Reino Unido
Johnson no logra poner orden en su Gobierno
Renuncia el asesor de ética del Ejecutivo británico por el “bullying” de la ministra del Interior y la sorprendente actitud protectora del primer ministro
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y Boris Johnson viene a corroborarlo. El primer ministro no atraviesa su mejor momento. La gestión de la pandemia es ya de por sí el mayor reto al que se ha tenido que enfrentar cualquier Gobierno en tiempos de paz. Pero en Downing Street se vive, además, un particular Juego de Tronos que no ayuda precisamente a impulsar de nuevo la popularidad del excéntrico político.
Tras la polémica salida del oscuro asesor Dominic Cummings hace apenas una semana, Johnson se vio ayer de nuevo salpicado por el escándalo al mostrar su “total confianza” hacia unos de los principales miembros del Gabinete acusado, tras una investigación interna, de haber incumplido el código de conducta.
Pitri Patel, responsable de Interior, la misma que en febrero ya protagonizó titulares que le acusaban desde “bullying” hacia el funcionariado hasta alentar a su equipo para “actuar fuera del Estado de derecho”, pidió este viernes disculpas por si sus “actuaciones en el pasado habían molestado”. Pero eso se considera insuficiente. Es la primera vez en la historia de Reino Unido que un ministro no dimite ni es despedido tras haber roto las normas. Al cierre de esta edición, seguía en su cargo.
Johnson no aprende. La defensa a ultranza que en su día realizó hacia Cummings cuando éste rompió el confinamiento le costó muy caro a su liderazgo. Así que muchos creen que es un tanto incomprensible que ahora decida mantener a Patel, perteneciente al núcleo duro euroescéptico, cuando precisamente se había comprometido a terminar con la “cultura del acoso” dentro del Número 10. Sin duda alguna, el Gobierno no lanza el mejor mensaje cuando precisamente ésta es la semana contra el “bullying”.
A raíz del apoyo de Johnson, el asesor del primer ministro sobre códigos de conducta ministeriales, Alex Allan, decidió hoy presentar su dimisión, en clara crítica a la gestión de la crisis. En la pesquisa realizada, Allan señaló que Patel no cumplió de “manera constante” los más altos niveles de comportamiento que se espera de un ministro de tratar con “consideración y respeto” a sus funcionarios.
“Su actitud en algunas ocasiones supuso un comportamiento que puede ser calificado como de acoso por la forma en que las personas se sentían”, añadió el asesor, que mencionó que hubo incluso algunas situaciones de “gritos e insultos”. “Su conducta -indicó- representó una violación del código ministerial, incluso si fue sin intención”.
El pasado mes de febrero, la dimisión del entonces máximo funcionario de carrera en Interior, Philip Rutnam, fue el detonante que llevó a abrir una pesquisa sobre el comportamiento de la ministra.
En 2017, cuando Patel era titular de Cooperación Internacional en el Gobierno de Theresa May, ya tuvo que presentar su dimisión. Aprovechó sus vacaciones de verano para viajar a Israel. Allí mantuvo reuniones con el propio Benjamin Netanyahu, varios de sus ministros e incluso los servicios de seguridad israelíes. Y, sin embargo, no comunicó ninguno de estos encuentros a Downing Street.
El escándalo con Patel mancha sobremanera una semana que era crucial para el primer ministro. Tras la salida de Cummings, cerebro de la campaña del Brexit, Johnson se había planteado iniciar una nueva era reconciliándose con sus filas, recuperando la identidad de la formación y acabando la guerra contra las instituciones, entre ellas, la propia BBC y el cuerpo de funcionario. Pero, de momento, el botón del “reset” no está dando sus frutos.
Tampoco queda muy claro quién está realmente al frente del Gobierno. Johnson, sumamente indeciso, siempre ha delegado el poder y, como ocurrió cuando fue alcalde de Londres, al llegar a Downing Street se ha rodeado de un fuerte equipo de asesores. Tras la salida de Cummings, la batuta parece que ahora la han cogido su prometida, Carrie Symonds (quien trabajó en su día como responsable de comunicación de los “tories”) y Allegra Stratton, la nueva portavoz del Gobierno.
A todo se suma, además, las dificultades añadidas de vivir la transición en confinamiento por haber estado en contacto con un diputado que dio positivo en coronavirus. Pero el tiempo pasa. En 2019, el excéntrico político consiguió una victoria apabullante para los “tories” no vista desde los tiempos de Thatcher. Los comicios se celebraron en circunstancias excepcionales: estaba el Brexit y el candidato laborista era Jeremy Corbyn, uno de los líderes de la oposición más impopulares de la historia.
El problema es que para 2024 (fecha prevista para la próxima cita con la urnas), Reino Unido ya habrá salido de la UE y como contrincante estará el moderado y respetado Keir Starmer. En definitiva, Johnson tiene que demostrar que sigue siendo la mejor opción. Pero, de momento, no logra resurgir de sus cenizas.
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