Casa Real

La reina «K» y el Príncipe

La Razón
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Estoy deseando que llegue el lunes para que tome posesión la nueva presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Primero, por conocer lo que hace, sus gestos son muy importantes, y lo que dice la «Reina Cristina»; en segundo lugar, porque en el acto van a coincidir el Príncipe de Asturias, que acude en representación de España, y Hugo Chávez, que ha anunciado a bombo y platillo su presencia en Buenos Aires. Será la primera vez que se vean las caras un miembro de la familia real española y el presidente venezolano, después de que haya perdido la consulta popular en su país y desde la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile. La cosa tiene su morbo. Como también tiene su «aquel» lo de la nueva mandataria argentina, a la que debemos ir conociendo más en detalle por la cuenta que nos trae, dada la importante presencia española en las tierras de los gauchos. Por eso no me resisto a la tentación de narrar un hecho recogido en el libro de Olga Bornat titulado «Reina Cristina». En él se cuenta que «a la reina Sofía de España le dice simplemente Sofía, para espanto de los funcionarios de protocolo y de los periodistas españoles». La anécdota sucedió durante un viaje de los Reyes al glaciar Perito Moreno, cuando iban a bordo del catamarán en compañía de la pareja presidencial argentina, muy cerca de las paredes de hielo. En ese momento un periodista de una televisión argentina gritó, dirigiéndose a la comitiva, «¡Reina, Reina! Por favor miré que estamos aquí y díganos unas palabras». Entonces Cristina, ni corta ni perezosa, con una sonrisa de oreja a oreja, respondió: «¿Cuál reina? ¿Cuál de ellas?». La pregunta del millón ahora mismo es si van a cambiar mucho las cosas en Argentina con la llegada de Cristina Fernández a la Casa Rosada. La respuesta es que, en lo fundamental, no, porque durante estos últimos años el Gobierno ha sido compartido, aunque el titular haya sido Néstor. A partir del lunes será al revés, con ella de reina y él de príncipe. Y es que son una sociedad político-amorosa casi perfecta, según cuentan aquellos que los conocen.