Cáucaso

Azerbaiyán toma Nagorno Karabaj ante el silencio internacional

Bakú logra en una operación militar relámpago reconquistar la región secesionista de mayoría armenia en disputa entre ambos países desde el final de la URSS

La desaparición de la URSS dejó como herencia algunos conflictos territoriales que, más de treinta años después, siguen candentes y sin una solución factible a corto plazo. Uno de ellos, el de Ucrania, lleva año y medio protagonizando portadas y cabeceras de telediarios, y eclipsando otros como el del Cáucaso, que no ha visto una paz duradera desde que comenzara, meses después de que el Kremlin arriara la bandera con la hoz y el martillo. Dos países, Armenia y Azerbaiyán, llevan desde principios de los años noventa inmersos en un conflicto armado por la disputa de la región de Nagorno Karabaj, reconocida por el Gobierno armenio como parte de Azerbaiyán tras el desastre de la guerra que finalizó en 2020 y en la que perdió gran parte de este enclave. A pesar de ello, sus tropas armadas hasta los dientes seguían apostadas en la zona, con la excusa de defender a los 120.000 habitantes de etnia armenia de la zona.

El martes, la tensa calma que se vivía en la región separatista saltó por los aires debido a un bombardeo masivo lanzado desde el bando azerí y que el Gobierno de Bakú justificó como una «operación antiterrorista» llevada a cabo con el fin de «restaurar el orden constitucional» y expulsar a las unidades militares armenias. El ataque duró 24 horas y dejó un balance de al menos 200 muertos, diez de ellos civiles. Tras la rendición de las fuerzas secesionistas de la región, llegó el alto el fuego y la promesa de retirar las tropas que quedaban allí pertenecientes a Armenia, así como la «disolución y desarme completo» de las fuerzas armenias locales, que se han comprometido a entregar todo su armamento.

El Gobierno de Ereván, por su parte, ha rechazado abrir hostilidades contra el país vecino, según palabras de su primer ministro, Nikol Pashinián. Al día siguiente, una delegación de representantes del Gobierno de Azerbaiyán llegaba a la ciudad de Yevlaj, situada a 100 kilómetros de la capital de Karabaj, Jankendi (Stepanakert para los armenios) para reunirse con altos cargos de la región y comenzar así una serie de negociaciones para la reintegración de este enclave separatista en Azerbaiyán.

En esa mesa de diálogo se encontraba también un representante del contingente de paz que Rusia había desplegado en la región de Nagorno Karabaj, cuando en 2020 finalizó la última guerra entre ambos países. Cinco militares rusos pertenecientes a esas fuerzas de paz habían muerto el miércoles al ser tiroteado su vehículo por los azeríes cuando regresaban de un puesto de observación, entre ellos Ivan Kovgan, subcomandante de las fuerzas submarinas de la Flota del Norte.

El presidente ruso, Vladimir Putin, que se ha mostrado dispuesto a continuar con las labores de pacificación en Karabaj, mantuvo una conversación telefónica con su homólogo de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Putin le pidió a su colega que garantice en el futuro la seguridad de los armenios que viven en Nagorno Karabaj. A su vez, este se disculpó por la muerte de los militares rusos. Según manifestó horas después el Kremlin, el Gobierno de Bakú se mostró a favor de colaborar con las fuerzas rusas, que llegaron a la zona para respaldar a la población dentro del compromiso de Rusia con Armenia, su principal socio en el Cáucaso. Azerbaiyán, por su parte, siempre ha tenido el apoyo incondicional de Turquía, enemigo histórico de Armenia, que continúa negando el genocidio armenio, que tuvo lugar entre 1915 y 1923 y en que murieron entre uno y dos millones de personas.

La historia moderna de Nagorno Karabaj empezó en 1923, cuando recibió de Lenin el estatus de región autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Poco antes del final de la URSS, en 1988, activistas de la zona comenzaron un movimiento por la reunificación con Armenia. El 2 de septiembre de 1991, las autoridades locales declararon unilateralmente su independencia de Azerbaiyán y la nombraron República de Nagorno Karabaj. De 1992 a 1994, Azerbaiyán intentó tomar el control de la autoproclamada república a través de diversas operaciones militares. Como resultado murieron más de 30.000 personas. En 1994, las partes acordaron un alto el fuego, pero nunca se determinó el estatus de la república. A finales de septiembre de 2020 volvieron los combates a la zona hasta que, finalmente, el 10 de noviembre, Azerbaiyán y Armenia, con la ayuda de Moscú, acordaron un alto el fuego y el establecimiento de las fuerzas de paz rusas en la región.

En 2022, Ereván y Bakú, gracias a la mediación de Rusia, EE UU y la UE, comenzaron a discutir un futuro tratado de paz. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha afirmado que su país y Armenia podrían firmar ese compromiso de paz antes de 2024 si el Gobierno de Ereván mantiene lo acordado.

A pesar de la voluntad expresada por todas las partes, los habitantes de Nagorno Karabaj viven con incertidumbre estos días y afrontan con desconfianza un futuro dentro de Azerbaiyán. Desde allí ya han exigido a los ciudadanos armenios que acepten la nacionalidad azerí como condición de obligado cumplimiento para seguir viviendo en dicha región, algo que estos no parecen estar dispuestos a aceptar. Tras el cese de los bombardeos, miles de habitantes se dirigieron al cuartel general de las tropas de paz rusas, en el aeródromo de Stepanakert, con la intención de abandonar la zona y salir con destino a Armenia.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinián aseguró a sus compatriotas de la región que, aunque por el momento «no existe ninguna amenaza directa a la vida de la población civil», la situación «puede cambiar en cualquier momento», poniendo en marcha los mecanismos necesarios para recibir una llegada masiva de refugiados. Desde el Gobierno prevén recibir en los próximos meses, al menos, a 40.000 personas llegadas desde Nagorno Karabaj. Ereván ha cambiado de opinión sobre el papel ejercido por Rusia como socio durante los últimos meses, criticando la pasividad de Moscú y de la alianza militar que les une, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), habiéndose producido un distanciamiento entre estos dos países.

Rusia ha visto con sorpresa cómo su principal socio en el Cáucaso ha llevado a cabo durante las últimas semanas maniobras conjuntas con el Ejército de EE UU. Además, el Gobierno de Ereván ha empezado a enviar ayuda a Ucrania, así como iniciado los trámites necesarios para su adhesión al Tribunal Penal Internacional.