Coronavirus

Donald Trump

Trump impide que Fauci testifique ante la comisión de investigación del Congreso

El asesor científico de la Casa Blanca en la pandemia sí comparecera ante el Senado, con mayoría republicana, en dos semanas

FILE PHOTO: President Trump looks at Dr. Anthony Fauci as Fauci addresses the daily coronavirus response briefing at the White House in Washington
Anthony Fauci, junto a Donald Trump en abril de 2020Leah MillisReuters

El doctor Anthony Fauci no testificará ante el comité del Congreso que investigará la gestión del gobierno ante la crisis provocada por el coronavirus. La Casa Blanca ha bloqueado su comparecencia. El presidente de EE UU, Donald Trump, explicó su decisión en un tuit: «Los demócratas, como siempre, buscan problemas. No hacen nada constructivo, incluso en tiempos de crisis. No quieren culpar la vaca del dinero, China, de la peste. China está culpando a Europa. ¡El dr. Fauci testificará ante el Senado muy pronto!».

Su comparecencia tendría lugar en dos semanas, mientras que la comisión del Congreso arranca esta misma semana. Entrevistada por la cadena Fox, la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, comentó que una de las razones principales para impedir la asistencia de Fauci tiene que ver con la opacidad de las razones esgrimidas por la comisión.

Preguntados por los motivos para requerir el testimonio del director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, les ofrecieron unas «respuestas vagas». «Nunca dieron demasiados detalles sobre cuál sería el tema real del debate», abundó McEnany, y «cuando presionamos para obtener detalles sobre por qué el doctor Fauci, en particular, era la persona adecuada para este testimonio en esta audiencia, nunca nos los proporcionaron».

En su opinión la oposición «no está actuando de buena fe». Sostiene que «se trata de un truco publicitario de parte de los demócratas, al decir que la Casa Blanca ha bloqueado al doctor Fauci, porque no es verdad». Frente a las cámaras de la CNN la portavoz insistió en que el Gobierno está dispuesto a transigir con las apariciones de Fauci y otros altos cargos de la Administración, siempre y cuando estime que las peticiones han sido hechas de buena fe.

Fauci, 36 años al frente del organismo encargado de controlar la respuesta de EE UU al VIH, el ébola o el zika, ha sido durante semanas la voz de la razón frente a un Donald Trump que primero minimizó cualquier posibilidad de que coronavirus llegase a EE UU, posteriormente sostuvo que estaba todo controlado y finalmente mantiene que la Casa Blanca reaccionó a tiempo, que hizo siempre lo que recomendaban los expertos y que las críticas a su gestión son meramente políticas y malintencionadas, fruto de la ansiedad por conquistar el poder de una oposición incapaz de brindar apoyo al Gobierno incluso en tiempos de crisis.

Frente a los mensajes más optimistas del presidente Fauci siempre ofreció el rostro descreído y lúcido del científico que exige pruebas y no meros eslóganes. Fueron sonadas sus discrepancias sobre la cloroquina, un viejo antipalúdico, que Trump llegó a tachar de gran esperanza en el tratamiento del virus. Fauci también ha sido extremadamente crítico con la capacidad del país para proveerse del número necesario de tests, indispensables para disponer de un mapa de la epidemia en tiempo real que permitan diseñar las políticas de desescalada… más esenciales que nunca ahora que el país ya suma 30 millones de personas apuntadas al desempleo.

Pero también son 1,16 millones de positivos confirmados, casi un tercio de todos los casos a nivel mundial, así como 67.067 fallecimientos. Unos números sombríos, que han provocado que Fauci alerte de las consecuencias sanitarias que podría tener una reapertura precipitada. Incapaz de edulcorar las predicciones, pero también dueño de una extraordinaria capacidad para lidiar con un líder tan impulsivo y mercurial como Trump, Fauci alerta de que el otoño en EE UU, puede ser muy duro si no aparece antes un tratamiento.

Da como bastante probable una segunda oleada pandémica, que podría ser incluso más violenta y masiva de seguir el patrón histórico de la gripe española, y ni siquiera alberga ilusiones respecto a la vuelta de los espectáculos deportivos al aire libre.

Aunque, eso sí, entrevistado por Ryan Zimmerman, de los Washington Nationals, explicó que todo podría cambiar si los jugadores profesionales se hacen las pruebas de detección, en busca tanto de casos activos como de seroprevalencia y si se limita enormemente el número de espectadores.

Al final, como siempre, todo pasa por los tests, tests y más tests. Cuando la revista “Time” le preguntó por el particular hace una semana, disparó que «necesitamos aumentar significativamente no solo la cantidad de pruebas, sino también la capacidad para realizarlas». Duda de que el país tenga todavía «lo que se necesita para lograrlo». EE UU ha mejorado, «pero aún no hemos llegado».

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico EE.UU. ocupa el puesto vigésimo segundo, con 15,6 por cada 1.000 habitantes. En esa misma clasificación España aparecía en el puesto decimoséptimo, con 22,29 por cada mil habitantes. Los dos países quedan lejos de los países mejor clasificados, como Islandia, Estonia, Luxemburgo, Lituania, Israel o Italia.