Reino Unido
Starmer consuma el giro al centro de los laboristas británicos
El líder de la oposición se presenta como alternativa al «caos tory»
Cuando un país está en caos, como lo está ahora Reino Unido, no solo supone un reto para el Gobierno. También es un desafío para la oposición. Porque, si en medio del pánico generado por la falta de suministro de gasolina, los problemas de abastecimiento en supermercados y la subida de la factura de la luz, los laboristas no logran superar en las encuestas a los conservadores de Boris Johnson, ¿cuándo lo van a hacer?
De ahí la gran presión para Keir Starmer. El que fuera fiscal tomó las riendas del laborismo en plena pandemia tras las primarias celebradas después del fracaso absoluto en las urnas cosechadas en las generales de 2019 por Jeremy Corbyn, donde votantes del “muro rojo” del norte de Inglaterra abandonaron a la formación para apoyar a Boris Johnson. Pero no fue hasta este miércoles cuando Starmer pudo ofrecer su gran discurso como líder para clausurar el congreso anual del Partido Laborista, una cita que el coronavirus obligó a celebrar en 2020 de manera on line.
Durante una larga intervención de más de una hora, Starmer prometió que los laboristas nunca volverán a ir a elecciones sin un “plan serio de gobierno”, en clara crítica a su antecesor. Enterrar el corbynismo era uno de los objetivos. Aunque eso le ha costado la dimisión en pleno congreso de Andy McDonald, portavoz de Empleo, el último colaborador estrecho de Corbyn que quedaba en el “gabinete en la sombra”.
Starmer quiere tender puentes hacia el ala más a la izquierda de su formación. Pero también pretende recuperar un espacio más centrado. No en vano, uno de los colaboradores que trabajaron en su discurso ha sido Philip Collins, antiguo miembro del equipo del ex primer ministro Tony Blair, que popularizó el término “nuevo laborismo” como seña de identidad de un programa que primaba los estímulos económicos a las empresas frente a la preferencia por las nacionalizaciones. El giro no gusta a parte de las bases. Durante su intervención, de hecho, fue interrumpido en varias ocasiones por algunos críticos que estaban en el público. Aunque la gran mayoría de la audiencia le mostró una ovación.
Ante el temor a que la imagen de abogado londinense que transmite complique su conexión con una parte de su electorado, Starmer también trató de subrayar su perfil trabajador. Recalcó la importancia de “la familia y el trabajo” en su vida, y subrayó que su pasión por defender la justicia social no nació en un “seminario político”, sino por la inspiración de su padre, empleado en una fábrica, y su madre, enfermera.
Acusado en ocasiones de haber sido tibio con el Gobierno, Starmer también cargó contra Johnson y su falta de previsión para gestionar las consecuencias del Brexit y crisis sanitaria. “Es un showman que no tiene más que mostrar, es un trilero que se ha quedado sin trucos. Su plan no iba más allá de las palabras ‘vamos a ejecutar el Brexit’”, matizó.
Eso sí, los ataques fueron con sus exquisitos modales, alejados de las declaraciones de su segunda, Angela Rayner, quien ha causado gran polémica esta semana al referirse al primer ministro como “escoria”.
Al inicio de la pandemia, la oposición sosegada con preguntas cuasi forenses, le valieron a Starmer todo tipo de halagos. Pero ahora sus bases y las filas le piden ir más allá, ante el poco arranque de las encuestas. Solo el 25 % de los británicos cree que los laboristas están preparados para gobernar, una caída de siete puntos respecto a principios de año, según una encuesta de Ipsos Mori. Si Starmer no logra ahora despegar con todo el caos que hay en el país, ¿cuándo?
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