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Nicolás Maduro

Rusia exigió a Maduro la “toma” de la Asamblea

La Cámara es la que ratifica por ley los préstamos y acuerdos internacionales Moscú, uno de los grandes acreedores de Venezuela, dispuesto a dar a partir de ahora nuevas ayudas

Maduro dice que Guaidó no entró a sesión del Parlamento por no "dar la cara"
El presidente de Venezuela Nicolás Maduro en la inauguración de un estadio de béisbol, el pasado domingo.---EFE

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, necesita una Asamblea Nacional que juegue a su favor. Por eso el chavismo ha apoyado con todos sus votos la imposición de Luis Parra como nuevo presidente de la Asamblea Nacional. El propio parlamentario dijo ayer que es hora de acabar con la confrontación y brindar soluciones a los venezolanos, e invitó al gobernante a presentarse ante el legislativo para debatir su gestión de gobierno, en pro de conseguir mejoras para la gente.

Retirar al líder opositor Juan Guaidó de la presidencia era misión ineludible, y para ello el acto de dudosa cualidad legal llevado a cabo el domingo. Después de todo, las leyes venezolanas establecen que los endeudamientos y convenios internacionales que pretenda suscribir el poder ejecutivo deben estar avalados por el parlamento. Pero la Asamblea dominada por la oposición ni siquiera reconoce a Maduro como presidente legítimo del país, con lo cual se obstaculizaba su labor exterior.

Con Maduro pocos quieren hacer negocios. Pero un aliado aún le muestra su respaldo: Rusia. El 31 de diciembre pasado, la agencia Bloomberg informaba de que Moscú «intensificará» los esfuerzos para ayudarlo a afrontar la crisis económica una vez que Juan Guaidó saliera de la presidencia del parlamento, según cita del viceministro de Finanzas ruso, Sergei Storchak.

Ayer, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia emitió en un comunicado respaldando la elección de Luis Parra en la Asamblea Nacional venezolana. «Consideramos que la elección del nuevo liderazgo del Parlamento es el resultado de un procedimiento democrático legítimo conducente al regreso del esfuerzo político venezolano al campo constitucional», dice el escrito.

La posición de Rusia le puede caer como bálsamo a Maduro, pues en tiempos de sanciones internacionales y estrechez económica de una industria petrolera venida a menos, el auxilio financiero exterior se ha convertido en una necesidad urgente. Las cuentas nacionales ya no aguantan y las reservas están siendo aceleradamente consumidas. De hecho, el Banco Central de Venezuela informa en su portal que las reservas internacionales se situaban el 2 de enero en 6.630 millones de dólares, lo que representa una caída de 779 millones en comparación al último reporte emitido solo cinco días antes, el 27 de diciembre pasado, que las establecía en 7.409 millones de dólares. El diputado José Guerra, también economista, apunta además que de ese dinero se tiene una disponibilidad de liquidez menor a mil millones de dólares.

Al otro lado está el resto de la comunidad internacional occidental, incluyendo a Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y 14 países latinoamericanos integrantes del Grupo de Lima, por ejemplo, que reconoce la reelección de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional –y desde allí manteniendo su exigencia de asumir legítimamente el ejecutivo– o, por lo menos, ha rechazado la manera en que ocurrieron las cosas el domingo.

Elliot Abrams, el hombre de la Casa Blanca para Venezuela, anunció que se buscarán nuevas maneras de presionar a Maduro tras lo ocurrido. Reconoció al mismo tiempo que Rusia juega un rol importante en Venezuela y que los aliados del chavismo deben pensar dos veces antes de brindar apoyos a lo ocurrido.

Gobiernos ideológicamente cercanos a Maduro, como los de México, Argentina y Uruguay no quisieron retratarse. El primero publicó un comunicado afirmando que «el legítimo funcionamiento del Poder Legislativo es pilar inviolable de las democracias», mientras que el canciller argentino Felipe Solá dijo que «impedir por la fuerza el funcionamiento de la Asamblea Legislativa es condenarse al aislamiento internacional». Y Uruguay reconoció que «la actitud del Gobierno de Venezuela daña seriamente los esfuerzos de la comunidad internacional» para lograr salidas negociadas a la crisis del país.