Cumbre

Biden no descarta una reunión con Kim Jong Un para hablar de desarme

El presidente de EEUU le traslada en Seúl a su homólogo surcoreano Yoon Suk-yeol potenciar la capacidad disuasoria en la región

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo surcoreano, Yoon Suk-yeol
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo surcoreano, Yoon Suk-yeolEvan VucciAgencia AP

La amenaza de Corea del Norte y la cooperación nuclear, los riesgos sobre la seguridad regional y las cadenas de suministro, además del fortalecimiento de los lazos económicos y militares, fueron los temas clave de la agenda durante la primera cumbre entre el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol y el estadounidense Joe Biden. Un esperado encuentro que se celebró el sábado en la nueva sede presidencial de Yoon en Yongsan, en el centro de Seúl, en lugar de la tradicional Casa Azul.

Biden llegó el día anterior en su primera visita al país como presidente y sólo 10 días después de que Yoon tomara posesión de su cargo, mientras ambos países reivindicaban la inminencia de un ensayo nuclear o de misiles balísticos intercontinentales por parte de Corea del Norte.

Los rumores surgidos en los últimos días, además del amplio refuerzo de la cooperación bilateral, señalaban que respecto al tema norcoreano prevalece una voluntad de ambas partes de relanzar la acción diplomática y pacífica con Pyongyang, dado el estancamiento de las negociaciones sobre la cuestión nuclear.

Por ello, los mandatarios “reiteraron su objetivo común de la completa desnuclearización de la Península dado que el programa nuclear representa una grave amenaza no sólo para la paz y la estabilidad en la zona, sino también para el resto de Asia y el mundo”.

A tal efecto, los líderes acordaron ampliar “el alcance y la escala de las maniobras y entrenamientos militares combinados en torno a la península de Corea”, según una declaración conjunta emitida tras la cumbre. Ambos expresaron su preocupación por el reciente brote de COVID-19 en la RPDC, y la declaración conjunta añadió que los dos países “están dispuestos a trabajar con la comunidad internacional para proporcionar asistencia al país para combatir el virus”.

Este encuentro se produce en un contexto geopolítico apremiante de repetidos lanzamientos de misiles del Reino Ermitaño, la creciente asertividad de China y la guerra de Rusia en Ucrania, entre otros. No obstante, para Biden el enfrentamiento de su país con China es la principal cuestión geopolítica de los próximos años.

Los mandatarios se comprometieron a aumentar la cooperación en una amplia gama de cuestiones prioritarias, como las tecnologías críticas, la seguridad económica y energética, la salud mundial y el cambio climático.

Dejando a un lado las tensiones militares, esta cumbre contribuye a una de sus principales prioridades económicas de la Casa Blanca: aumentar el suministro de chips informáticos. Los chips avanzados para funciones como la telefonía móvil, la 5G, la informática de alto rendimiento y la inteligencia artificial, se han convertido en un punto central de la competencia con China.

Por ello, en la primera parada de su visita de tres días, Biden visitó el viernes una planta de semiconductores de Samsung en Pyeongtaek, a 70 kilómetros al sur de Seúl. Yoon se unió a él y el vicepresidente de Samsung Electronics, Lee Jae-yong, les hizo un recorrido personal por el complejo.

La visita puso de manifiesto el compromiso de los dos países de trabajar conjuntamente para reforzar las cadenas de suministro en medio de la escasez mundial de semiconductores debido a la pandemia.

Yoon aprovechó además esta reunión para anunciar la participación de su país en el Marco Económico Indo-Pacífico, una iniciativa propuesta por Biden para garantizar cadenas de suministro seguras, establecer las reglas de la economía digital e invertir en infraestructuras limpias, modernas y de alto nivel.

Durante su segundo día en la capital, Biden acudió al cementerio nacional de Seúl, donde rindió homenaje a los soldados caídos en combate. Este fin de semana pasará revista a las tropas estadounidenses y surcoreanas. La presencia militar estadounidense en Corea del Sur y Japón proporciona estabilidad regional, y ayuda a disuadir a los adversarios regionales.

En esta primera etapa del periplo, la presencia estadounidense requerirá de una cuidadosa comunicación por parte de Yoon para intentar equilibrar las relaciones con Washington y Pekín, y a su vez supone una oportunidad para que el nuevo líder surcoreano cumpla las promesas que hizo durante la campaña electoral.

El ex fiscal, sin experiencia política antes de llegar a la presidencia y como líder de un país mediano de Asia-Pacífico dependiente de las exportaciones, está aprendiendo a equilibrar las prioridades comerciales, de seguridad y diplomáticas en un momento de creciente rivalidad entre las dos mayores economías del mundo.

China es, con diferencia, el mayor socio comercial de Corea del Sur con más de una cuarta parte de sus exportaciones, y Seúl depende de su vecino para impulsar industrias clave como la de los chips y la del automóvil. Por otra parte, Seúl mantiene una amplia alianza de seguridad con Estados Unidos que se remonta a la Guerra de Corea de 1950-53.

El mandato de Yoon coincide con un momento convulso en la política exterior de Estados Unidos. La guerra de Vladimir Putin contra Ucrania se prolonga, y cuenta con el apoyo de China. La competencia estratégica con Pekín se amplía en el Indo-Pacífico. Kim Jong Un ha realizado hasta ahora 16 pruebas de misiles en 2022. Y para colmo, el brote de Omicron que Kim ha admitido tras más de dos años reivindicando que no había ningún caso en el país, lo que aumenta la posibilidad de inestabilidad interna en ese país.

Yoon ha sido muy claro al afirmar que aumentará esa colaboración con las democracias, especialmente con Washington, y se resistirá a las autocracias y a la formación de un orden no liberal, con China como protagonista. Asimismo, parece que está dispuesto a acelerar el ritmo de las maniobras militares, que el actual presidente Moon Jae-in dejó en un segundo plano para crear incentivos para el diálogo intercoreano.

Ambos mandatarios acordaron ampliar «el alcance y la escala de los entrenamientos militares combinados en torno a la Península de Corea» dado que el programa nuclear de Pyongyang representa una grave amenaza «para la paz y estabilidad en la zona, pero también para el resto de Asia y el mundo»

La relación bilateral de ambos países se forjó en las luchas de la Segunda Guerra Mundial y, tras ella, en la lucha contra las agresiones comunistas de China y Rusia. La batalla conjunta contra enemigos comunes ha forjado una relación duradera y vibrante entre los dos aliados, basada en el respeto mutuo y en los valores comunes de la democracia, los derechos humanos y la libertad económica.