Opinión

El caso de Bolivia y la paradoja de la democracia en América Latina

De nada le ha servido a Jeanine Áñez convocar elecciones y entregar pacíficamente el poder de vuelta al MAS de Evo Morales

Manifestaciones contra el presidente de Bolivia, Luis Arce, y a favor de la liberación de las autoridades bolivianas anteriores
Manifestaciones contra el presidente de Bolivia, Luis Arce, y a favor de la liberación de las autoridades bolivianas anterioresDAVID MERCADO

El arresto de la ex presidenta de BoliviaJeanine Añez, acusada nada menos que de terrorismo, vuelve a poner al descubierto la paradoja de la democracia en un región todavía plagada por revoluciones ideológicas de vocación totalitaria, que impiden la consolidación de sistemas democráticos con alternancia real, separación de poderes y legalidad. La paradoja, que no es nueva, consiste en aceptar dentro del juego democrático a actores cuyo objetivo es eliminar la democracia, porque se asumen revolucionarios anti sistemas que pretenden perpetuarse en el poder para ejercerlo de forma absoluta. “El fin justifica los medios”.

Combatir democráticamente a esos fósiles vivientes del comunismo es quizá el mayor reto en América Latina, entre otras cosas porque los totalitarios todavía actúan con una impunidad espeluznante, mientras criminalizan sin complejo toda disidencia democrática. En el caso de Bolivia, a pesar de que Evo Morales cometió un golpe de Estado con su candidatura inconstitucional para un cuarto período consecutivo y con un fraude electoral comprobado, fue la presidenta interina Añez la que terminó tras las rejas acusada de terrorismo. De nada le sirvió convocar elecciones y entregar pacíficamente el poder de vuelta al MAS, lo que permitió que volviera Morales a Bolivia para emprender esta nueva persecución como venganza, mandando el claro mensaje de que sigue pretendiendo ejercer el poder eternamente y sin límites. Nos imaginamos que el movimiento feminista mundial no tardará en condenar esta injusticia.

No es casualidad que una semana antes del arresto de la ex presidenta, el partido de Evo Morales perdiera las elecciones en ocho de las diez principales ciudades de ese país. La sustitución de popularidad por autoritarismo es una de las recetas clásicas de los totalitarios. Pero el fondo de la paradoja responde a una premisa concreta e incuestionable: Los revolucionarios acceden al poder como sea y una vez que lo obtienen lo ejercen sin límites para perpetuarse. Llámese nazismo, comunismo o socialismo del siglo veintiuno, es la misma historia. Por eso satanizan los pactos de Estado o acuerdos de gobernabilidad, cambiando la constitución unilateralmente y sometiendo todos los poderes, sobretodo el judicial.

Entonces, ¿cómo alternarse democráticamente con ellos? Lo sucedido en Bolivia deja sin respuesta esta pregunta, lo que nos lleva a una aún más existencial: ¿Qué hay que hacer para consolidar las democracias en América Latina? Mientras lo averiguamos que no se nos olvide al menos que el problema no es electoral, sino la ausencia absoluta de un Estado de Derecho que limite el poder y garantice los derechos de los ciudadanos.