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Somalia vuelve a asomarse al abismo

Fuerzas opositoras somalíes se acercan al palacio presidencial y soldados amotinados se sitúan en posiciones clave

Fuerzas militares que apoyan a los grupos de oposición antigubernamentales toman posición en una calle del área de Fagah en Mogadiscio, Somalia
Fuerzas militares que apoyan a los grupos de oposición antigubernamentales toman posición en una calle del área de Fagah en Mogadiscio, SomaliaFarah Abdi WarsamehAP

Somalia no ha sido nunca un ejemplo de estabilidad, pero estos últimos días vuelve a asomarse peligrosamente al abismo. El detonante ha sido el aplazamiento de las elecciones y la consiguiente prolongación del mandato del presidente Mohamed Abdullahi ‘Farmaajo’. Las inmediaciones del palacio presidencial en Mogadiscio han sido escenario de protestas y enfrentamientos entre partidarios y detractores del mandatario, con fuego contra manifestantes e impacto de proyectiles de mortero, incluidos. Soldados amotinados se han colocado en lugares clave con ametralladoras montadas en camiones y advierten de que no están dispuestos a aceptar ninguna deriva autoritaria.

Somalia sufre desde hace tres décadas una crisis permanente y ahora parece una bomba de relojería a punto de estallar. Y las milicias islamistas de Al Shabab, que pretenden instaurar un estado islámico, se frotan las manos ante un nuevo episodio de inestabilidad en este país del Cuerno de África marcado por la caída en 1991 del dictador Mohamed Siad Barre, que desató una guerra civil.

Quema de fotografías del presidente somalí
Quema de fotografías del presidente somalíFarah Abdi WarsamehAP

La elección del que fuera primer ministro Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo en 2017 como presidente federal abrió las puertas a la esperanza. Se comprometió a buscar la paz y la unidad del país (Somalilandia se declaró independiente en 1991). Entre sus titánicos retos estaban combatir la eterna corrupción, la bancarrota, la dura crisis humanitaria y, por supuesto, celebrar elecciones. Pero los comicios, previstos para principios de febrero, se han retrasado en medio de disputas entre el gobierno federal y los estados de Puntlandia y Jubbaland junto con la oposición. La Cámara del Pueblo (Cámara Baja del Parlamento somalí) aprobó una prórroga de nada menos que dos años del mandato del Gobierno. El presidente firmó el martes la ley, pese a la negativa de la oposición, que denuncia inconstitucionalidad e ilegitimidad.

Así que ahora, al terrorismo yihadista y a las disputas de la región, se le suma el descontento de parte de las fuerzas de seguridad y los enfrentamientos en las calles. Una situación que acaba con el acuerdo alcanzado el pasado 17 de septiembre por Farmaajo y los cinco líderes regionales de Somalia sobre el modelo de votación parlamentaria y presidencial. Este pacto abandonó la promesa de “un hombre, una voz”, un ambicioso objetivo que Somalia se había propuesto inicialmente para celebrar sus primeras elecciones plenamente democráticas desde 1969, pero que tropezó con múltiples desacuerdos políticos y especialmente por razones de seguridad. El país ha llegado a un punto muerto, del que los líderes regionales y el presidente se culpan mutuamente.

Los organismos internacionales llaman con urgencia al diálogo para evitar el caos.