Juicio histórico
Salah Abdeslam, único superviviente de los autores de los atentados de París: “Soy un soldado del Estado Islámico”
El terrorista de la célula que atacó en 2015 la capital francesa habla en el primer día del juicio por los atentados que sembraron el pánico en la ciudad
“Soy un soldado del Estado Islámico”. Con estas palabras inició lo que ya se considera “el juicio del siglo” en Francia: el mega-proceso que juzga los atentados de París perpetrados el 13 de noviembre de 2015 y que causaron la muerte de 130 personas en una sola noche.
Es el discurso de Salah Abdeslam, el acusado más importante del juicio, el único sobreviviente del comando que ejecutó los atentados. En una primera intervención, vestido de negro y con el cabello engominado, se niega a dar sus apellidos y a declarar a qué se dedica.
“Los nombres de mi madre y de mi padre no tienen nada que ver aquí. Yo abandoné mi profesión para convertirme en combatiente del Estado Islámico. No hay otra divinidad que Alá y Mahoma es su mensajero” fueron las sorpresivas declaraciones de Abdeslam justo al iniciarse el proceso en el Palacio de Justicia este miércoles.
Sorpresivas porque, desde su detención en Bélgica en 2016, Abdeslam se ha refugiado en el derecho legal de no declarar. Dos de sus antiguos abogados abandonaron su defensa justamente por esa razón. Si Abdeslam no habla, no se conocerán los detalles de los atentados y el proceso tendrá un enorme vacío de información, pero el acusado tampoco podrá negociar una reducción de pena ante la justicia francesa. Quid pro quo.
Esto parece haber cambiado tras la presión de su tercera y actual abogada, Olivia Ronen, joven desconocida de 31 años que, al parecer, le habría dado un ultimátum: “La única manera de aceptar tu defensa es que abras la boca”. Y hoy Abdeslam, al menos para confesar su fe radical, así lo ha hecho.
Y vaya que ha hablado en esta primera jornada de juicio. Más que hablado, Abdeslam ha gritado a todo pulmón que “lo tratan como a un perro”. Con el dedo medio bien levantado hacia el presidente de la Corte, vociferó lo siguiente: “Aquí todo es bonito, hay aire acondicionado, pantallas gigantes, pero allá arriba, nos tratan como perros. Nunca me he quejado porque sé que resucitaré y seréis vosotros quienes rendiréis cuentas”.
Abdeslam ya fue condenado en Bélgica a 20 años de prisión por haber atacado a un grupo de policías el 18 marzo de 2016, cuatro días antes de los atentados registrados en el aeropuerto y el metro de Bruselas, que dejaron 32 fallecidos.
Además, era amigo de infancia de Abdelhamid Abaaoud, quien fuera coordinador de varios ataques armados en Europa y líder operativo de los comandos del 13 de noviembre. El hermano de Salah Abdeslam, Brahim, también participó en los atentados, activando su cinturón de explosivos en el bar “Comptoir Voltaire” en pleno centro de París.
Pero Abdeslam, la “vedette” de los acusados, es sólo la punta del iceberg. El juicio del siglo conlleva una enorme masa de actores que llenará el Palacio de Justicia durante nueve meses: 1.800 demandantes, 330 abogados y centenas de medios de comunicación de todas partes del mundo. Los acusados también son numerosos: 14 presenciales y 6 juzgados en ausencia. Veinte en total.
El hombre del sombrero
Durante las investigaciones que se desarrollaron en conjunto entre Francia y Bélgica, un hombre aparece en un vídeo de seguridad del aeropuerto de Zaventem acompañando a dos de los yihadistas que se inmolaron en marzo de 2016 en Bruselas. Lleva un sombrero azul que le valdrá de ahí en adelante el apodo del “hombre del sombrero”.
Se trata de Mohamed Abrini, belga de origen marroquí de 36 años, quien hoy es juzgado por haber acompañado a los comandos del 13 de noviembre en París y haber participado en su financiación y suministro de armas. Es amigo de la infancia de los hermanos Abdeslam.
Además de Abrini y Abdeslam, otros 12 acusados están presentes en el Palacio de Justicia. La mayoría posee la nacionalidad belga, lo que les permitió- hasta su detención- circular libremente por la Unión Europea.
Mohammed Amri et Hamza Attou, por ejemplo, están acusados de haber ido a buscar en coche a Salah Abdeslam a París en la noche del 13 de noviembre para llevarlo de vuelta a Bruselas.
Yassine Atar, de 35 años, es sospechoso de haber tenido acceso o proveer a Salah Abdeslam del piso que le sirvió de escondite en Bruselas después de los atentados de París. Es el hermano menor de Osama Atar, a quien los investigadores consideran uno de los cerebros de la planificación de los ataques en París y Bruselas, desde Siria. Osama Atar también es juzgado en ausencia, pues se cree que falleció en un ataque de la coalición internacional en Siria en 2019.
En el banquillo de los acusados, vimos también este miércoles a Farid Kharkhach, de 39 años, acusado de haber forjado papeles falsos a la célula yihadista que perpetró los ataques del 13 de noviembre. En mitad de la audiencia, el hombre sufrió una especie de desmayo, que provocó la suspensión momentánea de la sesión. Su abogado denuncia que el estado de Kharkhach es frágil y que sólo ese día sufrió dos revisiones “innecesarias” totalmente desnudo.
Las declaraciones de los acusados no se escucharán pronto. Los primeros dos meses de juicio están reservados para los alegatos de los abogados y los testimonios de las víctimas y familiares. Se calcula que los interrogatorios de los presuntos responsables comenzarán a realizarse en el mes de noviembre. Para escuchar el testimonio clave de este proceso, el de Salah Abdeslam, habrá que esperar un poco más: su interrogatorio está previsto para enero de 2022.
Hollande, el testigo presidencial
François Hollande era el presidente de Francia en 2015. Fue él quien recibió el duro golpe de los atentados terroristas más sangrientos de la historia de su país. Sólo él pudo tener una visión global de lo que sucedió esa noche, o al menos eso es lo que argumenta la asociación de víctimas “Life For Paris” que ha citado al ex-mandatario como su único testigo en el juicio.
“Hollande conoce todos los detalles de las operaciones policiales y militares, estrategias de inteligencia, las consecuencias políticas y sociales y el acompañamiento a las víctimas y sus familiares. Es él quien debe aclarar el papel del Estado en este caso” apunta Arthur Dénouveaux, presidente de la asociación.
En entrevista con la prensa francesa, Hollande ha confesado que sabía bien del descontento general de los franceses, que le pedían - y siguen pidiendo - que rindiera cuentas por no haber podido evitar esos ataques. “Sabíamos que estábamos amenazados. Sabíamos que ya se habían frustrado atentados y que podían ocurrir otros. Pero, ¿cómo podíamos saber que iba a ocurrir allí, en ese momento, con terroristas procedentes de varios países?”, se defiende el expresidente. Su audiencia en el Palacio de Justicia de París está fijada para el 10 de noviembre.
El caos de la seguridad
Por supuesto, un megaproceso de estas dimensiones en pleno centro de París es un dolor de cabeza para la fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. El número de uniformados desplegados para proteger el perímetro del Palacio de Justicia nunca fue publicado pero bastaba ver el enjambre de policías y militares que custodiaban la zona para saber que se trata igualmente de un proceso histórico de seguridad interna.
Los avisos de “paquetes sospechosos” en el metro han aumentado este miércoles. Un sinnúmero de calles del centro de París han permanecido cerradas todo el día.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, lo ha dicho muy claro este mismo miércoles: “La amenaza terrorista sigue siendo alta”, confirmando que 36 atentados terroristas han sido neutralizados y 14 han llegado a concretarse durante la presidencia de Macron.
Se recuerda con estupor el atentado perpetrado el 14 julio de 2016 en el boulevard Promenade des Anglais en Niza, cuando un tunecino estrelló su camión contra los transeúntes, dejando nada menos que 86 muertos. También el atentado del mercado de Navidad de Estrasburgo en 2018, los ataques en Carcassonne y Trèbes ese mismo año, el reciente ataque contra la basílica de Niza en 2020, el atentado a cuchillo durante el juicio de la matanza de Charlie Hebdo el año pasado y la terrible decapitación del profesor Samuel Paty.
Los ataques terroristas en Francia no han cesado y el megajuicio de los actos del 13 de noviembre bien podría reavivar el odio que mueve a los yihadistas contra la vida francesa. Todas las precauciones son pocas.
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