Líbano

La muerte de un manifestante incendia las calles de Líbano

Tras la tregua por el coronavirus, vuelven las protestas de los libaneses. La ciudad de Trípoli se convirtió en un frente de batalla entre las Fuerzas de Seguridad y los manifestantes que prendieron cinco tanquetas del Ejército

Protesters attack banks in northern Lebanon
Soldados libaneses en TrípoliMarwan Naamani/dpaMarwan Naamani/dpa

El hambre y la ira corren de la mano por las calles del centro de Trípoli, desafiando al confinamiento. La segunda ciudad más grande y pobre de Líbano, literalmente, explotó de cólera hoy, después de que en la madrugada el Ejército abriera fuego contra un grupo de manifestantes, que había violado el toque de queda, y una bala acabó con la vida de Fawaz Al Saman, de 26 años. Más de 20 manifestantes y 40 soldados resultaron heridos en los enfrentamientos, según fuentes locales.

El Ejército tendría que estar con nosotros no contra nosotros. Estas protestas son también por ellos. Todos estamos pasando tenemos hambre”, denunció Fael, manifestante y amigo de Fawaz. Miles de amigos, vecinos y clientes se congregaron al medio día frente al negocio donde trabajaba Al Samman, un taller de reparación y venta de piezas de vehículos, aledaño a la plaza al Nour, para rendirle un homenaje. Los ánimos se fueron caldeando a medida que pegaba con fuerza el sol y no podían hidratarse porque estaban cumpliendo con el ayuno de Ramadán.

“¡Dios es grande!”, gritaba el cortejo que por medidas de seguridad decidió no sacar en procesión al féretro y darle sepultura antes de las manifestaciones.

En menos de 30 minutos, lo que empezó con una comitiva fúnebre acabó en batalla campal entre los manifestantes y las fuerzas del orden. Con rabia, una anciana golpeaba con un palo los cristales rotos del Banco Audi, de la plaza al Nour totalmente arrasado por las protestas de los meses anteriores. Otros lanzaban piedras a los fantasmas del pasado. No hay dinero en los bancos ni en los bolsillos de los libaneses.

Un manifestante discute con un militar en Trípoli
Un manifestante discute con un militar en TrípoliMarwan Naamani/dpaMarwan Naamani/dpa

Un grupo de militares apareció por las calles laterales obligando a los manifestantes a replegarse, pero por poco tiempo. De vuelta a la carga, con cócteles molotov incendiaron el banco islámico de Trípoli y el fuego negro de las llamas sirvió de reclamo para prender después cinco tanquetas del Ejército. A pedradas, palazos y objetos metálicos los manifestantes se enfrentaron con violencia a los militares que respondieron con gases lacrimógenos y pelotas de goma, amenazas a fotógrafos y detenciones. Imágenes que hicieron retroceder al país del cedro a los meses de enero y febrero antes que el coronavirus arruinara la revolución.

Con lagrimas en los ojos Hisham, un trabajador del Banco Islámico, entró sin pensárselo dos veces a apagar el fuego, mientras con dolor gritó: “Lo he perdido todo”.

Con cuatro bocas que alimentar, y ahora sin trabajo desde que cerraron los bancos como parte de las mediadas de confinamiento, Hisham no ha podido más que echarse a la calle porque, como cientos de miles de libaneses no puede hacer frente a la subida de precios por la crisis económica.

Más de 50% de la población de Trípoli, de mayoría suní, está bajo el umbral de la pobreza, por lo que la amenaza del coronavirus ha pasado a segundo plano, después de dos meses de negocios cerrados y sin ayudas sociales del Gobierno.

Sin mascarillas ni distancias de seguridad

Los tripolitanos, cansados de tener el bolsillo vacío y el estómago hambrientos con una furia desenfrenada se han echado a la calle sin mascarillas ni guardando las distancias de seguridad a protestar contra el deterioro de sus condiciones de vida y el desplome del valor de la libra libanesa que se ha devaluado más del 60 por ciento, es decir que ahora un dólar son 4.000 LL en el mercado negro mientras que el cambio oficial sigue siendo 1.500 LL.

Los disturbios se repiten en Trípoli desde hace unas semanas y en otras ciudades como Sidón, sur de Líbano, donde los manifestantes también han atacado bancos que al igual que la primera es de mayoría suní. El nuevo Gobierno de Hassan Diabes monocolor “amarillo”, el color de la milicia-partido Hizbulá. En los eslóganes, los manifestantes pedían la vuelta de “sheij Saad” (en referencia a Saad Hariri), ya que bajo su gobierno “los precios eran más bajos”.

Estamos en la calle porque no tenemos nada. Estamos en la calle porque no tenemos nada que perder. No hay comida, no hay trabajo. Vamos a resistir”, gritó Khaled, otro manifestante.

En las protestas nocturnas, que también se repiten en Beirut, los manifestantes han atacado bancos y quemado cajeros automáticos. La capital libanesa se unió a Trípoli y se convocó una protesta en la Plaza de los Mártires para expresar su solidaridad con la muerte de Samman.

Con megáfono, un grupo de manifestantes iba barrio por barrio llamando a los vecinos a salir de sus casas y que se unieran a la protesta. Un centenar de personas marchó desde la mezquita de Al Amin (conocida como la mezquita de Hariri) hasta la Ring Road, del centro de Beirut, e intentó bloquear el puente con quema de neumáticos. La Policía antidisturbios disipó la protesta mientras los manifestantes gritaron: “Ladrones, ladrones”, al Gobierno.