Sevilla

«Los niños aparecerán en las próximas horas o nunca»

Tras peinar el Guadalquivir y reconstruir con el padre los momentos previos a la desaparición, la Policía vive «las horas más críticas» en la búsqueda de Ruth y José

Los restos hallados en la casa de la familia de los niños no son humanos
Los restos hallados en la casa de la familia de los niños no son humanoslarazon

CÓRDOBA- «Todas las líneas de investigación siguen abiertas». «Los niños aparecerán en las próximas horas o quizás nunca». «Nadie sabe qué ha podido pasar». Así de abstractas se mostraron ayer las fuentes de la investigación en el caso de los hermanos Ruth y José, de seis y dos años, desaparecidos en Córdoba el pasado sábado. Tres inspectores del Grupo de Homicidios Central de Madrid, otros tres de Sevilla, agentes de la Policía Científica y de la Policía de Córdoba, varias dotaciones de guías caninos y embarcaciones de rastreo indicaban que se espera el peor de los desenlaces. Pero nadie se aventuró a reconocerlo.

Aún no hay pruebas contundentes, aparte de la endeble declaración del padre de los menores que insiste en haberlos perdido en un parque de la capital cordobesa, Cruz Conde, en el que nadie los vio. Los portavoces policiales creen que podría tratarse de un accidente mortal, de un asesinato o de un secuestro «amañado», a modo de venganza, por parte del padre de los pequeños. Éste podría habérselos entregado a algún familiar o amigo en el trayecto entre Huelva y Córdoba, pero algunos vecinos aseguraron a los medios de comunicación locales haberlos visto el sábado por la mañana, sobre las 12:00, en Córdoba, exactamente en la calle Carlos Romero, donde viven los abuelos paternos.

Si se tratara de un homicidio, se barajó la posibilidad de que los restos de los menores se hubieran arrojado al río Guadalquivir, que pasa a escasos cinco minutos –en coche– de la finca del padre en el polígono industrial Las Quemadillas, a las afueras de la ciudad. Dentro de la finca, la Policía vació la piscina y revisó el pozo ya el lunes por la mañana. Por eso, ayer los agentes peinaron la zona del río en busca de pruebas y posteriormente reconstruyeron con el padre de los dos menores el misterioso viaje con la intención de comprobar la declaración prestada por el progenitor.
 
De todas formas, sea lo que sea lo que ha ocurrido con los menores, al cierre de esta edición, todavía no había detenidos. Ni el padre ni nadie. «Las horas pasan y cada vez nos desesperamos más», declaró a LA RAZÓN Esther Chaves, portavoz de la familia, que ha estado con la madre de los pequeños en todo momento. «Ruth sólo quiere encontrarlos, no quiere ni pensar en algo trágico porque se aferra a la idea de volver a verlos, de que aparecerán…». Por su parte, Carmen León, presidenta de la Plataforma Cordobesa Contra la Violencia a la Mujer que apoyó a la madre en la comisaría, aseguró que «el presagio de Ruth era malo».

Un helicóptero recorre continuamente la zona. Los furgones de Policía van y vienen de la finca. Un hombre encapuchado y con pasamontañas, sentado en la parte trasera de un Renault Megane, salió y entró en la comisaría de Córdoba, en la calle Campo Madre de Dios, varias veces durante el día. Podría tratarse de un testigo protegido o de un cómplice, pero nadie aclara quién es el hombre misterioso que es trasladado –a toda velocidad- desde la comisaría hasta quién sabe dónde. «Lo que sí está claro es que estamos en las horas más críticas», defienden los responsables del caso. Por la posible complejidad del siniestro, el comisario de la Policía Judicial encargado de la desaparición de la sevillana Marta del Castillo, Manuel Piedrabuena, se ha trasladado a Córdoba.

Entre naranjos
Con todas estas premisas, el principal sospechoso sigue siendo el padre de los menores, José Bretón. Los allegados de la esposa, Ruth Ortiz, veterinaria de 38 años, aseguraron que «no llevó bien» la ruptura del matrimonio. El hecho de encontrarse en paro –tras haber dejado la carrera militar y emplearse como camionero durante años– tampoco ayudó a su templanza. Pero todo son conjeturas. Los restos óseos encontrados en la finca del progenitor, en una hoguera de dos metros de diámetro, pertenecían a algún animal y no a los niños. En su declaración, José alegó haber quemado «pertenencias y papeles» relativos a su matrimonio recién quebrado. El hecho de encontrar un arma blanca en el vehículo del padre tampoco indica nada. La finca de José, un lugar muy apartado de 10.000 metros cuadrados, con naranjos y otros frutales, puede ser clave en la investigación, pero también el domicilio de los abuelos, el río Guadalquivir, el trayecto Huelva-Córdoba…


En el parque no les vieron
El viernes, el padre de los menores fue a recoger a su hijaa la salida de clase. Algunos testigos lo vieron a la puerta del colegio en Huelva. Alguien también dijo haber visto a los niños en Córdoba con los abuelos y el padre el sábado a las 12:00. En cambio, las personas que estuvieron en el parque por la tarde –donde Bretón sostiene que los perdió– aseguran no haberlos visto y dicen que les habría llamado la atención ver a un padre agobiado.


EL PADRE
José Bretón,
40 años y ex militar en paro
Nació en Córdoba. Tiene dos hermanos y una hermana. Todos están con él estos días, además de los padres. El abuelo, Bartolo, es agricultor. José fue militar, estuvo en Bosnia y, al regresar, trabajó como camionero. Lleva varios meses en paro. Hace unos 20 días comenzaron los trámites de separación de su mujer.

LA MADRE
Ruth Ortiz,
38 años y veterinaria
Nació en Huelva. Es huérfana de padre desde pequeña. Tiene dos hermanos menores. Estanislao, el varón, está con ella estos días, al igual que su madre. Conoció a José Bretón mientras estudiaba veterinaria en Córdoba. Se casaron en 2002. Tras vivir en Almería, se trasladaron a Huelva por motivos laborales.