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Madeleine Albright, de refugiada checa a primera mujer al frente de la diplomacia de EE UU

Fallece a los 84 años de cáncer la ex secretaria de Estado de Bill Clinton

Marie Jana Korbelova llegó a Estados Unidos en 1948 con 11 años. Casi medio siglo después, ya como Madeleine Albright, pasó a la historia al convertirse en 1997 en la primera mujer en ocupar el todopoderoso cargo de secretaria de Estado. Su trayectoria vital y profesional marcan uno de los arcos más asombrosos del sueño americano.

El presidente Barack Obama entregó a Madeleine Albright la Medalla Presidencial de la Libertad en el Salón Este de la Casa Blanca
El presidente Barack Obama entregó a Madeleine Albright la Medalla Presidencial de la Libertad en el Salón Este de la Casa BlancaCarolyn KasterAgencia AP

Admirada por su rotundidad y carisma, Albright fue una de las principales fuerzas detrás de la diplomacia de Estados Unidos bajo la presidencia del demócrata Bill Clinton (1993-2001): primero como embajadora ante Naciones Unidas y luego como secretaria de Estado.

Albright se formó en la década de 1970 al lado de otro hijo de refugiados de Europa Oriental, Zbigniew Brzezinski, influyente asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca con Jimmy Carter (1977-1981), y quien la designó como enlace con el Congreso.

Posteriormente, pasó a dar clases en la Universidad de Georgetown sobre Europa del Este, mientras mantenía una frenética actividad como recaudadora de fondos para candidatos demócratas. Dado su estrecho vínculo con el partido, tuvo que esperar más de una década hasta el regreso de los demócratas a la Casa Blanca, con la victoria de Bill Clinton en 1993.

Mano dura, voz fuerte

Su amplia experiencia y nutrida agenda de contactos convencieron al entonces presidente para proponerla como embajadora de EE UU ante Naciones Unidas. Allí dejó claro lo que sería el sello Albright: voz fuerte y mano dura, al servicio de una agresiva defensa del multilateralismo.

Una de las frases más recordadas de su época en Nueva York fue su recomendación a los militares haitianos al impulsar la intervención de una coalición internacional liderada por Estados Unidos para el regreso del presidente Jean Baptiste Aristide: “Pueden salir pronto y voluntariamente, o pueden salir pronto e involuntariamente”.

Frente a las indecisiones acerca de la intervención militar en la antigua Yugoslavia tras el clamor internacional por la masacre de civiles por parte de los serbios en Sbrenica (Bosnia-Herzegovina) en 1995, fue Albright la que convenció finalmente a un dubitativo Clinton de la necesidad de actuar.

Como resultado, la OTAN llevó a cabo una serie de bombardeos que permitieron llevar a los serbios a la mesa de negociaciones y que desembocó en los Acuerdo de Paz de Dayton, con el que se puso fin al sangriento conflicto de los Balcanes.

En sus memorias “Señora Secretaria” publicadas en 2003, Albright recuerda cómo discutió con el general Colin Powell acerca del uso de la fuerza militar: “¿Qué sentido tiene ahorrarnos esta increíble fuerza militar, Colin, si no la podemos utilizar?”.

“Señora secretaria” de Estado

El cénit de su carrera lo alcanzó cuando Clinton logró la reelección y quien, aconsejado por la primera dama, Hillary Clinton, decidió proponerla como secretaria de Estado.

Con ese paso, Albright entró para siempre en los libros de historia, ya que se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo en los dos siglos de vida de Estados Unidos. El Senado aprobó su designación por 99 votos a favor y ninguno en contra.

Desde el legendario despacho del séptimo piso del Departamento de Estado, con vistas al río Potomac y el simbólico obelisco de Washington, Albright diseñó la entrada de Polonia, Hungría y la República Checa en la OTAN. Se trata, quizá, de su logro más definitorio, y que adquiere especial relevancia a luz de la actual invasión rusa de Ucrania.

En 2000, alcanzó otro hito al reunirse Kim Jong Il, el entonces líder de Corea del Norte, y convertirse en la primera jefa de la diplomacia de EE UU en visitar, Pyongyang, la capital del recluido bastión de la Guerra Fría.

Aunque se mantuvo activa en cuestiones internacionales, marcó distancias de la primera línea política una vez que dejó el cargo, en 2001.

De Praga a Washington

Albright nació en 1937 en la Praga anterior a la Segunda Guerra Mundial y enseguida su padre, un diplomático y académico, decidió el exilio de toda la familia en Londres ante la llegada a de los nazis.

Una vez terminada la contienda mundial regresaron a su país, pero tuvieron que huir poco después, esta vez con la llegada del comunismo.

A los once años de edad se instaló junto con su familia en Denver (Colorado), en Estados Unidos, donde su padre encontró trabajo como profesor de Relaciones Internacionales.

Siempre una de las primera alumnas de la clase, estudió en la prestigiosa Universidad de Wellesley (Massachusetts) y, posteriormente, se doctoró en la Universidad de Columbia (Nueva York) con una tesis en 1975 sobre el papel de los medios de comunicación en el movimiento democrático en Checoslovaquia durante la “primavera de Praga”.

Albright adoptó el apellido con el que se hizo famosa tras casarse en 1959 con un magnate de la prensa norteamericana, Joseph Albright, de quien se divorció en 1982, y con quien tuvo tres hijas.