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La economía alemana tras 15 años de Merkel: muchas luces y también sombras
Alemania ha cerrado con superávit los últimos seis ejercicios y reducido la deuda en 20 puntos porcentuales desde 2010, pero tiene déficit en inversiones y atraso en digitalización
La canciller alemana, Angela Merkel, puede anotarse un puñado de éxitos económicos en sus quince años al frente de la locomotora europea, pero los expertos no dudan en matizar los logros, señalar las carencias y alertar ante los retos. A menudo calan sólo los titulares. Alemania ha cerrado con superávit los últimos seis ejercicios y reducido la deuda en 20 puntos porcentuales desde 2010, el empleo y las exportaciones llevan una década marcando máximos y la economía ha crecido en 13 de los últimos 15 años.
Luego está la letra pequeña. Del atraso en la digitalización y la implantación de la banda ancha a la falta de impulso en la descarbonización de la industria y el déficit de inversiones, debilidades que la irrupción de la pandemia ha evidenciado y reforzado. “Podemos decir claramente que los últimos diez años han sido buenos. Quizá no dorados, pero bastante buenos”, afirma a Efe el profesor de la Universidad de Friburgo Lars Feld, presidente de “los cinco sabios”, el grupo de economistas que asesora al Gobierno alemán.
Los Ejecutivos de Merkel, coaliciones de conservadores con socialdemócratas y con liberales, han logrado a su juicio un “equilibrio” entre la “solidez” presupuestaria, con su énfasis en el “déficit cero” y la reducción de la deuda, y la “solidaridad”, con el aumento de las partidas sociales.
No comparte esta opinión el profesor de la Universidad de Würzburg Peter Bofinger, voz disidente de “los cinco sabios” entre 2004 y 2015. Asegura a Efe que la política económica de la canciller ha sido eminentemente reactiva y “no conformadora”, “sin agenda” ni “grandes proyectos de reforma”.
“La economía alemana no se encuentra en una mala situación. Pero podría ser más dinámica, podría estar más integrada en Europa. Tras la crisis de la deuda se perdió la oportunidad”, señala Bofinger, que cree que a Alemania le ha ido bien en los últimos años, pero “a Europa muy mal”. Alemania, explica, podría haber sido “más flexible” y hacer hincapié en lo digital y la sostenibilidad -donde el Estado ha sido “muy pasivo”- y a la vez haber hecho a Europa “más fuerte” y “más competitiva”.
El director ejecutivo y economista jefe del Instituto de la Economía Alemana (IW) Hubertus Bardt, reconoce a Efe que los últimos 15 fueron “buenos años”, aunque no siempre a consecuencia de la política del Ejecutivo, y apunta que Merkel se benefició de las reformas de su predecesor, Gerhard Schröder.
La austeridad
La austeridad, elemento clave en la política económica de la canciller, genera opiniones encontradas. Feld y Bardt argumentan que el grueso de la consolidación se debe al crecimiento, una mayor recaudación fiscal por el aumento del empleo y los tipos en mínimos. Y no tanto por medidas de ahorro. Bofinger lamenta que Alemania no haya aprovechado su “potencial financiero” al apostar por el “déficit cero”, porque con los intereses de la deuda alemana en negativo la austeridad “no tiene sentido”.
En su opinión, el gobierno debería haber incentivado la innovación en las pymes e invertido “mucho más” en infraestructuras (transporte, internet) y formación, aliviando la escasez de profesionales cualificados. Feld estima que se ha “hecho mucho” en I+D, pero reconoce que algunas infraestructuras están “anticuadas” y que es preciso pisar el acelerador en 5G, banda ancha y redes eléctricas. Bardt afirma que Alemania “necesita ponerse al día” en inversión pública y privada.
El coronavirus y el futuro
Todos respaldan la respuesta económica del Gobierno alemán al coronavirus y valoran el paquete de impulso de hasta 750.000 millones de euros y ayudas a empresas y autónomos, familias y consumidores. Feld recalca que la consolidación previa ha posibilitado esa potente respuesta y Bardt advierte que los “daños estructurales” que infringen las restricciones ralentizan la recuperación.
Los tres coinciden en señalar al cambio climático como el principal desafío de futuro y critican que el Gobierno haya tardado tanto en introducir sistemas de tarificación de las emisiones de CO2 para promover la reducción de emisiones. “El cambio climático es peor que el coronavirus. Si con el coronavirus se puede poner en marcha un fondo europeo porque supone una amenaza existencial, ¿por qué con el clima no?”, se pregunta Bofinger.
Otros retos, concuerdan, son la digitalización y la apuesta por tecnologías estratégicas -como la inteligencia artificial, el desarrollo de baterías y las posibilidades energéticas del hidrógeno- para asegurar la competitividad futura de la mayor economía europea. EFE
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