ¿Porque tú lo mandas? ¿Qué ley la obligaba a ello?
-La ley de la decencia, tía; ¿no es verdad que el Cholo se había visto metido en ese lío juntito y a la par con ella?
-¿Verdad? ¿Qué sé yo de verdades, ni tú tampoco, Fifa? y además, que bien había tenido tiempo de arrepentirse de lo que hubiera hecho, y, para mí, que hizo muy bien en no querer estar presente.
-Así que ¿arrepentirse? ¿Tan fácil lo ves? Mira: cuando una se compromete, no puede desentenderse.
-Ya. O sea que la cogen a una por la palabra, y con eso queda presa. Muy serio me lo pones, Fifa; se te está poniendo ya cara de juez.
-Es que si uno no es responsable…
-Si uno no se mantiene fiel a su persona, ¿no?, como decía el otro.
-¿Qué?, ¿qué pasa entonces?
-Pues… no sé.
-Mejor que no lo sepas. Yo empiezo a estar un poco harta.
-Perdón que interrumpa, chicas: ¿por qué no volvéis a meteros en la asamblea, y levantáis la mano y planteáis el problema?
-Pues tié razón el Fagocito. Vamos: a lo mejor ahí te resuelven eso.
-Sí, a lo mejor, ahí nos dicen quién tuvo la culpa.
-Claro, encantos; y con eso va a animarse mucho la asamblea.