Reunión

Joe Biden enfrenta maniobras previas a Cumbre de las Américas por parte de dictaduras

Por primera vez en 28 años la ausencia de Cuba es un problema, a pesar de que nunca ha participado de este evento

Presidente Biden
Presidente BidenGemunu AmarasingheAgencia AP

Para la realización de la novena Cumbre de las Américas, el foro de jefes de Estado de todo el continente que se realiza desde 1994, la principal complicación ha sido el estado de la democracia. La reunión de mandatarios convoca cada cuatro años a los gobiernos de las naciones que forman parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Por primera vez en 28 años la ausencia de Cuba es un problema, a pesar de que nunca ha participado de este evento. En 2022 el reconocimiento al gobierno de Nicolás Maduro también se suma a las complicaciones, así como la inclusión del régimen de Daniel Ortega de Nicaragua.

Faltan dos semanas para que se concrete la reunión en Los Ángeles, del 6 al 10 de junio, con Joe Biden como presidente anfitrión. La Casa Blanca anunció que no extendería invitaciones a Cuba, Nicaragua y Venezuela, países a los que no considera como democráticos. La isla gobernada por el castrismo no forma parte de la OEA desde hace varias décadas, y los regímenes de Nicolás Maduro y Daniel Ortega se retiraron de ese foro en 2017 y 2022, respectivamente.

Ahora las tres naciones cuestionan su exclusión en la convocatoria estadounidense, especialmente después de que el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador anunciara el 11 de mayo que no asistiría al encuentro si tal cosa se concretara. Esta semana ha sosegado sus palabras, luego de que se asumió que México pudiera encabezar un boicot a la Cumbre, y en medio de reuniones con delegaciones estadounidenses en su país.

Pero su voz ha sido respaldada por otros gobiernos de la región, como el del boliviano Luis Arce. También la Comunidad del Caribe (Caricom), que cuenta con 15 miembros, ha puesto en duda su participación, mientras que Chile aboga por la participación amplia sin condicionar la asistencia del presidente Gabriel Boric.

Lo mismo han hecho los mandatarios de Argentina y Honduras, Alberto Fernández y Xiomara Castro, al exigir la inclusión de todos los gobiernos sin descartar su propia participación. El mandatario Alejandro Giammattei, de Guatemala, dijo que no acudirá especialmente luego de las sanciones a su fiscal general, María Consuelo Porras.

Biden también se mueve. Esta semana se conoció que relajó sanciones contra Cuba, restableciendo vuelos comerciales con la isla más allá de La Habana, quitando el límite en el envío de remesas y reactivando un programa de reunificación familiar. En paralelo, se conoció de flexibilizaciones a sanciones económicas contra Venezuela, particularmente en el sector petrolero.

“Hace 30 años América alcanzó un consenso sobre los beneficios de asumir la democracia y construir sobre ella su desarrollo. No obstante, luego de dos décadas de erosión democrática, ese consenso está roto”, afirma Iria Puyosa, investigadora del Atlantic Council con sede en Washington. Afirma que los líderes autoritarios han protagonizado maniobras para poner en jaque la Cumbre mientras “los países democráticos permanecieron en silencio, no abogaron públicamente por defender la Carta Democrática de las Américas”. Esto ocurre, agrega, cuando se cuestiona el liderazgo de Washington sobre la región, debido a la alineación de intreses de varias naciones con Rusia y China.

Hasta este momento, si se cumplen las amenazas, la Cumbre de las Américas pudiera contar, quizá, con 17 países de los 35 que conforman el continente. La asesora especial para la Cumbre de las Américas, Debbie Mucarsel-Powell, dijo el martes que “no habrá lugar en la mesa para aquellos que violan los DDHH” y ratificó que Cuba, Nicaragua y Venezuela “probablemente no serán invitadas”.