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La tregua política por el coronavirus se hace añicos en Suecia

La oposición de derechas ataca al Gobierno rojiverde por el elevado número de contagios y la alta mortalidad entre los ancianos

FILE PHOTO: EU leaders summit in Brussels
El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan LöfvenChristian HartmannReuters

La tregua política de la que ha disfrutado el Gobierno sueco del socialdemócrata Stefan Löfven para combatir el coronavirus puede darse por muerta. El debate del domingo por la noche en la televisión pública SVT entre los líderes de los ocho partidos con representación parlamentaria puso en evidencia que la pandemia ya no concita el consenso político de los últimos meses.

La incapacidad del Gobierno a la hora de proteger a un grupo de riesgo como los ancianos frente al virus centró las críticas de los partidos más a la derecha del “Riksdag” (Parlamento). Así, la líder cristiano demócrata, Ebba Busch, habló de un Ejecutivo “disfuncional” que ha permitido “de forma premeditada” un gran contagio. En opinión de Busch, Löfven ha sido incapaz de asumir su responsabilizad escudándose durante la pandemia en las recomendaciones hecha por la Agencia de Salud Pública (FI). “Estaremos sin liderazgo mientras el Gobierno siga en el poder”, sostuvo Busch

En la misma línea de atacar a Löfven, el líder de los ultraderechistas Démocratas Suecos (DS), Jimmie Åkesson, acusó al primer ministro desde las páginas del diario “Dagens Nyheter” de ocultarse detrás de la FI para esconder el “fiasco” y los hechos “trágicos”, a los que culpó a Anders Tegnell, el epidemiólogo jefe y “cerebro” de la estrategia sueca contra el coronavirus. El mismo que hace una semana reconocía en una entrevista radiofónica que si pudiera volver atrás, nuestra estrategia “estaría a medio camino entre lo que hizo Suecia y lo que hizo el resto del mundo”.

También desde el principal grupo de la oposición, el líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson, cuya madre ha fallecido víctima del Covid-19, denunció la falta de un plan general “no porque el Gobierno no tenga buenas intenciones, sino porque ha habido una falta de compromiso en la toma de decisiones”. “Resulta obvio que hubo errores”, insiste el líder conservador.

Löfven, el blanco de todas las críticas, defendió ayer ante el Parlamento que la “estrategia es la correcta”, aunque reconoció que“ha habido demasiados fallecidos en residencias de ancianos” y “se debía haber hecho la prueba a más personas”. Ante la presión de la oposición, hace una semana el primer ministro prometió crear ante del verano una comisión de investigación para analizar los errores que pudieron cometerse.

Más del 90% de los 4.694 muertos por Covid-19 en Suecia son mayores de 70 años, y la mitad del total proceden de asilos, mientras que un cuarto recibía atención domiciliaria. Según revela un estudio de SVT, la mortalidad en los asilos suecos creció un 30% con respecto a 2019. En el caso de Estocolmo, esta cifra aumenta hasta el 100%.

Como resultado, la tasa de mortalidad sueca es la mayor con diferencia entre los países nórdicos. Con 45,72 muertos por 100.000 habitantes, es cuatro veces más que Dinamarca, ocho que Finlandia y diez que Noruega, pero por debajo de Bélgica, Reino Unido, Italia y España.

Mientras que Tegnell pidió a los partidos no ser utilizado políticamente, su jefe, el director de la Agencia de Salud Pública, Johan Carlson, tomó parte en el debate recordando este lunes que “tanto nosotros como otras autoridades hemos señalado durante años las deficiencias evidentes en la atención geriátrica” “Lo que ha pasado es consecuencia de una estructura abandonada y con muchos cambios de personal”, insistió.

Y es que la privatización del cuidado de ancianos durante el anterior Gobierno conservador (2006-2014) ha provocado la precarización laboral del personal que trabaja en esos centros. De ahí que el líder del Partido de Izquierda, Jonas Sjöstedt, recordara que “ahora estamos pagando el precio por los recortes” del ex primer minnistro Fredrick Reinfeldt.

A tres meses del ecuador de la actual legislatura, el ruido político se corresponde más a una estrategia de la oposición para desgastar a un Gobierno que ha disfrutado de un alto apoyo ciudadano durante los meses más duro de la pandemia que a verdaderas diferencias sobre las políticas contra el coronavirus. Una estrategia centrada en la responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos, a los que se les recomendó evitar viajes innecesarios, quedarse en casa ante cualquier síntoma del virus, teletrabajar y mantener las medidas higiénicas y de distanciamiento social.

En este sentido, el director gerente del Instituto Sueco de Economía de la Salud, Peter Lindgren, advertía a “The Local” que “si la sociedad desconfía mayoritariamente del Gobierno o existe un entorno polarizado donde la estrategia sanitaria se politizaría, ésta no funcionaría”. “Pero en el Parlamento sueco -constaba el propio Lindgren- hay muy poco desacuerdo: hay un cierto desacuerdo sobre los detalles, pero todos están aceptando la estrategia general”.

Ese Parlamento aprobó en abril una ley temporal de urgencia que permite al Ejecutivo rojiverde cerrar puertos, aeropuertos, estaciones de tren, centros comerciales y restaurantes, además de redistribuir material y medicinas sin pasar por la Cámara, pero esta normativa, vigente hasta el 30 de junio, no ha sido puesta en práctica. Löfven ha preferido acatar las recomendaciones de la independiente Agencia de Salud Pública.

Si bien un reciente sondeo de Novus detecta que el apoyo al Gobierno ha caído del 63% de abril al 45% de finales de mayo, la última macroencuesta electoral de la Oficina Nacional de Estadísticas (SCB) muestra un fuerte ascenso de los socialdemócratas de Löfven. El SAP, que en la oleada de noviembre llegó a perder su hegemonía a manos de la derecha populista, obtendría si hoy se celebraran elecciones un 33,7%, cinco puntos y medio más que en las elecciones de septiembre de 2018, cuando cosechó su peor resultado en un siglo.

Entre la oposición, en cambio, no hay mucho que celebrar. El Partido Moderado lograría el 20,1%, apenas tres décimas más que en los últimos comicios, cuando estuvo a punto de ser “sorpassado” por la ultraderecha. Esta última suma un 17,1%, cuatro décimas menos que hace dos años, pero 5,6 puntos en relación al barómetro de noviembre. La caída de los populistas es un constante en los países nórdicos, sobre todo en Noruega y Dinamarca, dos de los países que mejor han afrontado la crisis sanitaria.