Elecciones EE UU
La carrera por el poder en EE UU tiene hoy, 5 de enero, una de sus etapas decisivas. Están en juego dos escaños del Senado por Georgia. Si ganan los candidatos demócratas, sin confirman el vuelco azul de un estado tradicionalmente republicano, tendrá lugar un empate en la cámara, roto merced al voto de calidad de la vicepresidente, Kamala Harris. El nuevo gobierno tendrá entonces alineado al legislativo y la relativa decepción del 3 de noviembre -triunfo de Joe Biden pero derrota de demasiados congresistas- trocará en una victoria inapelable.
Por contra, si los republicanos consiguen al menos uno de los escaños en juego podrán poner un dique entre las políticas demócratas y la capacidad del nuevo presidente para sacarlas adelante.
Joe Biden, que siempre alardea de su capacidad para tender puentes con sus oponentes, acusado de blando y equidistante por el ala más radical de los suyos, tendrá entonces que negociar con la mayoría liderada por Mitch McConnell, archienemigo político y reconocido amigo personal.
Campaña hasta el último minuto
Por de pronto Biden enfiló Georgia, el mismo estado que ganó por algo menos de 12.000 votos, dispuesto a hacer campaña. El que fuera vicepresidente con Barack Obama tenía previsto hacer campaña en Atlanta. No es la primera vez que Biden acude a Georgia para apoyar a los aspirantes demócratas.
Todo esto, claro, a menos de 48 horas de que el Congreso firme el resultado del Colegio Electoral, tal y como han pedido expresamente los líderes del partido en las cámaras, o bien provoque la mayor crisis constitucional desde la Guerra de Secesión.
La carta más dura
El empeño por revertir los resultados electorales, capitaneado por el mismo Ted Cruz que en 2015 fue repetidamente insultado por Donald Trump, recibió este fin de semana una respuesta histórica. Venía firmada por todos los secretarios de Defensa vivos. La mayoría republicanos. Incluidos los secretarios que ejercieron en el Gobierno de Trump.
Entre otras cosas afirman que «Las elecciones han tenido lugar. Se han realizado recuentos y auditorías. Los tribunales han abordado los desafíos apropiados. Los gobernadores han certificado los resultados. Y el colegio electoral ha votado. Ha pasado el momento de cuestionar los resultados. Ha llegado el momento del cómputo formal de los votos del colegio electoral, según lo prescrito en la Constitución». El papel, que advierte del peligro de involucrar al ejército, lleva la rúbrica de Ashton Carter, Dick Cheney, William Cohen, Mark Esper, Robert Gates, Chuck Hagel, James Mattis, Leon Panetta, William Perry y Donald Rumsfeld.
Trump, entre tanto, también tenía previsto viajar a Georgia para hablar en favor de los candidatos republicanos, Kelly Loeffler y David Perdue. Su visita llegará después de que el país descubriera que su presidente había llamado durante el fin de semana al secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, para que «recalcule» los resultados electorales y «encuentre» los 11.780 votos votos que necesitaba para ganar.
Conversación explosiva
Su conversación, adelanta por The Washington Post, exhibe a un presidente que no duda en presionar al hombre encargado de certificar los resultados electorales, mientras insiste en el supuesto fraude electoral, nunca sustanciado, y cita todas y cada una de las teorías de conspiración que florecen en las redes sociales.
De vez en cuando Trump no dudó en amenazar de forma más o menos velada a Raffensperger, a los que acusa de ser cómplices en el supuesto delito. El secretario, por contra, le respondió una y otra vez que los resultados han sido verificados y que no hay sombra de sospecha.
Claro que las parrafas de Trump palidecen frente a las que vertió el pasado 1 de enero uno de los abogados de su campaña electoral, Lin Wood, que no dudo en tuitear que el vicepresidente, Mike Pence, debería enfrentar «la ejecución por un pelotón de fusilamiento». De paso acusó a Pence de «cobarde» y concluyó que una vez delante los fusiles «cantará como un pájaro y confesará TODO».
Revés en los tribunales
Sus comentarios llegan semanas después de que el Tribunal Supremo, con mayoría de jueces conservadores, tres de ellos directamente nominados por Trump, rechazara estimar la querella presentada por el fiscal general de Texas para revocar los resultados electorales en varios Estados.
Una derrota que debe añadirse a las decenas de reveses judiciales ante los tribunales locales y federales y ante los jueces del Supremo de Estados como Wisconsin, Pensilvania o Nevada, que han tumbado todas las demandas interpuestas por el equipo legal de Trump.
No en vano William Barr, el fiscal General con George H. W. Bush, y con el propio Trump hasta el pasado 23 de diciembre, ya dijo que «hasta la fecha, no hemos visto fraudes a una escala que pudiera haber provocado un resultado diferente en las elecciones». Con este escenario los comicios de Georgia tienen visos de guerra total.