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Estados Unidos

La lucha de EE UU contra el narcotráfico para ahogar al régimen de Maduro

Trump se reúne con el exilio venezolano en Florida. Destaca la misión del Comando Sur desplegada frente a las costas venezolanas y las toneladas de droga confiscadas en apenas tres meses

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, viajó ayer a Florida para visitar la sede del Comando Sur y recaudar fondos de cara a las elecciones. Mientras tanto, el condado de Miami-Dade protagonizaba un brutal aumento de los casos y las autoridades del estado barajan la posibilidad de obligar a sus ciudadanos que se queden en casa. Desde luego, eso es lo que recomendaban esta semana los expertos en enfermedades víricas de la Universidad de Harvard. Trump, que descendió del avión sin la mascarilla, habló delante de los militares del Comando Sur, trató los problemas de la seguridad en el Cono Sur y, especialmente, del narcotráfico. Poco después participó en una mesa redonda titulada «Apoyando a la gente de Venezuela».

«Lo que ocurrió en Venezuela es una catástrofe», indicó Trump en el acto celebrado en la Iglesia Doral Jesus Worship Center de Doral, en apoyo del pueblo venezolano.

No hacía falta demasiada imaginación para establecer la conexión con el narco. A principios de abril, de hecho, la Casa Blanca ordenó enviar buques de la Armada estadounidense a las costas de Venezuela. Todo esto después de que apenas una semana antes las fiscalías de Nueva York y Florida acusaran al Gobierno de Nicolás Maduro de usar el tráfico de cocaína «como arma contra Estados Unidos» y de importar «la mayor cantidad de cocaína posible en Estados Unidos».

Las cifras eran espectaculares. Hasta 250 toneladas métricas de cocaína al año durante más de una década. Y estaban a la altura de la recompensa que la Fiscalía ponía por la captura de dictador: 15 millones de dólares. El envío de buques de guerra fue saludado por el Gobierno interino de Venezuela como una «acción positiva para frenar las redes narcoterroristas que ha impulsado el régimen de Nicolás Maduro, con sus aliados del ELN, la disidencia de las FARC y otros grupos, en toda la región».

Al mismo tiempo insistía en la necesidad de que el tratamiento del problema fuese a todos los niveles, operando tanto en el frente judicial contra «los responsables del narcoterrorismo en el continente americano» como en las acciones operativas para «reducir y neutralizar la capacidad de acción de estos grupos del tráfico de drogas y armas».

El propio Trump reconoció ayer que desde que se incrementara la capacidad del Comando Sur en la región, hace tres meses, se han realizado «más de 1.000 arrestos y se han incautado de 120 toneladas métricas de narcóticos por un valor de miles de millones de dólares».

Por su parte, el secretario de Defensa, Mark Esper, indicó que por culpa del régimen de Maduro y los demás malos actores ligados a las drogas, «Estados Unidos se ve afectado por el narcotráfico, así como el pueblo de Venezuela».

Por lo demás, la Casa Blanca está inmersa en un viraje, quién sabe si decisivo o puramente cosmético, en cuanto a la retórica con la que trata a los hispanos en EE UU. Este mismo jueves, de hecho, el presidente Trump una iniciativa en favor de la Prosperidad Hispana donde, entre otras cosas, puede leerse que «el éxito de los hispanoamericanos es parte integral del futuro económico de nuestro país. Como más de 60 millones de hispanos viven en los Estados Unidos hoy en día, los hispanos son el grupo minoritario más grande del país. Los hispanos también son el grupo racial o étnico principal más joven de la nación. Generaciones de hispanos que constituyen diferentes orígenes y culturas han contribuido a construir una América fuerte y próspera. Sus contribuciones colectivas continúan un legado de inspiración que es una parte apreciada de la experiencia estadounidense».

En una declaración previa el secretario de Estado, Mike Pompeo, recordaba que la crisis en Venezuela ha llevado al exilio a casi 5 millones de personas y ha destruido el sistema educativo, la economía, la red sanitaria y la industria del país al tiempo que saltaban por los aires «los derechos humanos y las libertades fundamentales». Pompeo volvió a insistir en la necesidad de una transición negociada a la democracia como la vía «más efectiva y sostenible hacia la paz y la prosperidad». Para lograrlo habló de negociaciones, de un posible gobierno de transición y, al fin, de unas elecciones «libres y justas».

Florida, epicentro de los rebrotes

El viaje de Trump a Florida llegaba con el rebrote de covid-19 disparado, con 244.000 casos y 4.101 muertes en Florida. De hecho, sólo en las últimas horas el departamento de Salud ha reportado 11.433 nuevos casos y una avalancha de hospitalizaciones. Un nuevo récord. Todavía más preocupante es saber que las unidades de cuidados intensivos del estado están ya al 90% de capacidad. Y las fricciones que está provocando en las expectativas electorales del presidente comienzan a traslucirse también en los encontronazos, más y más frecuentes, que mantiene con sus principales colaboradores científicos en la gestión sanitaria de la pandemia.

Los principales choques han sido con el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el siempre cauto y discreto Anthony Fauci, que hace apenas una semana pronosticaba hasta 100.000 casos diarios si los estados más afectados no reaccionan de forma enérgica. Entrevistado por el “Financial Times” Fauci pronostica días sombríos y asegura que su país está en la mitad de una tormenta perfecta.

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