Unión Europea

La gestión de la pandemia propicia un nuevo reparto de cartas en el liderazgo europeo

Los Gobiernos que actuaron rápido frente a la pandemia salen fortalecidos en casa y en la batalla europea por la reconstrucción económica. Conte, Merkel y Macron ven crecer su popularidad en medio de la crisis sanitaria

La pandemia ha reabierto la vieja brecha entre el Sur y el Norte de la UE, pero sobre todo pone de manifiesto que los ciudadanos premian a aquellos gobiernos que actúan con rapidez frente a una situación inédita e inesperada. Entre los grandes socios de la UE, la alemana Angela Merkel y el italiano Giuseppe Conte multiplican su popularidad en tiempos de incertidumbre. Meintras, el austriaco Sebastian Kurz y la socialdemócrata danesa Mette Frederiksen son premiados por haber cerrado el país antes que nadie.

Las protestas de los “chalecos amarillos” y la contestación a su reforma de las pensiones pusieron de manifiesto que el idilio entre los franceses y su presidente hacía tiempo que había concluido. Sin embargo, la actual crisis sanitaria ha mejorado la alicaída popularidad de Emmanuel Macron. Sus encendidos discursos a favor de la “unidad sagrada” de Francia contra un “enemigo invisible” como el Covid-19 han dejado en segundo plano las protestas de los sanitarios, que llevan desde hace un año reclamando al Gobierno más fondos. Según las recientes encuestas, una 40% de los franceses aprueba la gestión de Macron (diez puntos más que hace un año), pero aún son mayoría quienes la desaprueban (58%).

Macron no rentabiliza tanto la crisis como los ex presidentes François Mitterrand, cuya popularidad subió casi 20 puntos durante la primera guerra del Golfo a principios de los 90, o François Hollande, que ganó 15 tras los atentados de París en 2015. Para Bruno Cautrès, profesor de la Universidad Sciences Po, “el problema que tiene Macron es que ha deshecho completamente de su discurso liberal”. “Ahora se presenta como el defensor de la sanidad pública. Pero los franceses pueden preguntarse si es él el más adecuado para conducir una etapa en la que reforzar los hospitales va a ser esencial”, asegura el politólogo. Francia reclama junto a Italia y España un programa europeo de recuperación que no lastre aún más las deterioradas cuentas públicas.

En la vecina Alemania, la pandemia halló a una canciller en retirada que luchaba por mantener una aquejosa Gran Coalición con los socialdemócratas mientras su partido buscaba desesperadamente un sucesor con el que mantener el poder tras las elecciones de 2021. Sin embargo, la decidida gestión de la crisis por Angela Merkel y su ministro de Sanidad, Jens Spahn, han devuelto la confianza del electorado en los viejos partidos (CDU/CSU y SPD) y desinflado el empuje tanto de verdes como de ultraderechistas.

Un 63% de los ciudadanos se dice satisfecho con el trabajo del Gobierno, un ascenso de 28 puntos respecto al mes anterior. El grado de aprecio hacia la gestión ante la pandemia sube incluso al 72%. Y, en lo que respecta al trabajo de Merkel, tras 14 años en el poder, un 60% de los ciudadanos se dice satisfecho o muy satisfecho con su liderazgo. Tanto que algunos medios ya especulan con la posibilidad de un quinto mandato de la canciller democristiana. En la actual batalla europea, Alemania trata de mediar entre los países del sur y Países Bajos. Antes del Consejo, recordó ante el Parlamento que “con un espíritu de solidaridad, debemos estar preparados para hacer una contribución mucho más grande” al presupuesto comunitario.

En Italia, el primer país europeo y el más golpeado por el Covid-19, la gestión de la crisis ha recaído sobre los hombros del primer ministro, Giuseppe Conte, que no ha tratado de ocultar a la población la gravedad de la situación tras decretar el confinamiento del país para evitar que los contagios se extendieran al sur y la hibernación económica de la tercera economía de la Eurozona. Como resultado, el 75% de los italianos respalda la actuación del Gobierno de coalición entre “grillinos” (M5E) y socialdemócratas (PD), mientras que Matteo Salvini cae a la tercera posición entre los políticos más populares tras Conte y la neofascista Giorgia Meloni. Sin renunciar a los eurobonos, Roma acude a Bruselas con el objetivo de lograr ayudas europeas que no supongan endeudar a futuras generaciones.

Sin embargo, los que más reforzados salen de esta crisis son el canciller austriaco, el conservador Sebatian Kurz, y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, cuyos gobiernos fueron los primeros de Europa en imponer restricciones. Como resultado, Austria y Dinamarca han logrado aplanar la curva de contagios e iniciaron la vuelta a la nueva normalidad tras Semana Santa con la reapertura de comercios y guarderías, respectivamente. Sus respectivos partidos mejoran sus resultados en las urnas. En el caso austriaco, los socios ecologistas de Kurz llegan por primera vez a hacer el “sorpasso” a los socialdemócratas del SPÖ.

Otros dos “halcones” de la austeridad Países Bajos y Suecia han afrontado la crisis sanitaria adoptando medidas menos estrictas que sus vecinos confiando en la responsabilidad individual y colectiva de sus ciudadanos. Si bien los muertos se han disparado, están lejos de los del sur de Europa. En el caso del primer ministro holandés, Mark Rutte, su duro discurso frente a Italia y España no se puede entender sin el clima preelectoral que vive el país. A menos de un año de las elecciones los liberales de derechas del jefe del Ejecutivo, así como los democristianos de su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, tratan de evitar dar munición a la ultraderecha.

En Portugal, la gestión de la pandemia por el Gobierno socialista de Antonio Costa no ha creado la controversia de su vecino ibérico. La sistemática realización de test a la población ha permitido mantener bajo control el Covid-19, que ha dejado 785 muertos, y, lo que es más importante, ha sellado una entente cordial con la oposición conservadora, cuyo líder, Rui Rio, considera que criticar en estos momentos al Ejecutivo no es “ni patriótico ni ético”.