Terrorismo

“Khorasan” (Afganistán) se ha convertido en la referencia de los “lobos solitarios” del Estado Islámico

la espectacularidad de los ataques contra mezquitas y la continuidad de los atentados producen un “efecto llamada”

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La wilaya (provincia) de Khorasan del Estado Islámico (el ISPK), que incluye territorios de Afganistán y Pakistán, se ha convertido en un foco de atención para los yihadistas de todo el mundo y, singularmente, para los que sienten la tentación de convertirse en actores, “lobos”, solitarios.

Las noticias que se difunden, a través de su agencia AMAQ, de los atentados que se cometen, entre ellos el ataque, en el plazo de menos de una semana, a dos mezquitas, en Kabul y Kunduz, en territorio afgano, al que ha seguido el asesinato, en la ciudad de Jalalabad, de “dos miembros de la milicia apóstata talibán, con disparos de pistola, lo que provocó su muerte y la toma de sus armas, y alabado sea Dios”, no pasan inadvertidas para los que siguen a través de las redes sociales las “hazañas” de Daesh.

La utilización de cinturones o mochilas explosivas ha causado decenas de muertos en los ataques a los templos y los asesinatos contra uniformados o sospechosos de colaborar con los talibanes, son constantes. Los efectos devastadores de los atentados causan fascinación entre los aspirantes aconvertirse en terroristas.

Los responsables de la banda yihadista, a los que les gustaría atentar en occidente, para lo que preparan infraestructuras en el Sahel africano que aún están lejos de ser lo operativas que desearían los yihadistas, se han dado cuenta de que las acciones criminales que se cometen en Afganistán tienen un mayor eco mediático.

Según expertos antiterroristas, además del efecto sobre los “lobos” solitarios, se está produciendo un efecto llamada de yihadistas para incorporarse al ISPK. Resulta llamativo que escogieran a un terrorista de la etnia uigur, de la provincia china de Xinjiang, en el atentado de Kunduz, para, por un lado, mandar un mensaje a Pekin y, por el otro, demostrar que el Estado Islámico se ha convertido en un banderín de enganche.

En la reivindicación de los atentados contra los templos musulmanes, Daesh añadió fotografías de los “mártires” (suicidas), algo que lo reserva para acciones criminales a las que quiere destacar. Toda una iconografía para llamar la atención de los “lobos”, a los que se explica cómo los autores lograron superar las barreras de seguridad y entrar en las mezquitas antes de accionar los artefactos explosivos que portaban.

Mientras, Al Qaeda, aliado natural de los talibanes, a los que ha prestado juramento de fidelidad y apoyo, se encuentra a la expectativa. Durante la “guerra relámpago” con la que los talibanes se hicieron con Afganistán (en gran parte por la nula oposición de los Estados Unidos y la falta de apoyo al el Ejército Nacional Afgano (ENA), en el que tanto dinero había invertido durante 20 años) miembros de Al Qaeda formaron junto a los talibanes, según las citadas fuentes.

Así las cosas, y por lo que respecta a las redes sociales, de las que se nutren los fanáticos yihadistas dispuestos a entrar en acción, Al Qaeda es una referencia más, con sus “teóricas” sobre objetivos, métodos, filias y fobias, mientras que el Estado Islámico manda mensajes, claros, con ejemplos, fácilmente de interiorizar por esos individuos.

“Khorasan” se ha convertido en una referencia obligada entre los partidarios de Daesh que ven cómo los yihadistas desarrollan toda una campaña terrorista contra la “milicia apóstata” talibán. Un ejemplo a seguir en cada zona de influencia dentro de la guerra contra los “infieles”.