"Justicia por el 6E"
Seguidores de Trump se manifiestan en Washington para protestar las detenciones del asalto al Capitolio del 6 de enero
La capital estadounidense amanecía en alerta máxima por la convocatoria similar a la de la toma de posesión del presidente Joe Biden
La capital estadounidense amanecía en alerta máxima el sábado en respuesta a la convocatoria de protesta contra las denuncias y detenciones del histórico asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando una tuba de seguidores del ex presidente Donald Trump entraron a la fuerza en la sede del legislativo, armados y enfurecidos, con la intención de detener el proceso de designación de Joe Biden como nuevo inquilino de la Casa Blanca.
La falta de previsión de entonces, sumada a la inacción de un todavía presidente, Trump, que debía activar la orden de intervención y apoyo policial de urgencia para evitar poner en riesgo la vida de cientos de congresistas y senadores, periodistas y autoridades policiales que se encontraban en el interior del Congreso, provocó en cuestión de horas la mayor crisis institucional de la historia de Estados Unidos.
Ocho meses después, las autoridades policiales locales, estatales y federales ponían en marcha a contrarreloj el mayor dispositivo de seguridad de los últimos meses, protegiendo el perímetro del recinto del Capitolio con la instalación de cientos de vallas de acero, muros de cemento, camiones de grandes dimensiones y un amplio despliegue policial, incluyendo la presencia de 100 soldados de la Guardia Nacional.
Desde primera hora de la mañana podía sentirse en Washington la tensión, acrecentada por el amplio operativo policial puesta en marcha contrarreloj, por tierra y aire. Media docena de helicópteros sobrevolaban las inmediaciones del recorrido que, horas después, efectuarían un millar de personas convocadas para crear conciencia sobre el trato “inhumano” al que aseguran estar siendo sometidos los responsables del motín del 6 de enero.
Y, con ellos, la sombra del trumpismo invadía de nuevo los alrededores del Congreso de EEUU donde se esperaba que cerca de 700 participantes se concentraran para condenar los cargos presentados contra más de 600 asaltantes que participaron directamente en la insurrección. Número superado por el despliegue policial y mediático ante la incertidumbre y la expectativa de la convocatoria organizada por Look Ahead America (LAA) en Union Square, situada en el lado oeste del jardín frente al Capitolio.
“El propósito de estas protestas pacíficas es que los patriotas estadounidenses eduquen a sus legisladores estatales sobre el poder que tienen para dar instrucciones a los federales de sus estados”, anunció en un comunicado Matt Braynard, el director de LAA. Con la intención de elaborar “un proyecto de resolución que una legislatura estatal puede aprobar para informar a los senadores y representantes de EEUU que se opongan al trato tiránico e inhumano” de los detenidos, Braynard defiende a los insurreccionistas y los sitúan como blanco del Departamento de Justicia y el FBI.
En la actualidad, sólo una docena de los asaltantes detenidos, a los que los grupos ultraderechistas estadounidenses califican como “presos políticos”, permanece entre rejas. El resto de los fanáticos atacantes, procedentes de todos los estados del país, se enfrentan a delitos menores y están, casi desde el principio, en libertad sin cargos, esperando la sentencia desde su casa.
Los acusados están siendo imputados en la Corte del Distrito de EEUU en Washington. Pero, aunque las autoridades presentaran cargos contra más de medio centenar de asaltantes, el FBI todavía no ha podido localizar a cerca de 300 participantes identificados en más de 900 fotografías tomadas durante el sorprendente ataque.
Entre los más buscados por los servicios de inteligencia se encuentran algunos responsables de violentos ataques contra los agentes. Un video publicado muestra a un hombre, todavía sin identificar, atacando a un policía con una porra. En otro, se puede ver a otro individuo arrastrando la cámara antigás de un agente que grita de dolor mientras es aplastado contra una de las puertas de entrada por la violenta multitud.
Decenas de congresistas y el propio vicepresidente, Mike Pence, que presidía ese fatídico día la sesión de la Cámara, tuvieron que ser evacuados de emergencia para evitar el enfrentamiento directo con los asaltantes. Armados, agresivos y alterados, los seguidores de Trump invadieron el interior del emblemático edificio, saltándose las prohibiciones de acceso y arrasando con todo lo que encontraron por el camino. A gritos, los enfurecidos asaltantes entraron a la fuerza en los despachos de los legisladores e inmortalizaron sus acciones con diversas imágenes de mofa y victoria.
Cinco personas murieron, entre ellas Brian Sicknick, el agente de la Policía del Capitolio, y cientos de personas resultaron heridas, incluyendo cien agentes. La atípica manifestación de apoyo a la turba de seguidores trumpistas el sábado bloqueaba al completo los alrededores de la céntrica zona del Capitolio, dejando una devastadora imagen de guerra que durante meses acompañó a la Administración Trump hasta el perímetro de la residencia presidencial.
A mediados de mayo, según el Departamento de Justicia, habían sido detenidas al menos 440 personas por el asalto al Capitolio, 125 de ellas acusadas de agresión o de obstrucción a la Justicia. Por aquel entonces, de los 330 acusados tan sólo 56 figuraban en los registros de los tribunales federales como detenidos.
A varios miembros de los Proud Boys y Oath Keepers, que se enfrentan a los cargos más graves de conspiración relacionados con planes de violencia, se les concedió la liberad provisional, aunque algunos líderes destacados de ambos grupos ultraderechistas radicales siguen arrestados.
Eric Munchel, conocido como “Zip Tie Guy” (tipo de corbata-cremallera), fotografiado en el interior del Senado portando equipo militar y unas esposas de plástico, fue detenido y puesto en liberado junto a su madre a finales de marzo, después de que un tribunal pusiera en duda el peligro de su conducta más allá del 6 de enero.
Un mes después, en abril, Richard Banett, el asaltante de Arkansas que se sentó en la silla de la presidenta de la Cámara de Representantes poniendo los pies sobre su escritorio, también fue puesto en liberado.
Las cifras del balance de detenidos y acusados varían continuamente, ya que mientras detienen a nuevos hostigadores y presuntos alborotadores del asalto al Capitolio, otros son puestos en liberad e incluso algunos de ellos detenidos de nuevo por saltarse las conmociones de su libertado condicional.
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