Internacional

Narcotráfico

Lucas, Alexandre y Fernando, los tres niños que fueron torturados y ejecutados por robar un pájaro en Brasil

Desaparecieron en Río de Janeiro el pasado 27 de diciembre de 2020 y la policía no ha encontrado sus cuerpos todavía

Lo que les ocurrió realmente a los pequeños Lucas, Alexandre y Fernando, sigue siendo todo un misterio a pesar de las protestas en todo Brasil
Lo que les ocurrió realmente a los pequeños Lucas, Alexandre y Fernando, sigue siendo todo un misterio a pesar de las protestas en todo BrasilFacebookLa Razón

Casi un año después de que tres niños pequeños desaparecieran cerca de sus casas en una peligrosa zona en el norte de Río de Janeiro, Brasil, la policía ha acusado a miembros de la organización de narcotraficantes más grande de la ciudad de asesinar a los menores en represalia por robar un pájaro, según recoge ‘The Guardian’.

Los niños -de 9, 11 y 12 años-, desaparecieron la tarde del 27 de diciembre de 2020 después de salir de sus casas en la favela de Morro do Castelar para jugar. Fueron vistos por última vez a través de unas imágenes de seguridad que los grabó caminando hacia un mercado callejero local.

Lo que ocurrió con estos pequeños, Lucas, Alexandre y Fernando, sigue siendo un misterio a pesar de las protestas en todo el país y una importante investigación policial. El jueves, sin embargo, los investigadores afirmaron que finalmente habían resuelto el caso, habiendo descubierto que los niños habían sido secuestrados por miembros del grupo Comando Rojo (CV) que controlaba su comunidad.

El jefe de homicidios Uriel Alcântara explicó que los niños habían sido torturados y sometidos a una brutal paliza como castigo, en la que uno de ellos había muerto, por presuntamente robar el pájaro que pertenecía al tío de un gánster de la zona. “Golpearon a los niños, se pasaron de la raya y terminaron matando a uno de ellos, por lo que decidieron que la mejor solución era ejecutar a los otros dos”, alegó Alcântara.

Los asesinatos han expuesto la violencia sin sentido que asola las favelas de bajos ingresos de Río de Janeiro. La policía afirma que una traficante local, Ana Paula da Rosa Costa -o “tía Paula”-, había organizado que los cadáveres de los tres niños fueran sacados de la favela como contrabando, desmembrados y arrojados a un río. Los cuerpos aún no se han encontrado.

Durante la investigación, un testigo afirmó haber escuchado a uno de los jefes de la droga de Castelar, Wille Castro da Silva, admitir: “Atrapamos a los niños y los matamos”. Silva, de 35 años, un gángster conocido por el alias “Stala”, era uno de los cinco sospechosos de asesinato por los que la policía tenía órdenes de arresto cuando allanaron la favela antes del amanecer del jueves.

Sin embargo, ya se cree que al menos tres de esos cinco están muertos, habiendo sido ejecutados por orden de altos líderes de CV por su papel en asesinatos que violaron el estricto código interno del grupo y llamaron la atención por sus operaciones criminales.

“Tía Paula”, de 44 años, que vendía drogas como éxtasis en la favela, habría sido torturada y asesinada a principios de octubre tras ser citada en la sede de la CV en la red de favelas Complexo da Penha. Días después, otro traficante y sospechoso de asesinato, conocido con el sobrenombre de “Piraña”, también fue condenado a muerte por los jefes de CV por no haber evitado los homicidios.

También se cree que Stala, que presuntamente supervisó los golpes y torturas de los niños después de que se llevaran el pájaro de su tío, también fue asesinado. Flávia Oliveira, destacada comentarista política y social, dijo a la cadena de televisión GloboNews que los asesinatos y sus brutales secuelas mostraron “una sociedad que ha sucumbido a la barbarie”.

“Esta es una sociedad que ha trivializado la muerte y ha trivializado la vida de sus niños”, dijo Oliveira, instando al gobernador de Río, al presidente de Brasil ya todos los brasileños a pedir disculpas a las familias de las víctimas. “Estos tres muchachos… también murieron como consecuencia de la exclusión, la falta de asistencia, la indiferencia y por la demora inicial en la investigación. Murieron por la miseria, la pobreza y la falta de seguridad “, agregó.

El político de izquierda y activista de derechos humanos, Marcelo Freixo, pidió que se castigue a los perpetradores y que se ponga fin a la matanza. “Río no puede seguir siendo rehén de la violencia del crimen”, afirmó.

El proyecto de “pacificación” policial diseñado antes del Mundial de Brasil de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 para recuperar el control de las favelas se ha desintegrado prácticamente. Para empezar, este año se han registrado al menos 4.386 tiroteos en Río, según el grupo de control de violencia Fogo Cruzado, y han muerto más de 1.000 personas.