Desafío de Bielorrusia

Lukashenko justifica el “secuestro” del avión: «Estamos en medio de una guerra híbrida moderna»

El mandatario bielorruso argumenta que el periodista detenido, Roman Protasevich, planeaba una «masacre»

El presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko
El presidente de Bielorrusia Alexander LukashenkolarazonAP

El presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, quiso este miércoles dar su versión de los hechos sobre el desvío el pasado domingo del avión de Ryanair que cubría la ruta entre Atenas y Vilna y que fue obligado a aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Minsk, después de un aviso de bomba que resultó ser falso.

El mandatario, que aparecía por primera vez ante los medios después del incidente, defendió en todo momento el método de actuación llevado a cabo por las autoridades militares de dicho país y acusó a Occidente de estar detrás de toda la polémica afirmando que todo fue parte de una “provocación planificada” para desestabilizar a su país. Según Lukashenko, la amenaza de bomba fue real y llegó desde Suiza a través de un correo electrónico firmado por “soldados de Hamás”, siendo recibido en el aeropuerto internacional de Minsk, a pesar de que esta organización palestina negó los hechos nada más producirse.

Un caza MiG-29 del ejército bielorruso escoltó al avión comercial amenazado “para garantizar la seguridad” de las personas que se encontraban, no solo dentro de la aeronave, sino también fuera, ya que según ha explicado el presidente volaba cerca de la central nuclear de Astravets. “¿Chernóbil no fue suficiente? Si hubiera una bomba a bordo del avión y los terroristas quisieran hacerla explotar no podríamos haber ayudado. Pero no podía dejar que el avión cayera sobre la cabeza de nuestra gente”, explicó Lukashenko, siempre firme en su versión.

El líder bielorruso no duda que hay una mano negra detrás de todo esto y afirmó convencido que la “guerra” puesta en marcha de manera soterrada por algunos países occidentales solo busca un ataque a ese país soberano y a su aliado más cercano, Rusia. Nada más aterrizar, el avión de la compañía irlandesa, con 120 pasajeros a bordo, fue inmovilizado y abordado por las fuerzas de seguridad bielorrusas, que detuvieron de inmediato al activista Roman Protasevich, exiliado en Lituania desde 2019 y al que el gobierno de Lukashenko acusa de organizar las protestas que han tenido lugar en Bielorrusia desde el pasado mes de agosto.

Protasevich y su novia, Sofia Sapega, siguen actualmente detenidos, en paradero desconocido y sin poder contactar con sus abogados, según fuentes de la oposición. El activista opositor se enfrenta a varios cargos graves, entre ellos el de incitación al desorden público y al de odio social, que podrían privarle de libertad durante más de 12 años. Si fuese acusado de terrorismo podría ser condenado a la pena de muerte.

Mientras, la Unión Europea y los Estados Unidos exigen su inmediata puesta en libertad después de haber puesto en marcha, en el caso de Bruselas, una serie de sanciones que podrían ampliarse en breve. Al referirse a Protasevich, el presidente bielorruso lo incluyó en un grupo de gente “extremista y malvada” que “dentro y fuera del país” está intentando “atacar al Estado”. El activista detenido fundó los canales de Telgram Nexta y Nexta Live, acusados desde el Gobierno de ser utilizados como instrumentos de desestabilización financiados por Occidente.

Stepan Putilo, cofundador de estos canales junto con Protasevich también está considerado por el régimen de Minsk como agente extremista después de que declarara en septiembre de 2020 que recibían financiación del exterior y que participaron de manera activa en las revueltas sucedidas en Ucrania en 2014 que provocaron la huida del presidente Viktor Yanukovich.

Lo ocurrido este pasado domingo no ha hecho más que acrecentar la desconfianza de la Unión Europea a Bielorrusia, acordando este lunes prohibir a las compañías bielorrusas sobrevolar el espacio aéreo comunitario y aterrizar en sus aeropuertos además de pedir a las aerolíneas europeas evitar el espacio aéreo de esta ex república soviética, esta prohibición también se extiende a las conexiones por vías férreas y podría ser ampliada.

Además del boicot, Bruselas también anunció la congelación de 3.000 millones de euros de ayudas a Minsk, algo que sin duda va a reforzar el giro efectuado por el régimen de este país hacia su vecino ruso, que desde la caída de la Unión Soviética, en 1991, y sobre todo, desde la llegada al poder de Aleksandr Lukashenko, en 1994, ha sido su mayor apoyo.

La líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanovskaya, que sigue acogida en Lituania después de escapar de su país poco después de las elecciones presidenciales, pidió hoy nuevas movilizaciones contra el eterno presidente y propuso a la comunidad internacional, en especial a Estados Unidos y la Unión Europea, seguir tomando medidas de presión en contra del régimen de Lukashenko.