Coronavirus

Líbano

Vuelve la revolución a Líbano en medio de la pandemia

Los manifestantes regresan a las calles, pues los libaneses son cada día que pasa más pobres

Anti-government demonstrators hold Lebanese flags during a protest in their cars, amid a countrywide lockdown to combat the spread of the coronavirus disease (COVID-19), in Tripoli
Protestas antigubernamentales en TrípoliOMAR IBRAHIMReuters

Los manifestantes desafiaron ayer el confinamiento con una marcha, enfundados con mascarillas y guantes, y blandiendo la bandera libanesa desde dentro de los coches, desde la plaza de los Mártires, epicentro de las protestas, hasta la sede de la UNESCO. Sin embargo, un retén policial montando en la avenida principal impidió al convoy de los manifestantes llegar al palacio de la UNESCO, donde sus señorías estaban celebrando la primera sesión plenaria completa desde el inicio de las revueltas en octubre. La asamblea se celebró en el anfiteatro de la UNESCO para poder mantener la distancia social mientras las Fuerzas de Seguridad obligando a los manifestantes a regresar de nuevo a la plaza de los Mártires.

Las protestas han vuelto porque, como denuncian los manifestantes, cada día los libaneses son más pobres y sus condiciones de vida cada vez están más deterioradas. La curva del hambre está creciendo a medida que se amplían las medidas preventivas de confinamiento y toque de queda por la emergencia sanitaria. Más del 45% de la población libanesa vive bajo el umbral de la pobreza, según el ministerio de Asuntos Sociales. Esto significa que desde el mes de noviembre donde la curva de la pobreza estaba en el 20%, según el Banco Mundial, en menos de cinco meses se multiplicado por dos.

Este “gobierno ilegítimo” está aprobando nuevas leyes que van en contra de nuestras demandas”, se quejó a la RAZÓN Bilal, un manifestante. En la sesión parlamentaria se discutió entre otras enmiendas, un controvertido proyecto de ley de amnistía general, que si llegara a aprobarse salvaría a la élite política de tener que sentarse en el banquillo por malversación de fondos y otros fraudes fiscales. El país del cedro ha amasado una deuda pública de 90.000 millones de dólares y todas las promesas que en su día ofreció el dimitido ex primer ministro Saad Hariri y su sucesor, Hasan Diab, para calmar la ira de los libaneses habrían caído en saco roto. “La ley anticorrupción solo beneficia a la élite política que ha estado gobernando el país en los últimos 30 años”, denunció Eliana Bader, una organizadora de las protestas.

Manifestantes en Beirut
Manifestantes en BeirutAZIZ TAHERReuters

No vamos a quedarnos aquí, vamos a seguir manifestándonos. No queremos este Gobierno ya que no representa a todos los libaneses”, advierte Bader, en referencia a que el nuevo ejecutivo de Diab, solo está formado por Hizbulá y sus aliados y la oposición, es decir el Movimiento Futuro, de Hariri y la mayoría de facciones cristianas no participan en el Gobierno. “Exigimos unas elecciones libres y un gobierno salido de las urnas”, instó la manifestante.

Si bien Líbano no ha registrado un gran número de casos de Covid-19, hasta la fecha son 677 contagios y 21 muertos, el Gobierno libanés ha solicitado un préstamo al Banco Mundial para hacer frente a la emergencia sanitaria de 120 millones de dólares, lo que hundirá aún más su debilitada economía. La recesión económica ha devaluado la libra libanesa en el porcentaje más bajo de su historia desde la guerra civil donde ahora 1 dólar son 3.150 LL (antes 1$=1.500LL).

Analistas y los propios manifestantes aseguran que si regresa la revolución está dejara de ser pacífica como lo fue durante los primeros meses. “La brecha entre pobres y ricos es cada vez más grande. La gente volverá a las calles y las protestas serán más violentas que antes”, aseguró a LA RAZÓN “Jad Akhaouri” , renombrado periodista independiente.

La cesta de la compra cuesta el doble y los libaneses se están quedado sin ahorros. Si no hay trabajo ni ayudas que esperas que la gente se quede en casa”, exclamó Akhaouri.

Existe el peligro que por la crisis económica se acabe violando el confinamiento, lo que podría llevar a un rebrote de la pandemia y vaya a descontrolarse la situación.

De hecho, en Trípoli, la segunda ciudad más grande y la más pobre de Libano, ya ha habido varios conatos de violencia entre manifestantes y Fuerzas de Seguridad.

El pasado viernes, cientos de personas salieron a la calle para conmemorar los seis meses de revolución y exigir el fin de la élite política y la corrupción. Los manifestantes violaron el toque de queda -impuesto de 19.00 horas a 05.00- y hubo enfrentamientos con la Policía.

El ministerio de Salud anunció ayer las primeras 24 horas sin que se registrara ningún contagio en todo Líbano. Una primera batalla ganada contra el coronavirus pero no la guerra, ya que si la gente deja de respetar las medidas preventivas la situación podría irse de las manos.