EE UU
Ramos compartió en Instagram su fascinación por los tiroteos en las escuelas: “Ya lo verán”
Dos expertos consultados por LA RAZÓN debaten cómo las redes sociales pueden ser un instrumento más para prevenir los tiroteos masivos sin violar la privacidad y las libertades individuales
La masacre de 19 estudiantes y dos maestros en una escuela primaria en Uvalde, Texas, ha reabierto las heridas de un país que, según expertos, se debate desde siempre entre la protección de la Segunda Enmienda, que garantiza la tenencia de las armas, y la de las libertades civiles, sobre todo en las redes sociales. No hay, por el momento, visos de solución. Salvador Ramos, el responsable del tiroteo en la escuela Robb Elementary el martes pasado, irrumpió en la escuela con un rifle de asalto AR-15, dejando también 17 heridos. Se trata de la segunda peor masacre escolar en la historia de Estados Unidos.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, dijo durante una rueda de prensa que Ramos, de 18 años, había emitido advertencias en las redes sociales de que iba a cometer la masacre en la escuela. Ramos no temía ser delatado o capturado. Dos expertos consultados por LA RAZÓN indicaron que el control de las armas en Estados Unidos es un asunto que siempre ha levantado ampollas, sobre todo porque tanto la protección de las libertades civiles como la tenencia de las armas encuentran eco en amplios sectores de la sociedad. Y las redes sociales únicamente reflejan las profundas divisiones ideológicas y culturales del país.
“Es extremadamente difícil para las redes sociales servir como ‘policía’ de todas las actividades en tiempo real… tenemos una situación extraordinaria en este país en la que la derecha y la izquierda están diametralmente opuestas en torno al asunto de la libertad de expresión,” dijo Stephen Balkam, principal ejecutivo de Family Online Safety Institute, que aboga por la protección de los menores en las redes sociales.
“Para los que llamo creyentes absolutistas de la Primera Enmienda, casi toda expresión se vale en las redes sociales y lo que hay que hacer es permitir la libertad de expresión, no coartarla. Pero cuando hay situaciones en las que se incita a la violencia, entonces afrontamos un problema muy serio,” explicó Balkam, quien citó como ejemplo el asalto al Capitolio en enero pasado, alentado por el entonces presidente Donald Trump.
Las plataformas de las redes sociales “definitivamente tienen que hacer más, pero ¿dónde trazamos la raya en este país, si estamos tan divididos?”, agregó Balkam, tras asegurar que el 90% de los estadounidenses favorece al menos una mayor revisión de antecedentes de los compradores de armas.
Por su parte, José Blanco, es CDO de La Conversa Data, una empresa de consultaría sobre el uso de las redes digitales, destaca la dificultad de monitorear los mensajes privados en aplicaciones como WhatsApp, Telegram, Signal, iMessage o Facebook Messenger, contrario a los canales públicos de Twitter, Facebook, LinkedIn, Twitch y YouTube, entre otros. Estas apps, según Blanco, tienen recursos para detectar contenidos peligrosos y retirarlos de ser necesario.
“Al ser espacios públicos, la mayoría de estos sistemas han habilitado funciones para que seamos la propia comunidad de usuarios quienes reportemos contenidos que deberían ser retirados por el riesgo” que suponen para individuos y grupos, señaló Blanco.
“Suelo reportar semanalmente tuits que no deberían haberse publicado nunca y Twitter suele notificarme de que efectivamente esos contenidos infringen las normas de uso de su plataforma… es un asunto complejo, pero no por la tecnología sino por las posibles restricciones a las libertades civiles de los ciudadanos”, argumentó el experto.
Poco antes de la masacre, Ramos envió un mensaje en Facebook anunciando que iba a disparar contra su abuela, luego lo confirmó en un segundo mensaje, y en el último dijo que su siguiente blanco era una escuela. Varios meses antes, Ramos envió mensajes privados a más de una decena de personas en los que describió con lujo de detalles diferentes tipos de armas y tiroteos escolares, según indicaron el viernes las autoridades policiales.
“En diez días… ya lo verán”
En febrero pasado, durante un chat en Instagram, Ramos habló con sus seguidores sobre tiroteos escolares, y un mes después, éste confirmó en dos ocasiones su deseo de hacerse con armas de alto calibre. Ramos compró dos rifles de asalto AR-15 y centenares de balas legalmente después de cumplir 18 años, la mayoría de edad, el pasado 16 de mayo.
En un intercambio con sus seguidores a finales de marzo, Ramos dijo únicamente que faltaban “diez días más”, y al ser preguntado sobre si planeaba un tiroteo en una escuela solo respondió: “no, dejen de hacer preguntas tontas. Ya lo verán.”
Testimonios de amigos o excompañeros dan cuenta de las acciones del sospechoso en aplicaciones de mensajería y las redes sociales. Una joven de Alemania, identificada como Cece, dijo al diario The New York Times, que Ramos le reveló su plan y la agresión contra su abuela en un mensaje de texto. Unas semanas antes, Ramos le envió un video de su compra de armas en la aplicación Yubo.
La Policía estudia con lupa las huellas de Ramos en Instagram y otras redes sociales como parte de una investigación, que además ha revelado errores garrafales a manos de las autoridades.
Ramos, quien fue abatido por la policía, no tenía un historial criminal ni de problemas de salud mental, por lo que las autoridades no tenían motivos para sospechar la inminente masacre, según el gobernador Abbott.
Pero el acto de violencia en Uvalde ocurrió apenas diez días después de otra masacre en un supermercado en Búfalo, Nueva York, en la que el presunto tirador, Peyton Gendron, al igual que Ramos, también recurrió a Snapchat, Instagram, Discord, Twitch y Yubo para compartir sus planes de violencia.
El reto para estas plataformas es modernizar sus herramientas de moderación de contenidos para detectar a tiempo posibles actos de violencia, sobre todo en aquellas de mensajería privada y videos livestream populares entre la llamada Generación Z, según expertos.
Una ley estatal promulgada en Texas por Abbott el año pasado -y que se encuentra ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos- permitiría que el manifiesto del tirador en Nueva York se interpretase como su opinión y, por lo tanto, libre de censura o anulación.
Como en otros tiroteos pasados, los de Nueva York y Texas han reactivado un ciclo común de reacciones, desde el duelo por las víctimas hasta la indignación contra legisladores que solo ofrecen “pensamientos y oraciones”.
Pero en el Congreso no hay consenso para restringir más la compra de armas y, según un análisis del grupo “FiveThirtyEight” sobre tiroteos escolares en 2018, las recientes masacres probablemente aumentarán el apoyo al control de las armas, pero solo momentáneamente, hasta el siguiente tiroteo.
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