Presentación

Una «pin up» descuidada

Una «pin up» descuidada
Una «pin up» descuidadalarazon

Todavía me cuesta creer que haya fallecido y es como si las palabras se resistiesen a hablar de ella en pasado. Amy Winehouse ha sido un referente para todo en la moda. Llevamos demasiado tiempo observando cómo todo en el mundo de la música es un producto cerrado, reiterativo y homogéneo: mujeres rubias, con silicona.... que no es de extrañar que su estilo se haya copiado sobre la pasarela. Amy le dio esquinazo a todo ese mundo de apariencias y nunca dejó de ser la hija rebelde de un taxista inglés. Esas notas tan características de su look –el moño levantado, las cejas remarcadas, los tatuajes, el aspecto de dejadez– podrían parecer cualidades premeditadas si hubiesen salido de alguien como Lady Gaga. Sin embargo, en el caso de Winehouse formaban parte de su carácter y de su forma de ser.

Hay muchas cosas que la convertían en una mujer completamente genuina. En su música y en sus letras transmitía toda su energía, la noche, el día, su luz y su oscuridad. Cuando un genio es capaz de expresar de esa manera su mundo interior esa cualidad se expande a todas las facetas de su vida. Ha sido precisamente ese carácter el que la ha convertido en alguien a observar, que produce curiosidad. Sus gestos eran espontáneos, naturales... y ésos son los que dejan huella. A pesar de todo, no creo que sea transgresora, era auténtica. La transgresión depende del espectador, está en quien la percibe. Nunca la he visto con un vestido de una marca conocida que saliese en pasarela, por eso conseguía alejarse, no parecer un prototipo.

Su look, con un toque rebelde años 50, la hacía parecer una «pin up» del siglo XXI de aire descuidado. Su estilo era de épocas pasadas y se atrevía a combinar minifaldas con el mod inglés de los 60. Con todo, su leyenda está asegurada: con sólo dos discos en el mercado ya se convirtió en una estrella mundial. Fue, es y será un mito.


EL EXCESO COMO ARMA

La moda, siempre despiadada y ávida de iconos malditos, la quiso con locura. Uno de los primeros fue Karl Lagerfeld, quien en su desfile pre-fall 2008 para Chanel «calcó» su peinado excesivo y Guess copió su look, un mix inquietante entre sexy y destructivo. Dior Addict, reprodujo en Kate Moss el célebre trazo de eyeliner, más sutil, que la cantante convirtiera en una de sus señas de identidad. Incluso Winehouse «diseño» una minicolección para la firma inglesa Fred Perry. Pero fue su moño imposible el principal icono que hoy ha pasado a la historia de la moda, en clara contraposición con sus fieles bailarinas auténticas de ballet (no aptas para caminar, pues carecen suela) de las que ella nunca se separó, informa Aitana Ferrer.