Europa
El cierre del «caso Olof Palme» siembra dudas en Suecia
Muerto el asesino señalado por la Fascalía, permanecerán abiertos interrogantes como el móvil del magnicidio o si se trató de una conspiración
Suecia despertó hoy con más dudas que certezas. La esperada declaración del fiscal Krister Petersson sobre el autor del asesinato de Olof Palme hace 34 años no termina de convencer ante la falta de pruebas técnicas.
El hecho de señalar al publicista Stig Engström, un ultra aficionado a las armas que se quitó la vida hace veinte años como el asesino del primer ministro, deja muchos interrogantes abiertos. ¿Por qué lo hizo? ¿Actuó solo o es el autor material de un plan urdido por los muchos enemigos de Palme?
El propio Petersson, que se hizo cargo del Grupo Palme en 2016, es consciente de que las teorías no van a acabar con el archivo de la investigación criminal más grande del mundo. «No soy tan estúpido, entiendo que las diferentes teorías de la conspiración se mantendrán a flote en la opinión pública como lo han hecho en los últimos 34 años. Pero tenemos la conclusión de que sabemos en qué podemos apoyarnos», aseguró.
«Incluso si continuamos investigando esto durante muchos años más» –insiste el fiscal– «volveríamos al hecho de que las acciones de Engström lo hacen sospechoso en este caso». Y es que el conocido como «hombre de Skandia», en alusión al nombre de la aseguradora en donde trabajaba, se inventó una coartada que buscaba convertirlo en un testigo que decía haber corrido a la escena del crimen para socorrer a Palme, un político por el que mantenía un odio público por sus políticas de izquierdas.
Su atuendo, un abrigo oscuro, un gorro de lana y gafas, así como sus contradicciones terminaron por revelar que era el asesino. “Aunque la escena era un caos, él [Engström] claramente no actuó como dijo en un primer momento que actuó”, asegura el fiscal. “Si estuvo allí, desapareció antes de que lo viera alguno de los testigos”, añade Petersson.
“No estoy seguro de que Engström fue la persona que le disparó a Olof Palme”, reconoce el jefe de la investigación policial, Hans Melander,, "pero comparto la opinión del fiscal de que debe considerarse sospechoso en la medida en que sería correcto arrestarlo, si estuviera vivo”.
Los primeros que salieron ayer a criticar las conclusiones de la Fiscalía fueron algunos investigadores que trabajaron en el caso durante las últimas tres décadas y media. Al fin y al cabo, estas revelaciones subrayarían la incopetencia de sus pesquisas al no darse cuenta de que habían tenido al asesino en frente de sus narices desde el principio.
Para Hans Ölvebro, responsable del Grupo Palme entre 1988 y 1997, «nunca nos planteamos que Engström pudiese ser el autor, más bien era un hombre confundido que no sabía qué hacía, alguien que quería parecer más de lo que era. A nadie se le ocurrió imputarlo». De la misma opinión es Lennart Gustafsson, miembro del equipo durante 32, quien resaltó que el publicista no fue considerado sospechoso porque era alguien que quería «hacerse notar, un mitómano».
Más lejos llega el ex fiscal general Sven-Erik Alhem, quien en declaraciones a la cadena de televisión pública SVT señaló que señalar a Engström supone una violación de la Comisión Europea de Derecho Humanos por no haber dado al sospechoso la oportunidad de tener un juicio justo.
«Los pensamiento de todos están con la familia hoy», señaló el primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, en el Parlamento. “Es lo más cerca que llegaremos de la verdad”, reconoce con resignación. Marten uno de los hijos de Palme, aseguró a la Prensa que se sentía satisfecho por el desenlace de la larga investigación policial y que también pensaba que Engström era el asesino. La mujer del líder socialdemócrata, Lisbet, murió en 2018 sin conocer la verdad sobre un crimen que, como dijo Löfven en el 30º aniversario, es “una herida abierta” para la sociedad sueca.
La Prensa sueca reflejaba también este jueves en sus portadas la decepción por una declaración que no aporta pruebas técnicas, entre ellas el arma del crimen, una Magnum .357 Smith&Wesson, que sigue desaparecida. «Un sospechoso, pero ninguna solución al asesinato de Palme», titulaba el diario conservador «Svenska Dagbladet».
Por su parte, el liberal «Dagens Nyheter» lamentaba que «el 10 de junio de 2020, Suecia debía tener una opción concreta para superar su trauma nacional y Olof Palme podría descansar en paz. En vez de eso, el disparo seguirá resonando y el recuerdo de la incompetencia de la Policía se mantendrá».
En un extenso artículo en su página web, la SVT habla de “decepción monumental” y “anticlímax” y resalta que ni siquiera se ha establecido un motivo claro ni pruebas técnicas para culpar a Stig Engström.
Durante estos 34 años, Chister Pettersson, un toxicómano y alcohólico que fue identificado por Lisbet Palme, ha sido el único sospechoso juzgado por el magnicidio. Pettersson, que fue detenido en 1988, fue condenado y más tarde absuelto por el Supremo por falta de pruebas. No obstante, antes de morir en 2004 confesó a sus allegados que había confundido al primer ministro con un traficante de drogas que vestía ropa parecida. Lo cierto es que hace dos años la televisión pública reveló que el policía a cargo entonces de la investigación, el inspector Thure Nässén, había ofrecido dinero a varios testigos para incriminar a Pettersson, mientras que el fiscal había ocultado pruebas que exculpaban al sospechoso.
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