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Defensa

El avión de combate F-35 tendrá menos actualizaciones y es por una razón de peso

El ambicioso programa de modernización del caza F-35 se desmorona entre sobrecostes milmillonarios, retrasos de años y la paralización de sus entregas, forzando a Estados Unidos a reducir drásticamente las capacidades de su avión de combate estrella

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El panorama en la cadena de montaje del F-35, el caza más avanzado de Estados Unidos, es desolador. De los 110 aparatos que la compañía Lockheed Martin ha conseguido entregar en lo que va de año, absolutamente todos llegaron fuera de plazo. Lejos de ser un contratiempo menor, la cifra revela un problema sistémico: cada avión acumuló una demora media de 238 días, un retraso que compromete gravemente la capacidad operativa de las fuerzas armadas estadounidenses.

Este atasco monumental en la producción tiene sus raíces en una cadena de suministro al borde del colapso. Los fallos son de tal envergadura que el pasado febrero se contabilizaba la falta de más de 4.000 piezas en la línea de ensamblaje. Por su parte, el fabricante de motores Pratt & Whitney tampoco ha logrado cumplir con sus compromisos, siendo incapaz de entregar a tiempo ni una sola de las turbinas del F-35 durante todo 2023 y el presente ejercicio. Estos problemas no son exclusivos del programa del caza, ya que la Armada también ha sufrido importantes retrasos en la entrega de su próximo portaaviones, evidenciando dificultades más amplias en la industria de defensa estadounidense.

Sin embargo, el origen del caos se encuentra en un fallo técnico fundamental: la actualización de su sistema de hardware y software, conocida como Technology Refresh 3 (TR-3). Este componente es un requisito técnico indispensable para poder integrar las mejoras del llamado Block 4, pero su desarrollo defectuoso provocó una paralización de las entregas que, tal y como han publicado en Defense News, duró un año entero y generó el cuello de botella actual. A pesar de estos contratiempos, y tras un intenso esfuerzo por solventar la crisis, Lockheed Martin finalmente ha comenzado a entregar los F-35 que tenía acumulados, aunque el ritmo de producción futuro sigue siendo una incógnita.

El coste de una modernización fallida

De hecho, las cifras que rodean este tropiezo tecnológico son astronómicas. La modernización del Block 4, que debía dotar al caza de nuevas y potentes capacidades, acumula ya un sobrecoste de 6.000 millones de dólares. Esta desviación presupuestaria se suma al coste total de un proyecto faraónico, cuya adquisición supera los 485.000 millones de dólares y cuyo ciclo de vida completo rebasará los dos billones de dólares. No obstante, la importancia estratégica del avión es tal que importantes aliados internacionales como el Reino Unido han reafirmado su compromiso con la compra de más unidades del F-35 a pesar de los sobrecostes.

Ante este escenario, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos (GAO) ha emitido un informe demoledor. El organismo fiscalizador acusa al programa F-35 de seguir prometiendo de más y cumpliendo de menos, e insta al Pentágono a revisar los incentivos económicos que abona a Lockheed Martin. La conclusión es tan preocupante como los retrasos: las previsiones más optimistas del Pentágono no esperan disponer de la mayor parte de las nuevas capacidades hasta bien entrada la década de 2030.