Estados Unidos
¿Quién es Kamala Harris, la aspirante a la vicepresidencia de Estados Unidos?
Senadora por California y ex fiscal general, es una carismática líder que suple las carencias de Biden
El gusto por el relato es una cualidad muy de nuestro tiempo. Alcanzó su paroxismo con Barack Obama, en 2008. Un candidato novedoso, elegante, al margen de las convenciones tradicionales, con ese punto de protagonista hecho a sí mismo (padre ausente, madre soltera), que tanto gusta en EE UU.
John McCain, por cierto, héroe de guerra y prisionero en Vietnam, también tenía carisma e historia para regalar.
La competición entre Donald Trump y Hillary Clinton, empero, apagó la tendencia. El millonario blanco de Nueva York, enriquecido en la construcción y famoso gracias a sus continuas apariciones en la telebasura y el colorín, y la esposa de un ex gobernador y ex presidente, ella misma ex secretaria de Estado, tenían poco que ofrecer en términos literarios. Pura élite.
Nada que ver con la refrescante y calculada insurgencia de un Obama que, casi por osmosis, iba a cambiar el guión comercial de mil y un productos, súbitamente obsesionadas las marcas, y los clientes, con conceptos como el trabajo artesano, la autenticidad y etc.
Hasta que Joe Biden designó a Kamala Harris como la elegida para acompañarlo en el «ticket» electoral. Frente a un Mike Pence, vicepresidente con Trump, que sí, es cierto, arrastra el voto evengálico, pero que también destila un indisimulado aroma a cartón piedra, e incluso frente a un Biden demasiado blanco, demasiado viejo y demasiado cauto, Harris reúne las cualidades del líder irresistible.
Complementa a su jefe en todas y cada una de las cosas que a este le faltan.
Mujer, claro, y encima negra y oriental, todavía mejor, hija de un inmigrante jamaicano, Donald Harris, en la actualidad profesor emérito de Económicas de la Universidad de Stanford, y la científica endocrinóloga Shyamala Gopalan. Con lo que responde tanto a las demandas propias de la era del «MeToo» como a explosión de indignación y rabia generada por las muertes recientes de varios ciudadanos afroamericanos a manos de la Policía.
Su carrera como fiscal en California ha sido criticada por los activistas por los derechos de los presos y los convencidos de que el sistema penal resulta en exceso punitivista y particularmente duro con los más desfavorecidos. En condiciones normales, frente a un adversario menos radical que Trump, estas cicatrices podían dejar en casa a los electores partidarios de Bernie Sanders o Elizabeth Warren. Pero entre los votantes demócratas parece cundir la contraseña de votar a quién sea, como sea, antes de permitir un segundo mandato del actual presidente.
Del otro lado, y por mucho que insistan sus enemigos, tampoco parece fácil situar a Harris, poco sospechosa de simpatías woke, entre los partidarios de liquidar los departamentos de Policía. No, Kamala Harris no es Alexandria Ocasio-Cortez.
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