Trabajo

Mi primer ramadán

Mi primer ramadán, por Azucena MARÍN
Mi primer ramadán, por Azucena MARÍNlarazon

Hacer las maletas o, mejor dicho, hacer la mochila para un año no es tarea fácil, pero aún es más complicado emprender tal hazaña cuando aterrizas en territorio musulmán, en pleno ramadán y bajo 40 grados centígrados a la sombra.
Estrellas, lunas y luces de colores adornan las casas jordanas durante el noveno mes lunar o de ramadán, una época de celebración y contención cuya finalidad es limpiar el cuerpo, por dentro y por fuera.
Caminar entre sus calles, llenas de pequeños comercios que pasan la mayor parte del día vacíos esperando que llegue la puesta de sol, no deja más que un seco y amargo sabor de boca que sólo se supera cuando a la puesta de sol las calles se llenan de gente que comienza a beber, comer, fumar y todo lo que su religiosidad les permite. Tal es así, que aún con 14 horas de sol diarias que obligan al ayuno, los jordanos son de los pocos musulmanes que ganan peso habitualmente tras el ramadán. La alegría se adueña de las noches de insomnio, pero son pocas las señoras que se dejan ver a la luz de la luna árabe, y las que lo hacen, tapadas de los pies a la cabeza, sonríen, posan frente a las cámaras de los turistas y saludan felices (siempre que su acompañante masculino se lo permita, claro).
Si tienes la suerte de celebrarlo junto a ellos, sentirás que son un pueblo hospitalario y cargado de contrastes. Su gran reto es ahora conseguir que cada uno sea capaz de decidir hasta dónde llega su libertad.
Desde la Jordan River Foundation, uno de los primeros proyectos de la reina Rania de Jordania (en la actualidad apadrina más de doscientas organizaciones), invierten sus mayores esfuerzos en educar a los niños e impulsar el desarrollo de la mujer jordana. De hecho, casi una sexta parte del país se ha beneficiado de sus proyectos, entre los que destaca el de Rasoun, una iniciativa que servirá de modelo para el futuro, y gracias a la que todo un pueblo recibió el impulso necesario para desarrollarse, desde el transporte, la atención sanitaria, o los créditos para crear los negocios locales. Al mismo tiempo, cada día mujeres y niños de todo el país reciben formación para trabajar juntos en la Jordania del futuro, un país repleto de tesoros e historias por descubrir.


Azucena MARÍN. Periodista