Política

Brasil

Bolsonaro sacrifica a su ministro de Educación para avanzar en las reformas

El ministro Vélez Rodríguez quería retirar la expresión Golpe de Estado de los libros escolares de Brasil

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante un acto en el palacio de Planalto
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante un acto en el palacio de Planaltolarazon

El ministro Vélez Rodríguez quería retirar la expresión Golpe de Estado de los libros escolares de Brasil

Al final el ex ministro de Educación, Ricardo Vélez Rodríguez, fue el primer “chivo expiatorio” de la gestión del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, “maltratado” por las encuestas tras 100 días de gobierno. El ex militar destituyó ayer al colombiano nacionalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, cuya gestión se vio envuelta en múltiples polémicas y ha provocado disputas internas en la cartera, una decisión que el mandatario había dejado entrever la semana pasada.

La decisión fue confirmada por el propio Bolsonaro a través de las redes sociales donde, sin referirse al despido de Vélez Rodríguez, anunció el nombre de su reemplazo: Abraham Weintraub, un profesor de discurso mucho más moderado.

La polémica acompañó a Vélez apenas asumió en enero cuando dictó una resolución que permitía que se compran libros escolares sin referencias bibliográficas o que contuviesen errores. También habilitó que se quitaran materiales que se referían a la diversidad cultural y la violencia contra las mujeres.

La semana pasada, en una audiencia en la Cámara de Diputados, puso como ejemplo la tarea del ex líder narco Pablo Escobar para alejar a los niños de las drogas. “Pablo Escobar había reservado campos de fútbol para los jóvenes y una pequeña biblioteca. De esa forma, los jóvenes no consumían cocaína porque este producto estaba orientado a la exportación”, señaló Vélez.

Sin embargo “la gota que colmó el vaso”, fue cuando Vélez Rodríguez anunció que en los libros escolares se quitarían las actuales referencias al golpe de estado de 1964, que ahora será abordado como un movimiento impulsado por la sociedad civil. Una doctrina que sigue los prefectos del propio Bolsonaro, sin embargo ante el clamor popular y de sus aliados en el Congreso, el mentor tuvo que “cortar la cabeza” “al pedagogo de su Gobierno”.

La noticia llega en medio de la tormenta. El ex capitán del ejército, apodado “el Trump de los trópicos” debido a su admiración por el presidente de Estados Unidos, cumplió con algunas de las promesas para los primeros 100 días de su gobierno, como la autorización de la posesión de armas o el lanzamiento de las privatizaciones.

Sin embargo Bolsonaro llega a tener la peor evaluación en los tres primeros meses de un primer mandato desde la redemocratización de Brasil en 1985, según una encuesta divulgada este domingo. El sondeo de Datafolha revela que el 30% de los brasileños consideran que su gobierno es “malo o pésimo”, mientras que un 32% lo consideran “bueno o excelente” y un 33% “regular”. “Las encuestadoras solo publican noticias ruines”, dijo ayer el presidente.

Y es que sus medidas estrella parecen estancadas. Su plan para reformar el insostenible régimen de jubilaciones está bloqueado tras una disputa con aliados políticos clave. Además la iniciativa reciente del presidente de conmemorar el golpe militar de 1964 provocó indignación y protestas.

En materia internacional su afirmación, durante una visita al museo del Holocausto en Israel, este mes, de que los nazis eran de “izquierda” fue ridiculizada. La promesa de trasladar la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén, por el momento aplazada, también puede provocar represalias comerciales de los Estados árabes, algunos de los cuales son importantes importadores de carne brasileña. Respecto a Venezuela, Bolsonaro sigue pujando por una salida diplomática a la crisis.

Hay otra ley en ciernes que prepara el ministro de Justicia, Sérgio Moro, endureciendo penas y facilitando el uso de la fuerza por parte de la policía. También deberá ser aprobada en la Cámara. Por último una serie de escándalos, incluidas las denuncias de transacciones financieras ilegales que involucran a uno de sus hijos, han dañado su imagen de “paladín anticorrupción”.