Coronavirus

Estados Unidos

“No puedo respirar”: miles de americanos desafían a Trump y se manifiestan frente a la Casa Blanca

El presidente de EE UU activa al Ejército y se presenta como el defensor de “la ley y el orden” de cara a sus votantes

Como si de un programa de televisión se tratara, el presidente Donald Trump organizó su propio espectáculo a las puertas de la Casa Blanca en plena manifestación. La concentración pacífica organizada frente a su residencia presidencial por tercer día consecutivo, justo una semana después de que dieran comienzo las protestas en múltiples ciudades de Estados Unidos.

Con al menos seis muertos y más de 4.000 detenidos en todo el país como consecuencia de la oleada de protestas y disturbios raciales que se están viviendo de norte a sur y de este a oeste, el ambiente lejos de calmase se caldea. Y el presidente está contribuyendo, con su discurso en clave electoral, a que así sea.

Trump es un showman de televisión convertido a presidente de EEUU, que está haciendo de su mandato un espectáculo retransmitido las 24 horas del día a nivel mundial y cuyas maniobras de actuación - y de distracción - son el guion de una estrategia incendiaria seguida al pie de la letra.

Su discurso desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca en plena efervescencia de las protestas que han tomado las calles de más de un centenar de ciudades estadounidenses la última semana puso de manifiesto su mano dura sin límites, definiéndose como el presidente de “la ley y el orden” y condenando los disturbios ocasionados en las protestas, por encima de la llamada a la calma y empatía con el malestar de una gran mayoría de estadounidenses.

A falta de 25 minutos para que diera comienzo el toque de queda adelantado por la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, a las 19 horas del lunes, un repentino estallido de gases lacrimógenos y disparos de pelotas de goma sorprendía a un grupo de cientos de manifestantes pacíficos que se concentraban frente a la Casa Blanca.

De entre el humo, los gritos de pánico y la estampida pudo verse a un impasible Donald Trump, acompañado por un amplio despliegue militar y con una biblia en la mano, con la que quiso retratarse frente a la emblemática iglesia de la capital, Saint John´s church, situada a tan sólo unos metros de la residencia presidencial, que horas antes sufría un incendio provocado por unos vándalos que actuaban en el marco de las protestas.

Su actuación, calificada de provocación y espectáculo, ha dejado de manifiesto su interés por imponer la fuerza federal y el mensaje de pasar a la acción ante cualquier muestra de desorden que ponga en duda su liderazgo. Más leña a un caldero que ya arde con fuerza por más de 150 ciudades del país y cuyo fuego no parece que vaya a apagarse pronto.

La muerte del afroamericano George Floyd no ha sido en vano. Las imágenes de su injustificada detención y la brutal asfixia a la que fue sometido antes de morir por parte de un policía blanco, han supuesto un punto de inflexión en la sociedad de un país que todavía hoy sufre los estragos del racismo hacia este colectivo minoritario, el afroamericano, que durante décadas ha denunciado el abuso al que es sometido por parte de las autoridades y la brecha social que les separa del resto de la población.

Un problema latente y creciente, que ha despertado la mayor oleada de protestas en el último medio siglo en EEUU, desde la muerte de Martin Luther King en el Memphis de 1968, y que no parece tener fácil solución. Al menos, no con Trump en la Casa Blanca.

“Mi primer y más alto deber como presidente es defender a nuestro gran país y al pueblo estadounidense”, anunciaba Trump en Twitter el martes. Algo para lo que está dispuesto a utilizar la fuerza militar, con un amplio dispositivo de cerca de 5.000 soldados de la Guardia Nacional, 1.800 de ellos en la capital de EEUU, y otra media docena de cuerpos de seguridad que actuaron conjuntamente, entre ellos autoridades estatales y agentes del FBI.

La estrategia electoral de Trump con mensajes racistas le ha funcionado otras veces para reforzar el voto de una base electoral que, hasta ahora, parece que se mantiene intacta. Lo mismo le sucedió al presidente Richard Nixon, que arrasó en las elecciones con una exitosa campaña electoral tras los disturbios por el asesinato de Luther King.

Aunque los resultados de las últimas encuestas sonríen a los demócratas. El líder demócrata y candidato virtual a la presidencia en las próximas elecciones, lidera la intención de voto entre los estadounidense frente a Trump para las elecciones del 3 de noviembre, según daba a conocer el Washington Post y la cadena ABC. Biden es el candidato favorito a nivel nacional, con un 53% del apoyo frente al 43% de Trump, lo que supone un destacado aumento respecto a meses anteriores.

Los demócratas harán lo posible por obtener ventaja de esta crisis racial para posicionar su postura de apoyo y reconciliación. Joe Biden, aparecía ante los medios para criticar abiertamente la intervención del presidente, que calificó de “narcisista”, acusándole de estar usando al Ejército “contra los estadounidenses”.

Y es que la insólita cifra de 46 millones de estadounidenses se encuentran bajo toque de queda estos días. Una situación sin precedentes que se prolongará en las principales ciudades del país, como Washington, Nueva York, Los Ángeles, Miami, Atlanta y Filadelfia, así como en aquellas poblaciones donde sus gobernadores o autoridades estatales y locales competentes lo consideren oportuno.