Política

Estado Islámico

Alemania abandona su pacifismo para combatir la yihad

Merkel justifica armar a los kurdos contra el auge del Estado Islámico en Irak

La Razón
La RazónLa Razón

«Tenemos la opción de no tomar ningún riesgo, de no dar nada y de aceptar la extensión del terror o podemos apoyar a los que valiente y desesperadamente luchan con los mínimos recursos contra el terror atroz del Estado Islámico». Con estas palabras justificó ayer la canciller Angela Merkel ante el Bundestag la decisión de su Gobierno de armar a los kurdos iraquíes. Una decisión que rompe con la tradición alemana de no suministrar armamento a un contendiente de una guerra.

Para el Gobierno de Berlín, la lucha contra los yihadistas del Estado Islámico es también necesaria para mantener la seguridad en Alemania y Europa. «El inmenso sufrimiento clama al cielo y nuestros intereses de seguridad están en peligro», advirtió Merkel en una sesión parlamentaria en la que la Gran Coalición se limitó a informar a sus señorías de su decisión. Sólo en caso de que Berlín enviara soldados a Irak, ­(una circunstancia descartada por la canciller), sería necesaria a la luz verde del Bundestag.

«No hay conflicto en el mundo que se solucione solamente por la vía militar, pero hay situaciones en las que sólo los medios militares ayudan para conseguir una solución política», reconoció Merkel. La líder democristiana, sin embargo, explicó que se trata de una operación «a escala limitada y en estrecha coordinación» con los socios europeos y con la «expresa aprobación del Gobierno central iraquí». «Esta decisión tiene un gran alcance. Pero hemos sopesado todo de manera muy cuidadosa», repitió ante unos diputados que en su inmensa mayoría dieron su respaldo al giro copernicano del Gobierno. Y es que el movimiento viene tres años después de que Berlín sufriera muchas críticas de sus aliados por posicionarse en el mismo bando de China y Rusia al negarse a una intervención militar en Libia durante una votación de la ONU. Desde 1945, Alemania, conmocionada por su s culpas en las dos guerras mundiales, ha tratado de mantenerse al margen de cualquier operación militar en el exterior. Hasta 1999, el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder no rompió con los tabúes del pasado al aprobar la participación del Ejército germano (Bundeswehr) en la guerra de Kosovo bajo mando de la OTAN. El ministro de Exteriores de la época, Joscka Fischer, explicó que «la conclusión que debemos sacar de la era nazi no es nunca más guerra sino nunca más Auschwitz».

«Estamos coordinando estas medidas de manera muy precisa con nuestros socios. Estamos evaluando precisamente cuáles son las necesidades armamentísticas de los 'pershmergas» y quién entregará qué por parte de la comunidad internacional», informaba la ministra de Defensa, Ursula von Der Leyen. La lista de armas que Alemania enviará al norte de Irak, valorada en 70 millones de euros, contiene 16.000 fusiles de asalto, 30 misiles antitanques Milan, 240 lanzagranadas RPG y 10.000 granadas. Berlín ya ha distribuido a los kurdos ayuda humanitaria y material defensivo como cascos y uniformes de combate por valor de 50 millones.

En cambio, la oposición aprovechó para advertir de los riesgos del paradero final de las armas. Para el portavoz de La Izquierda, Gregor Gysi, «si algo sobra en Irak son armas y no es la primera vez que los 'peshmergas' entregan su armas al Estado islámico». Por su parte, par el jefe parlamentario ecologista, Anton Hofreiter, «es tan erróneo mantenerse al margen como actuar sin prever las consecuencias de esta acción y ni poder responsabilizarse».