Estados Unidos

Hunter Biden, el eslabón débil de los demócratas

El oscuro pasado del lobista, en el punto de mira. Los republicanos podrían solicitar el testimonio del hijo del ex vicepresidente sobre su contrato con la gasística ucraniana

Hunter Biden perdió a su hermana y a su madre con dos años. Su hermano Beau falleció de un cáncer cerebral / Reuters
Hunter Biden perdió a su hermana y a su madre con dos años. Su hermano Beau falleció de un cáncer cerebral / ReutersJONATHAN ERNSTREUTERS

Un fantasma recorre y sacude el espinazo del Partido Demócrata:la idea de que la mayoría republicana en el Senado, en comandita con la Casa Blanca, solicite la comparecencia del hijo de Joe Biden, Hunter Biden. No sería extraño. A fin cuentas, el presidente norteamericano, Donald Trump, siempre ha asegurado que el origen de todo, de su llamada al presidente ucraniano, de sus peticiones para que investigara la fiscalía y de su envío a Ucrania de su abogado personal Rudy Giuliani, estaba su afán por luchar contra la corrupción y, en la medida de lo posible, ayudar a consolidar la democracia en un país fuertemente amenazado por la injerencia del oso ruso.

Fueron las actividades de Hunter en Ucrania, su trabajo formidablemente pagado en una empresa gasística y sus actividades como lobista las que podrían dinamitar las opciones de Joe como candidato a la Casa Blanca. Por mucho que la Fiscalía de Ucrania nunca acusara formalmente a Hunter, cuesta justificar los 50.000 dólares mensuales que Hunter ganaba mientras su padre se empleaba como vicepresidente de EE UU. El mismo Hunter, por cierto, con un pasado atroz de drogodepencias, escándalos y lucrativas actividades como conseguidor sin otro beneficio conocido que unos sueldos estratosféricos.

¿Qué hizo Hunter Biden por Burisma?, se preguntaba ayer mismo el periódico «Tampa Bay». ¿Qué fue lo que justificaba el pago de semejantes emolumentos? Nadie lo tiene muy claro. Sabemos, sí, que en febrero cumplirá 50 años, que creció bajo la sombra del espantoso accidente de tráfico que acabó con la vida de su madre y su hermana, cuando Hunter apenas tenía dos años y el matrimonio Biden iniciaba su vida en Washington.

Sabemos también que creció a la sombra de su hermano, Beau, el brillante, formal y serio Beau, que falleció en 2015 víctima de un tumor cerebral. De hecho el padre de ambos, el entonces vicepresidente Biden, juraría poco después que había resuelto presentarse a las primarias del Partido Demócrata por el juramento que le hizo a su hijo en el lecho de muerte, donde le prometió permanecer en la política activa. De Hunter también sabemos que se graduó en Yale como abogado, que ha trabajado como banquero, que sirvió en el consejo delegado de Armtrak, el ferrocarril nacional, a propuesta de George W. Bush, y que fue expulsado de la marina, donde apenas duró un mes en calidad de reservista, luego de dar positivo en un test por cocaína. Él siempre sostuvo que debía de haber ingerido la droga por error, en un cigarrillo que le habían pasado.

Lo cierto es que su biografía está salpicada de problemas relacionados con los estupefacientes, temporadas de excesos y promesas de recuperación. Divorciado de su primera esposa, mantuvo una relación de varios meses con la viuda de su hermano, Beau. De paso, una estriper de Washington, Lunden Roberts, le ha reclamado por la paternidad de un niño. Un juicio que ha perdido. Demasiada dinamita, si la unimos con lo sucedido en Burisma, como para que los demócratas no teman que el caso de Hunter se les vuelva en contra. Es que a pesar de todas las exageraciones hipérboles, y a pesar de que nunca nadie ha podido demostrar que el padre, Joe, se enriquera o beneficiase de forma ilícita, o incluso de que ayudadara de forma explícita a su hijo, lo cierto, como escribió en su día Sarah Chayes en la revista Atlantic, es que «Joe Biden ha habilitado este tipo de prácticas. Las convirtió en ortodoxia bipartidista. Y el estándar ético en estos casos –la comprensión básica de lo correcto y lo incorrecto– acaba siendo lo que sea que permita la ley federal. Que es mucho».

Lo advirtió hace meses el comentarista conservador Rush Limbaugh: el punto débil de Biden era su hijo y el punto ciego de los demócratas el hecho de que no tienen a nadie ni remotamente igual de fuerte para competir en calidad de candidato moderado. De lo que se deduce que Donald Trump podría tener mucho más fácil la relección en noviembre de 2020 si el «impeachment» deriva en un escrutinio pormenorizado de las acciones, legales, casi seguro, pero igualmente discutibles, de Hunter Biden.

Un detalle muy significativo: es cierto que Rudy Giuliani anunció hace ya meses su intención de viajar a Ucrania, en una clara insinuación de lo que vendría. Pero los primeros medios en hacerse eco de Burisma fueron los más cercanos a los demócratas. Por ejemplo la cadena ABC, que informó de Hunter y Ucrania el pasado mes de junio y entonces sostenía Limbaugh que en el momento en que la prensa liberal atacase por el flanco ucraniano Joe Biden acabaría en problemas. Cuando Adam Entous, del New Yorker, le preguntó a Hunter por su pasado, éste le comentó que todos los seres humanos «se enfrentan al dolor». «Todos tienen trauma», añadió, «Hay adicciones en cada familia. Yo estaba en esa oscuridad. Estaba en ese túnel, que es un túnel interminable. No te deshaces de él. Sólo descubres cómo lidiar con eso». El túnel te acompaña y te envuelve, y está por ver que en su caso no apareje el final de la carrera política de su padre.

La apertura del juicio político en el Senado puede traer nuevas audiciones. Nadie descarta que el Partido Republicano decida llamar a declarar a Hunter Biden. El interrogatorio de la oveja negra de los Biden puede convertirse en una bomba de relojeria para el Partido Demócrata. Es difícil de explicar el contrato millonario de la empresa gasística en una economía de «guerra» y en un país en desarrollo, que depende de la ayuda exterior -sobre todo de la de EE UU-. Los demócratas son conscientes de este extremo pero pese a ello han querido sacar adelante el juicio político al presidente. La democracia de EE UU está en juego, dicen, pero el tiempo dirá si el impeachment no se convierte en un boomerang en contra suyo y de sus aspiraciones de poder.