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Socialismo del siglo XXI

Rafael Correa y el despertar del peor fantasma en América Latina

La democracia ecuatoriana necesita oxigenarse. Si Andrés Arauz gana la segunda vuelta, su mentor será, con toda seguridad, la sombra detrás del poder, es decir, el verdadero poder

El ex presidente de Ecuador Rafael Correa en Ciudad de México José MéndezEFE

Las elecciones presidenciales en Ecuador marcan un punto de inflexión en la carrera política de Rafael Correa. El ex presidente ecuatoriano, aliado de Chávez y Maduro, de la dictadura cubana y de los Kirchner en Argentina, vive la campaña electoral prófugo de la justicia y desde Bélgica.

Está declarado culpable por recibir sobornos de empresas nacionales e internacionales, incluida la brasileña Odebrecht. En este sentido, la única oportunidad que tiene para regresar y reiniciar su vida política sería a través del triunfo de su delfín político, Andrés Arauz. Si este joven político leal al «correísmo» consigue la presidencia, su mentor será, con toda seguridad, la sombra detrás del poder, es decir, el verdadero poder.

En los últimos días de campaña, surgió un video del Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo guerrillero colombiano de izquierda y en la clandestinidad. Se sabe de la actividad delictiva de dicho movimiento. En el video reafirmaban su apoyo al candidato Arauz. Al mismo tiempo, el medio colombiano “Semana”, publicó un reportaje que informa sobre la donación de 80 mil dólares estadounidenses (unos 65 mil euros) por parte de los guerrilleros a la campaña del candidato de Correa.

Uno de los peligros que corre el Ecuador con la candidatura del joven aliado de Correa, es precisamente la posibilidad de que el país se convierta nuevamente en santuario de dicho grupo terrorista, tal y como ocurrió durante los diez años de mandato del ex presidente Correa. En este sentido, la participación e intento de influir en las elecciones por parte del ELN, resulta una variable creíble y a tomar en cuenta. Con un Gobierno en Colombia, como el actual, decidido a combatir tanto a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como al ELN, resulta apetecible para dichas facciones armadas, un país que les permita autonomía para conspirar y libre hospedaje.

Correa ha negado continuamente los nexos con la guerrilla colombiana. Las pruebas sobre ciertos vínculos existen y deben prender las alarmas del mundo democrático. Ciertamente, el amigo de Maduro y aliado de la revolución cubana, está jugando un rol importante durante estos días. No dejó la presidencia en el 2017 con números bajos. Por tanto, con la tentación de volver y junto a un carácter y estilo unipersonal, lo hace un perfil llamativo e importante dentro del juego político de su país.

En un período electoral marcado por el escepticismo, la indecisión y la desmovilización, queda claro que sin importar el resultado, la democracia ecuatoriana necesita oxigenarse. El presidente Lenin Moreno se va de la presidencia con menos del 10% de aprobación. Y precisamente este número representa un síntoma del hartazgo ciudadano que reina en el país andino. En este sentido, resultaría desalentador si Correa vuelve a la arena política. Se podría despertar nuevamente el fantasma que una vez recorrió América Latina y que tanto daño hizo con Chávez y los Castro: el socialismo del siglo XXI.

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