
Plan de Paz
Trump está a punto de descubrir si sus esfuerzos para ganar el Nobel de la Paz han merecido la pena
La estrategia pública y poca discreción de Trump choca con la tradición del Premio Nobel. Los ganadores no suelen hacer campaña abierta para conseguirlo

La obsesión de Donald Trump por ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz alcanzó su máxima expresión el jueves tras cerrar la primera fase del acuerdo de paz entre Israel y Hamás, y apenas 24 horas antes de que el comité noruego elija en Oslo al ganador entre los 338 aspirantes. Después meses proclamando que merece el galardón por sus esfuerzos diplomáticos, Trump llega con hechos al preámbulo de estos galardones. ¨Hemos resuelto siete guerras¨, señaló el miércoles incluyendo la de India y Pakistán, Serbia y Kosovo, Camboya y Tailandia, Egipto e Etiopía, Armenia y Azerbaiyán, y la de la República Democrática del Congo y Ruanda, en algunos casos exagerando un poco su grado real de resolución (como en Congo, donde los líderes aseguran que la lucha con Ruanda continúa) ¨estamos cerca de resolver la octava, y creo que terminaremos resolviendo la situación con Rusia, que es horrible¨. Según The Washington Post, su ambición ha sido tal, que incluso ha presionado a los negociadores para que el acuerdo se concluyera antes del anuncio de hoy en Oslo, un trofeo
El mandatario norteamericano no ha estado solo en su cruzada. En su obsesión incluso llegó a llamar por teléfono a Jens Stoltenberg, exjefe de la OTAN y ministro de Finanzas de Noruega, para presionar a favor de su premio, según publicó el periódico noruego Dagens Naeringsliv. Además, su candidatura ha recibido varios avales internacionales. En junio, el Gobierno de Pakistán lo propuso para la nominación; en julio, hizo lo respaldó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; en agosto fue Camboya y esta semana fue el líder de Taiwán, Lai Ching-te, quien dijo que, si Trump consigue convencer a Xi Jinping, el presidente chino, de abandonar los planes militares en su territorio, Trump ¨sin duda¨, merecería el premio. En otros casos, las propuestas de nominación han llegado de aduladores como Albert Boural, director ejecutivo de la compañía Pfizer, que afirmó haberle dicho Trump que ¨merecía el premio¨, después de que el presidente elogiara su programa de vacunas contra el COVID-19. Por no hablar del impulso que llega de su propio equipo que ayer publicaba una imagen de Trump en los pasillos exteriores de la Casa Blanca con el título The Peace President, el presidente de la paz.
Sin embargo, la estrategia pública y poca discreción de Trump choca con la tradición del Premio Nobel. Los ganadores no suelen hacer campaña abierta para conseguirlo, es un reconocimiento discreto, todo lo contrario a lo que el líder norteamericano defiende. De hecho, hay varios expertos que comparten la idea de que insistir una y otra vez para recibirlo podría perjudicar a Trump, y además es poco habitual, ¨no tiene precedentes y es muy inusual¨, dijo al The Washington Post Nina Graerger, directora del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, quien cree que Trump llega un poco tarde para esta edición porque la fecha límite para las nominaciones era el 31 de enero, aunque reconoce que esta limitación no impidió que el expresidente Barack Obama lo ganara en el 2009.
En un artículo escrito por la propia Graerger y publicado en The Times, aporta otros motivos por los que Trump no ganaría hoy el premio, como el hecho de que su administración ¨ha adoptado un enfoque marcadamente aislacionista¨, y recuerda la retirada de EE UU de organismo tan importantes como la Organización Mundial de la Salud, o el Acuerdo de París, decisiones que ¨contrastan con la filosofía¨ del premio. Además, recuerda que Trump ha recortado de manera drástica la ayuda exterior estadounidense de la que dependían ¨miles de millones de dólares en programas -desde la ayuda contra la hambruna en Sudán hasta las campañas de vacunación en África subsahariana- que se han visto sumidas en la incertidumbre¨. Por no olvidar que este sería el tercer acuerdo de paz encima de la mesa, y aunque tiene muchas más posibilidades de salir adelante que los anteriores, todavía quedan muchos aspectos por definir y confirmar.
Por qué quiere Trump este premio es un tema de ego político, Obama lo obtuvo y él no será menos. ¨Si me llamara Obama, me habrían dado el Premio Nobel en 10 segundos¨, llegó a decir el año pasado. Lo que sí está claro es que mientras en Oslo se ultiman los detalles de la ceremonia a contrarreloj, Trump ya ha ganado algo importante, un gran protagonismo mundial y la fama de pacificador, el hombre que consiguió – en principio- poner paz en Medio Oriente. Y para dejar constancia histórica de ello, una cuestión que al presidente le preocupa, la herencia trumpiana, el republicano viajará a Egipto la próxima semana para mostrarse como el gran mediador.
✕
Accede a tu cuenta para comentar