Afganistán

Negociar con los terroristas, un mal negocio

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Se monta toda una parafernalia, que aún se mantiene, para unas conversaciones en las que, al menos visto desde la distancia, lo único que han servido es para que los integristas ganaran tiempo para organizar la actual ofensiva y se quitaran de en medio a su principal enemigo, la coalición internacional, liderada por los Estados Unidos, lo único que les frenaba.

Hace unos meses ocurrió en Mali. Siempre con Al Qaeda en la sombra. Los yihadistas del JNIM lograron la libertad de más de 200 terroristas y una importante cantidad de dinero a cambio de la liberación de varios rehenes secuestrados, entre ellos una francesa que, nada más llegar a París, dijo que se había convertido al Islam. El “síndrome de Estocolmo” en grado sumo.

Los militares galos de la operación Barkhane pusieron el grito en el cielo y advirtieron del peligro de hacer estas cosas, aunque, lógicamente, siguieron con sus operaciones contra los terroristas. En una de ellas lograron abatir al jefe de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), Abdelmalek Droukdel. Y... ¿quién era su chófer?. Pues uno de los 200 liberados, que, como casi todos, había vuelto a las andanzas criminales.

Los responsables de Barkhane, pese a los anuncios del presidente Macron de reducción de esfuerzos (que no deben confundir a nadie) van a seguir con su labor antiterrorista y tienen como objetivo preferente a Iyad Ghali, el cabecilla del JNIM, la franquicia de Al Qaeda en el Sahel.

En España se ha construido, y se persiste en ello, porque interesa políticamente a algunos, que ETA dejó de matar gracias a las negociaciones de los socialistas. No fue así. La banda no tuvo más remedio que dejar las armas porque estaba acorralada por la Guardia Civil, con la inestimable colaboración de las autoridades francesas. Cada vez que daban un pasó, sí salían la foto...la de la ficha policial que se les abría.

La estrategia etarra, liderada por los miembros de su “aparato político” en la legalidad, les ha dado unos resultados óptimos. ¡Que fácil resulta comprar la supuesta “paz” y el buenísmo!.

Ahí está EhBildu, socio indispensable, como el PNV, para que Pedro Sánchez gobierne en España; y María Chivite, en Navarra. El pago, uno de ellos, son los presos que, como el anuncio del turrón, estarán en casa por Navidad al ritmo que van los acercamientos y libertades de todo tipo.

Dejaron de matar, sí, pero sin arrepentirse (lo de las cartas que firman es una farsa), sin pedir perdón a las víctimas y sin colaborar con la Justicia para esclarecer los centenares de crímenes cuya autoría se desconoce.

Mientras la Guardia Civil, en el tramo final porque no se puede olvidar la labor de la Policía, les venció operativamente, se montó el “akelarre” de las declaraciones de fin de actuaciones (como invitado estelar, “Josu Ternera”, que aún estaba en la clandestinidad), la entrega de las armas (no todas), etcétera, que tan buenos réditos les ha dado.

Algunos estarán contestos, en especial los terroristas y los que les apoyan (sin olvidar a los “mediadores”, que no lo han hecho gratis); pero que se pregunte a las víctimas si negociar con los criminales es un buen negocio o no.

Y que se les pregunte también a los afganos que tienen que abandonar precipitadamente su país por haber colaborado con la Coalición Internacional porque son conscientes del fin que les espera si caen en manos de los talibanes. Y sin posibilidad de refugiarse en lalunas embajadas que, a este paso, van a quedar como edificios vacíos.