Covid-19
La guerra del coronavirus
Quedará la duda de si la propagación de la Covid 19 se debió a un accidente en un laboratorio o fue el resultado de una transmisión en la que no intervino la decisión humana
Ahora que se advierte la posibilidad de que, en un tiempo razonable, comience a estar controlada la pandemia, al menos en algunas zonas del mundo, parece que se despierta de nuevo el debate que surgió a primeros del año 2020 relativo a dónde estaba el origen de la Covid-19. El asunto tuvo ciertamente tuvo poco recorrido entonces y apenas interesó a la opinión pública mundial.
Sin embargo, el último dardo lanzado recientemente por los Estados Unidos en la línea de que el virus comenzó en un laboratorio de Wuhan no ha gustado en absoluto, como es lógico, a las autoridades de Pekín que han reaccionado insinuando que el origen del virus podría estar precisamente en los Estados Unidos. Es claro que, con el tiempo, iremos asistiendo a episodios de esta naturaleza y que será sumamente difícil conocer la verdad de dónde comenzó todo.
En realidad, las acusaciones que se profieren en este sentido son un arma útil para los enfrentamientos recurrentes entre las dos grandes potencias y muchas veces quizá son el preludio de negociaciones que deben llevar a cabo los Estados en temas de carácter económico y comercial e, incluso, político. Pero el asunto, más allá de los componentes de distracción que tiene, adquiere una importancia capital. Las consecuencias de la pandemia son lo suficientemente graves y dolorosas para que se asumiera, primero, una responsabilidad política internacional; y segundo, que se hiciera efectiva la exigencia de reparación de los daños causados.
Desde luego, será muy difícil obtener cualquier tipo de indemnización y, con toda seguridad, siempre se negará que exista culpa o negligencia en la expansión del virus. Las relaciones internacionales y de poder en el orden internacional son tan complicadas que, al final, quedará la duda de si la propagación de la Covid 19 se debió a un accidente en un laboratorio o fue el resultado de una transmisión en la que no intervino, en modo alguno, la decisión humana. Pero, entretanto, las grandes potencias seguirán en un enfrentamiento verbal, cuando interese, que no conduce a ningún destino.
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