Primer discurso
Carlos III promete “servir con lealtad, respeto y amor”
En su primer discurso a la nación como monarca, recuerda a Isabel II como un ejemplo y una inspiración “para mí y para toda mi familia”
A sus 21 años, Isabel II hizo la promesa más importante de todo su reinado. Se comprometió a que su toda vida «fuera larga o corta» estaría al servicio de los ciudadanos. La cumplió con creces. Y su hijo, convertido ahora en Carlos III, quiso ayer renovarla con el primer discurso que ofreció a la nación como jefe de Estado. A sus 73 años es consciente de que su reinado nace con un tiempo acotado. Pero quiso transmitir a los británicos un mensaje de tranquila continuidad con una emotiva intervención en la que la palabra «amor» fue una de las más repetidas.
«Como hizo la reina, con una devoción inquebrantable, yo también me comprometo solemnemente, durante el tiempo restante que Dios quiera concederme, a defender los principios constitucionales que residen en el corazón de nuestra nación», recalcó en su mensaje televisado que supuso un gran tributo a su progenitora.
«A mi querida mamá, en el momento en el que empiezas tu último gran viaje para unirte de nuevo con mi querido papá, solo quiero decir esto: Gracias. Gracias por tu amor y devoción a nuestra familia y a la familia de naciones a las que han servido tan diligentemente todos estos años», matizó.
El discurso apenas duró nueve minutos, pero estuvo cargado de simbolismo. Tuvo palabras para su esposa Camilla, convertida en reina consorte: «Sé que traerá a las exigencias de su nuevo papel la persistente devoción al deber en la que me he acostumbrado a confiar». Y también para su hijo Guillermo, el heredero al trono: «Sé que aportará a las exigencias de su nuevo cargo la firme devoción al deber en la que he llegado a depender tanto. Ahora asume los títulos escoceses que tanto han significado para mí. Me sucede como duque de Cornualles y asume las responsabilidades del ducado de Cornualles que he asumido durante más de cinco décadas». El apunte no puede pasarse desapercibido ya que uno de los retos más importantes del nuevo reinado es el desafío nacionalista escocés con la promesa de la ministra principal, Nicola Sturgeon, de convocar un nuevo referéndum secesionista el próximo año.
Lo que más sorprendió quizá fue su referencia a Enrique y Meghan a los que quiso expresar su «amor» mientras «continúan construyendo sus vidas en el extranjero», una manera de tender puentes con su hijo menor que, desde el «Megxit», no ha parado de lanzar dardos a La Firma.
Lo cierto es que el papel de Carlos siempre fue sumamente complicado. Sobre todo en los últimos años, donde tenía que estar representando a la reina, pero al mismo tiempo, no podía quitarla el protagonismo como jefa de Estado. En definitiva, debía estar, pero mantenerse a un lado. Siempre estuvo a la sombra de la que ya es considerada la última monarca global. En realidad siempre estuvo a la sombra de demasiadas figuras. Entre ellas, su propio hijo Guillermo –a quien los sondeos, hasta ahora, siempre le han dado más popularidad– y su ex mujer, Lady Di, considerada como la princesa del pueblo. Para Carlos era tremendamente complicado encontrar su sitio. Durante toda su vida se preparó para un único papel. Pero, al mismo tiempo, tampoco quería centrarse en su trono, ya que, después de todo, eso significaba la pérdida de su progenitora. Pero finalmente ha llegado su momento y ayer se le vio disfrutando de ello. Carlos III se dio su primer baño de masas a su llegada al Palacio de Buckingham, donde, acompañado por Camilla, quiso saludar a los ciudadanos allí congregados para ver de primera mano todas las flores y cartas que se han ido depositando los últimos días para rendir tributo a la reina. Se trata unos momentos cargados de sentimientos encontrados.
Por una parte, la tristeza de haber perdido a su madre. Por otra, la emoción de servir a su pueblo de la manera en la que se ha preparado durante décadas. Tras saludar a los ciudadanos, Carlos III y Camilla entraron andando al palacio. Lo hicieron solos. Sin carrozas. Y sin ningún otro miembro de la familia real protagonizando una imagen histórica, sobria y sin estridencias para marcar el inicio de una nueva era, tal y como quedó reflejado en la misa que se celebró en la catedral de St. Paul, donde, por primera vez en 70 años, se cantó el un Dios Salve al Rey. Carlos III tendrá hoy la ceremonia de proclamación. Y por primera vez en la historia será televisada. Una prueba más de que quiere imponer su sello a la institución.
Por su parte, el cuerpo sin vida de Isabel II, que permanece en Balmoral (Escocia), se espera que sea trasladado primero a la residencia de Holyrood, sede del Parlamento escocés, para ser llevado previsiblemente el domingo a la catedral escocesa de St Giles, en Edimburgo, donde yacerá durante 24 horas, en las que los ciudadanos podrán acudir a presentar sus respetos, antes de trasladarla a Londres donde en diez días tendrá lugar el funeral de Estado para recibir luego sepultura en el Castillo de Windsor, en la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI, junto a su padre.
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