Unión Europea

Europa (de nuevo), ante el riesgo de ruptura

Francia trata de mediar entre Alemania, Austria y Países Bajos para activar la mutualización de la deuda como piden España e Italia para hacer frente a la pandemia de conronavirus

El presidente francés, Emmanuel Macron, en su despacho del Elíseo/AP
El presidente francés, Emmanuel Macron, en su despacho del Elíseo/APBenoit TessierAP

La zona euro vuelve a ser presa de las llamas y los bomberos se pisan la manguera. La cumbre de este pasado jueves en la capital comunitaria deja un paisaje desolador tras la batalla. Otra vez emergen los peores fantasmas de la crisis de deuda del 2010 cuando el Norte y el Sur parecían dos bandos irreconciliablesen vez de socios que deben remar en la misma dirección.

«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella», reza una de las sentencias del escritor japonés Haruki Murakami y que no puede aplicarse al nuevo vendaval que atraviesa la economía europea, debido a la propagación imparable del coronavirus. Aquí todo el mundo sigue siendo más o menos el mismo con los mismos defectos y casi idénticas virtudes, a no ser que entendamos que la tormenta que comenzó en el año 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers se ha prolongado hasta estos días y que los últimos años hemos estado sumergidos en aguas mansas, pero traicioneras. ¿Seguíamos en la misma tormenta pero no nos habíamos dado cuenta? ¿Esta vez la salida será diferente aunque estemos repitiendo los mismos errores? Este pasado jueves, España e Italia se plantaron ante el grupo de los halcones del Norte al que pertenecen Países Bajos, Alemania y Austria debido a la poca ambición de sus propuestas, en particular la negativa de los “halcones” a compartir riesgos y mutualizar la deuda pública para emitir eurobonos, bautizados como «coronabonos» ya que tan solo estarían destinados a salir a flote de esta crisis.

Como modo de firmar la pipa de la paz y poder aprobar un texto de conclusiones, las presiones de Roma y Madrid hicieron posible que prosperase un ultimátum de 15 días. En ese lapso de tiempo, los ministros de Economía y Finanzas de los Veintisiete deben proponer una nueva batería de medidas lo suficientemente ambiciosas para contentar al Sur, pero también lo suficientemente equilibradas para no asustar al Norte. Ante el cruce de acusaciones gruesas de los últimos días, el presidente francés, Emmanuel Macron, intenta mediar entre los dos bandos. En una entrevista conjunta a los periódicos italianos “Corriede de la Serra”, “La Stampa” y “La República”, el mandatario francés avisa: «No superaremos esta crisis sin una fuerte solidaridad europea en cuestiones de salud y presupuesto».

De cara a la cita dentro de dos semanas, según pronostica a LA RAZÓN Alberto Alemmano, profesor de Derecho de la UE en la HEC Paris Business School, «en este contexto no es muy posible que los Veintisiete consigan un instrumento de mutualización de deuda» y, por eso, aboga por avanzar en el acceso al fondo de rescate «con una condicionalidad más leve y alguna forma embrionaria de eurobonos».

El prestigioso “think tank” Bruegel también propone diferentes opciones en esta última línea y emite un avisto a navegantes. «Dejar que cada país responda por su cuenta con el único apoyo del Banco Central Europeo sería una respuesta insuficiente y la acción fiscal tardía sería más cara que tomarle la delantera a los mercados. Anunciar alguna forma de mutualización enviaría una señal de unidad al mundo en estos tiempos difíciles, pero es fundamental que se haga con una fuerte legitimación democrática y un amplio apoyo público». Para Macron, no es tan importante la cantidad como «la señal» ya sea a través del presupuesto europeo o de un mecanismo de mutualización de deuda.

El fondo de rescate como regalo de consolación

Como primera y casi única opción, el grupo de los partidarios de la ortodoxia fiscal ofrece el acceso al fondo de rescate (MEDE) que ya actuó para auxiliar a Grecia, Portugal, Irlanda, España y Chipre como panacea a través de las líneas de financiación a corto plazo (una de las opciones del menú que todavía no se ha utilizado), pero Roma y Madrid se resisten como gato panza arriba ya que temen que esto derive en un rescate más o menos encubierto que exigiría firmar un Memorandum de Entendimiento y revivir la misma pesadilla de recortes, troika y “hombres de negros”.

Es tal la urticaria que despierta esta posibilidad que Italia y España exigieron eliminar cualquier referencia al MEDE en el texto de conclusiones de la cumbre del jueves, a pesar de las presiones de Países Bajos. Para Alemmano, el MEDE es «un mecanismo que nunca se ha concebido para una crisis como la actual , ya que va a afectar a muchos países en un 'shock¡ simétrico». En la misma línea , Roma y Madrid piden nuevas fórmulas y algo de flexibilidad a los tozudos vecinos del Norte. Ésta es la primera línea de batalla de una lucha que se presenta ardua y quizás demasiado larga.