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Chile

Hércules C-130, buques anfibios y helicópteros “Black Hawk”, así libra Chile la guerra contra el coronavirus

Amplio contingente militar para contraatacar al virus. Las Fuerzas Armadas ayudan a descongestionar los hospitales chilenos saturados de enfermos de covid-19

Chile despliega su maquinaria militar para la guerra contra la COVID-19
Personal sanitario de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) e integrantes del Servicio de Atención Médica de Urgencia SAMU (de naranja) llevan a un avión a un paciente crítico de COVID-19Alberto ValdesEFE

Helicópteros de combate Black Hawk, aviones de transporte táctico C-130 Hércules, buques anfibios de desembarco de tropas y decenas de hospitales de campaña forman parte del contingente militar que las Fuerzas Armadas de Chile han desplegado para contraatacar en la guerra contra la COVID-19.

Elementos pensados para momentos de conflicto bélico que en tiempos de pandemia son un valioso armamento sanitario para confrontar el avance del coronavirus SARS-CoV-2 en el país austral, que desde hace más de tres meses avanza sin atisbo de capitulación.

Un enemigo mundial que en Chile ya ha dejado más de 180.000 contagiados y 3.362 fallecidos y que tiene al sistema sanitario al borde del colapso, principalmente en las céntricas ciudades de Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, donde más de 8 millones de personas permanecen bajo cuarentena domiciliaria.

Además, el país se encuentra desde marzo bajo estado de excepción por catástrofe y toque de queda nocturno, y con las fronteras cerradas, al igual que las escuelas y los establecimientos que no sean de primera necesidad.

En ese escenario las Fuerzas Armadas ayudan a descongestionar los abarrotados recintos de salud de las zonas críticas para dar espacio a los nuevos pacientes que día a día ingresan afectados por la COVID-19.

UCI con alas

En la base de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) en el aeropuerto de Santiago un avión C-130 Hércules espera en la pista de despegue con la bodega abierta la llegada de cuatro ambulancias medicalizadas.

Personal sanitario de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) e integrantes del Servicio de Atención Médica de Urgencia SAMU (de naranja) llevan a un avión a un paciente crítico de COVID-19
Personal sanitario de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) e integrantes del Servicio de Atención Médica de Urgencia SAMU (de naranja) llevan a un avión a un paciente crítico de COVID-19Alberto ValdesEFE

El arribo de los vehículos sanitarios pone en marcha un operativo de traslado de pacientes críticos desde la capital hacia diversas regiones del país donde la pandemia es menos severa y así liberar camas UCI en los casi al límite hospitales de Santiago.

El material de vuelo C-130 es polivalente y con capacidad para hacer múltiples misiones y específicamente ahora estamos realizando traslado de pacientes críticos altamente infecciosos, con la particularidad de trasladarlos en cápsulas de aislamiento individual con presión negativa”, señaló a Efe el comandante Gino la Rosa, jefe del departamento de Aislamiento Operativo de FACh.

Al menos 77 pacientes críticos han sido trasladados en estas aeronaves, que ahora no cargan suministros para llevar a las bases de la Antártida ni ayuda humanitaria para misiones internacionales como la de Haití, sino que son una suerte de hospitales con alas con capacidad para mover hasta seis pacientes, sus respectivos equipos médicos y el personal sanitario que les atiende.

Además de los C-130 Hércules, la FACh también dispone sobre la pista de despegue de varios helicópteros “Black Hawk”, utilizados por Fuerzas Armadas de medio mundo para tareas de despliegue y evacuación en combate, que ahora son UCI unitarias para traslados de menor distancia pero con las mismas capacidades médicas que los aviones.

Buques de guerra como consultorios médicos

En el puerto de Valparaíso (centro) y anteriormente en el de Talcahuano (sur) el buque anfibio de la Armada “Sargento Aldea” hace las veces de un centro médico para atender a los enfermos con dolencias no relacionadas con la COVID-19 y liberar a los hospitales regionales para que puedan centrarse en la pandemia.

El navío, pensado para transportar a los infantes de marina hasta la cabeza de playa y ser el primer centro de auxilio para heridos en combate, tiene dos quirófanos, una UCI y 20 camas de hospitalización que ahora atienden a civiles que necesitan cuidados sanitarios de carácter leve o intermedio.

Se llegó a la conclusión de que, independientemente a la pandemia había otras cosas que se seguían produciendo, como nacimientos, enfermos de cáncer, accidentes y eran cosas que no se podían dejar de lado. Se determinó que se utilizara el buque en la realización de operaciones de mediana y baja complejidad como el que quiebre de una mano y que necesita cirugía”, indicó a Efe el comandante de la Agrupación de Buques Anfibios de la Armada Leandro Chávez.

De hospital militar a civil

La necesidad de camas críticas en Chile, sobre todo en Santiago, donde se concentran el 80 % de los contagios del país austral, hizo que el Hospital Militar del Ejército en la capital se pusiera a disposición del sistema de salud nacional para derivar pacientes desde centros médicos civiles saturados por los envites de la COVID-19.

Un paciente con COVID-19 en el Hospital Militar
Un paciente con COVID-19 en el Hospital MilitarAlberto ValdesEFE

El establecimiento sanitario del Ejército apenas contaba con nueve camas de UCI antes de la pandemia, pero tras adaptar la Unidad de Tratamiento Intermedio y la Unidad Coronaria han conseguido disponer de 34 camas críticas, todas ocupadas en la actualidad.

En estos momentos ya estamos con nuestra capacidad máxima prácticamente (...) Estamos funcionando con 34 camas críticas, lo que equivale a unas cuatro veces el número inicial con el que partimos esta pandemia”, dijo a Efe el coronel Francisco Silva, director médico del Hospital Militar.

Silva agregó que “prácticamente la totalidad del hospital está volcada a la atención de pacientes COVID-19”.

En el interior de las UCI, docenas de sanitarios velan por la salud de los enfermos más críticos desde una zona intermedia de seguridad y a través de las cristaleras de las habitaciones.

Cuando deben acceder a éstas, se enfundan sus trajes protectores en una sala intermedia de seguridad, revisan las constantes del enfermo (la mayoría en coma inducido y conectados a ventilación mecánica), regresan a la habitación intermedia, se sacan las protecciones con cuidado haciendo un ovillo con todo para arrojarlo a la basura.

El estado de cada paciente se actualiza con un rotulador de color sobre la misma puerta de cristal para que cada médico pueda leer el informe de situación desde la zona de seguridad antes de entrar al cubículo.

Estamos haciendo el máximo de los esfuerzos posibles. Estamos trabajando casi con la capacidad máxima, sin embargo esa capacidad es finita. No vamos a poder ganar esta batalla si no contamos con el apoyo de la comunidad. La gente tiene que tomar conciencia de que esta pandemia la tenemos que ganar entre todos”, indicó Silva.