Brexit

Era post-Brexit: veto a los inmigrantes no cualificados en 2021

Se creará un sistema por puntos similar al australiano mientras que Downing Street ha avisado a las empresas de que deberán adaptarse rápido

Britain's Prime Minister Boris Johnson leaves Downing Street
Boris Johnson abandonando Downing Street. REUTERS/Simon DawsonSIMON DAWSONReuters

La inmigración fue la cuestión protagonista de la campaña del referéndum del Brexit, la misma en la que Boris Johnson se convirtió en el “rock star” de la causa euroescéptica, viajando por todo el país, prometiendo una importante partida económica para el Sistema Nacional de Salud, que luego se demostró ser falsa. Las mentiras, no obstante, fueron perdonadas por el electorado, que el pasado mes de diciembre otorgó al ahora líder tory una aplastante mayoría absoluta. Y con las riendas de Downing Street y Westminster, Johnson quiere imponer ahora un nuevo sistema migratorio que restringirá desde el primer día que acabe el periodo transición la entrada al país de los extranjeros pocos cualificados.

Aunque el Reino Unido abandonará el bloque el 31 de enero, continuará en la práctica siendo miembro de la unión aduanera y el mercado único -con la libertad de movimiento que eso conlleva- hasta finales de 2020, gracias al Acuerdo de Retirada que, contra todo pronóstico, el excéntrico político cerró con Bruselas en octubre del año pasado.

En su momento, la ex premier Theresa May -que intentó sin éxito hasta en tres ocasiones que los Comunes aprobaran el pacto que había negociado con la UE- se comprometió con los grupos empresariales a extender aún las normas migratorias hasta 2023 para dar más margen de adaptación.

Al fin y al cabo, no son pocos los que advierten de las negativas consecuencias para la economía del país si se acaba con la mano de obra. En el sector agrícola, por ejemplo, 80.000 personas son reclutadas cada año para trabajo estacional y los empresarios aseguran que siempre existen problemas para conseguir empleados británicos.

Pero está claro que Johnson se quiere distanciar lo máximo posible a su antecesora. Y tan pronto como esta semana, su ministra de Interior, la euroescéptica Pitri Patel, presentará la medida al Gabinete para restringir la entrada de extranjeros no cualificados tan pronto como sea posible.

En este sentido, una fuente de Downing Street recalcó a “The Sunday Telegraph”: “Necesitamos generar cambios y las empresas deben estar preparadas para que la migración incontrolada de trabajadores poco cualificados termine a finales de este año”.

La medida enfrentará al Ejecutivo con la Confederación de la Industria Británica, que ha insistido en repetidas ocasiones que las empresas necesitarán “al menos dos años para adaptarse a cualquier nuevo sistema de inmigración”.

Pero el premier hace oídos sordos. Su objetivo ahora es imponer un nuevo sistema basado en puntos al estilo de Australia, para abrir las puertas sólo a aquellos extranjeros que las autoridades consideren pueden aportar su experiencia para mejorar la sociedad. Durante la campaña electoral de los comicios de diciembre, el premier ya adelantó que sólo se permitirá la entrada de “menos cualificados” si hay una “escasez específica” de personal en determinados sectores, como la construcción.

Como parte de su plan de “recuperar el control”, el premier no está dispuesto a ampliar el periodo de transición, en el que Londres y Bruselas deben negociar ahora sus futuras relaciones. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ha advertido que se trata de un plazo demasiado corto para poder cerrar un acuerdo comercial “ambicioso”. El Gobierno británico podría extenderlo por uno o dos años si lo notifica a la UE en verano. Pero Johnson no tiene ninguna intención de alargar plazos.

En este sentido, los ministros de su Gabinete han retomado silenciosamente las reuniones que tuvieron en su momento ante la posibilidad de un Brexit abrupto, para prepararse ahora ante lo que han bautizado como “diciembre desordenado”. Y es que, en caso de que finalmente ambas parte no pudieran cerrar un acuerdo comercial, sus relaciones tendrían que regirse simplemente por las bases de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Asimismo, para presionar ahora a Bruselas -a la que ha advertido ya que el Reino Unido no se alineará con la normativa comunitaria- , Johnson quiere negociar paralelamente nuevos pactos con Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda, lo que subraya la visión del premier de transformar ahora al país en un “Reino Unido global”.