Boris Johnson
Los ocho días en los que se temió por la vida de Boris Johnson
¿Ha contado Downing Street toda la verdad? Pasó de estar al mando del país a ingresar en la UCI y necesitar tratamiento de oxígeno. Todavía permanece apartado de los focos
Con buen aspecto, pero mucho más delgado, Boris Johnson publicó el domingo 12 de abril un vídeo en sus redes sociales al recibir el alta en el hospital público de St Thomas: “Es difícil encontrar palabras de agradecimiento al NHS (Sistema Nacional de Salud). Siempre estaré en deuda con ellos por haberme salvado la vida”. Al abandonar la UCI, los pacientes suelen salir en silla de ruedas. Sus músculos han quedado tan débiles que no pueden con el peso del cuerpo. Se trata de personas completamente exhaustas, tras días debatiéndose entre la vida y la muerte. Pero el primer ministro británico tenía la necesidad de mandar aquel vídeo.
Ya no solo para aplacar la incertidumbre política que se había creado en torno a un Gobierno huérfano, en medio del mayor reto global en tiempos de paz. Sino porque desde el principio, circularon diferentes rumores sobre cuál ha sido realmente su estado, en medio de una pandemia que ya ha costado la vida a más de 14.500 personas en el Reino Unido.
La pregunta es la siguiente: ¿Ha sido realmente transparente Downing Street en tiempos de crisis nacional? Según el rotativo The Guardian, los comunicados oficiales no llegaron a mostrar todo lo que realmente llegó a ocurrir. Lo cierto es que ya antes de que Johnson acudiera al hospital el pasado 5 de abril, se intentaba dulcificar la situación asegurando que persistía la fiebre, pero no se especificaba nada sobre su preocupante tos. Durante las videoconferencias del Gabinete, los síntomas del primer ministro eran ya dolorosamente evidentes.
El 2 de abril, los médicos ya estaban muy preocupados por su salud. Era obvio que el cuadro había empeorado. Se realizó la primera llamada al hospital de St Thomas, a escasos metros del Número 10, para que fueran preparando un posible ingreso. Y se advirtió a los responsables que la condición era “significativamente peor de lo que había sido admitido públicamente”. Realmente mala, de hecho. Se avisó de que el líder necesitaría oxígeno.
Dentro de Downing Street, Johnson estaba en contacto con su principal secretario privado, Martin Reynolds, y su médico de cabecera. Muchos de sus asesores habituales estaban también enfermos. El oscuro estratega Dominic Cummings estaba en casa autoaislado así como el director de comunicaciones, Lee Cain. A medida que la salud del “premier” se iba deteriorando, se le restringieron las llamadas telefónicas y los documentos oficiales.
Comenzaban a extenderse los rumores entre los periodistas y diputados. Downing Street insistía en que todo estaba bien. Pero nada más lejos de la realidad. El primer ministro estaba mal. ¿Era el propio Johnson quien quería minimizar la situación incluso para su círculo más cercano? Aquel jueves, a las ocho de la tarde, salió a la puerta de sus residencia para aplaudir a los sanitarios. Pero su aspecto revelaba ya sin tapujos la enfermedad.
Al día siguiente, viernes 3 de abril, el "premier "publicó otro vídeo en redes sociales instando a los ciudadanos a quedarse en casa. Contó que aún seguía con fiebre y estaba aislado. Había pasado más de una semana desde que dio positivo por Covid-19 y los síntomas no remitían.
El sábado 4 de abril, la prometida de Johnson, Carrie Symonds, embarazada y autoaislada en otra habitación también con síntomas de coronavirus, llamó llorando por teléfono a sus amigos. El domingo, Matt Hancock, responsable de Sanidad, afirmaba en una entrevista con Sky News que el primer ministro llevaba el “timón del Gobierno”. Pero pocas horas después, Johnson era ingresado en la planta 12 del hospital y Downing Street confirmaba que había requerido de oxígeno.
Para el lunes 6 de abril, las cosas dieron un giro casi soviético. Mientras el primer ministro estaba sin aliento, el portavoz del Gobierno insistía a medio día que “seguía trabajando”. Por la tarde, el responsable de Exteriores, Dominic Raab, (elegido para sustituirle si fuera necesario, como así pasó) afirmó que el primer ministro seguía al frente del Ejecutivo. Pero la verdad cayó por su propio peso cuando confesó que el sábado había sido la última vez que pudo hablar con él.
Dominic Raab al mando
A las horas, Johnson era trasladado a la UCI. Desde el Número 10 explicaban que era “sólo como medida de precaución”. Pero Raab asumía el control y su cara en la rueda de prensa era todo un poema. Los comunicados oficiales comenzaron a ser cada vez más breves. Pero el miércoles 8 de abril llegó la gran noticia: se superaron las primeras 48 horas críticas sin ser sedado. Después de tres días en cuidados intensivos, Johnson pasaba de nuevo a planta. Su prometida publicaba en redes sociales un arco iris. Se comenzaba a ver la luz al final del túnel.
El equipo médico aconsejó no obstante precaución. Querían que el “premier” permaneciera ingresado hasta el 14 de abril. Pero Johnson insistía en que quería regresar cuanto antes a casa. Y el 12 de abril le acabaron dando el alta. En cualquier caso, el líder “tory” no se ha reincorporado aún a su puesto de trabajo. Al cierre de esta edición, permanecía aún en Chequers, al norte de Londres, la residencia de descanso de los primeros ministros. Según el parte oficial, evoluciona adecuadamente. Esta vez, todo el mundo espera que las palabras sean fieles a la realidad.
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