Feria de Bilbao

Guadaira rácana y dura

- Las Ventass (Madrid). 19ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron novillos de Guadaira, complicados de juego, salvo el 1º. Tres cuartos de entrada.- Francisco Pajares, de catafalco y oro, pinchazo, estocada baja, aviso, descabello (silencio); pinchazo, aviso, estocada (saludos).- Juan Carlos Rey, de frambuesa y oro, estocada (saludos); media, pinchazo, aviso, estocada (silencio).- Pablo Lechuga, de corinto y oro, estocada atravesada, pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, bajonazo (silencio).- Parte médico de Francisco Pajares: puntazo corrido en la cara anterior del muslo derecho.

Francisco Pajares fue volteado hasta en dos ocasiones al entrar a matar al cuarto, ayer en Las Ventas
Francisco Pajares fue volteado hasta en dos ocasiones al entrar a matar al cuarto, ayer en Las Ventaslarazon

Venían Francisco Pajares, Pablo Lechuga y Juan Carlos Rey, que pisaba la Monumental por primera vez, a matar la novillada con más garantías de toda la feria. Y demostró Guadaira que la única garantía que le queda al torero una vez abandonado al destino del ruedo es la fe y sus argumentos. El resto, puras incógnitas que se desvelan una vez abierta la puerta de toriles, ni un minuto antes ni uno después. Ayer se lidió en Madrid un encierro de Guadaira muy serio de presentación, más de uno hubiera pasado por toro en tardes anteriores. El primero enseñaba las puntas de los pitones al cielo sin esconderlas: toro hecho y cuajado. Además del amplio volumen desarrolló peligro, genio y dificultades en las telas, no lo pusieron fácil, salvo el que abrió plaza, que nos hizo recordar a encierros anteriores. Aquel novillo castaño, noble y entregado, tuvo la virtud de emplearse por ambos pitones con cierta largura. Ni uno más repitió el gesto. El resto arrearon feo, exigieron y midieron. Y el festejo se nos fue en sobresaltos. El primero llegó con Pablo Lechuga en el tercero, cuando le dio un pase de pecho por el pitón zurdo, por donde ya había apretado un mundo a los banderilleros. No le perdonó y la voltereta fue seria. Anduvo después el novillero esforzado, pero a merced, dejando demasiados huecos. Sabía mucho el toro por el izquierdo y había que someterlo de principio a fin por el derecho. No se confió Lechuga como ocurrió con el rebrincado sexto. Pajares se llevó lo mejor, y visto todo lo que salió después, lo mejor de lo mejor, pero no surgió el romance en Madrid. El toro tenía buen fondo y nobleza, y el novillero lo toreó con dispuesta actitud. Abundó en cuatro o cinco tandas diestras y después al natural, entonado, pero no llegó a cuajar la faena. Faltó ese paso que va de lo correcto a lo rotundo y no se sabe el porqué. No tenía un muletazo el quinto por la derecha y al entrar a matar le enganchó de veras. Horror. La primera cogida fue tremenda. Se repuso Pajares, todo voluntad, y se perfiló de nuevo. En el segundo envite lo pudo reventar. Lo zarandeó en tres ocasiones antes de soltarlo y milagro fue que saliera ileso. La imagen era pura épica; de otra época. Había intentado sacar faena al natural a las faldas del Tendido Siete, pero los tornillazos del novillo convirtieron los lances en enganchones. Juan Carlos Rey cumplió el expediente con el segundo, que protestaba mucho y dejó una faena sin rumbo en el quinto malo. Vino a Madrid Guadaira dura y rácana, y tampoco arrebataron los de luces con pasión novilleril.