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El alquimista Adrian Newey por José SANTOS

La Razón
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Enhorabuena a Vettel y a Red Bull. Uno de los artífices del éxito es Adrian Newey. Conozco a dos ingenieros que trabajaron para él. Uno lo hizo hace casi 20 años y otro más recientemente. Ninguno de ellos parecía impresionado, pero algo tendrá cuando ha ganado títulos mundiales de pilotos y constructores con tres equipos diferentes.

Intentó ser piloto de niño, pero no consiguió presupuesto suficiente. Fue un estudiante del montón en bachillerato, pero cambió y consiguió terminar ingeniería aeronáutica con un buen expediente y una tesis sobre el efecto suelo en los coches de carreras. Comenzó a trabajar para el equipo de Fitipaldi y después en March, primero en prototipos, F2 e Indy en América. Fue despedido de Leyton House en 1990 porque sus coches eran rápidos, pero sólo en determinadas condiciones de altura y cabeceo (muy sensibles al cambio de inclinación respecto al suelo). Luego fue fichado por Williams y cuando lograron una suspensión activa eficaz arrasaron en 1992, 1993, 1996 y 1997.

Ron Dennis no paró hasta que consiguió ficharle para McLaren a mediados de los 90. Consiguieron ganar con Hakinnen en 1998 y 1999. Tenía previsto irse a Jaguar, con contrato firmado incluido, pero finalmente renunció.

Estuvo tentado para irse a diseñar barcos para la Copa América porque le encantan los nuevos retos. De ahí que destaque todavía más cuando hay un cambio grande en el reglamento como sucedió en 2009.

Red Bull le convenció para cambiar de idea. Cuentan que su mujer jugó un papel importante en conseguir un sueldo de unos 10 millones de euros al año, lo que le permite coleccionar y correr con coches clásicos en Le Mans y en otras categorías... y salirse de vez en cuando.

Sigue dibujando en un tablero y le gusta encargarse de organizar todo el equipo a su alrededor. De hecho uno de los grandes atractivos en Red Bull era hacer ganar a un equipo que empezaba, sin toda la estructura organizada y eficaz de los grandes. Nadie es perfecto, pero algunos casi.