Bruselas
La UE pide a los países del Golfo que actúen como mediadores ante la situación en Oriente Medio
Los Veintisiete celebran su primera cumbre con la incómoda presencia del príncipe heredero saudí, Bin Salman, acusado del asesinato de un periodista
En el incierto tablero internacional, es necesario colocar los peones en todas las partes del mapa. La Unión Europea es cada vez más consciente de la necesidad de dar un salto geoestratégico y de ahí la importancia de buscar socios y tejer alianzas.
El presidente del Consejo, Charles Michel, se enfrenta a la cuenta atrás en su cargo y ha querido terminar su mandato con una traca final: la primera reunión a alto nivel entre los Veintisiete y los Países del Golfo. Parece que no será la última, ya que participantes han acordado reunirse cada dos años y la próxima cumbre será en Arabia Saudí en 2026.
A esta primera cita en Bruselas han acudido los mandatarios de los seis Estados del Consejo de Cooperación del Golfo: Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar. a Bruselas le interesa estrechar lazos con estos países que por su posición tienen un papel clave en el conflicto en Oriente Medio.
Aunque el encuentro de este miércoles pretendía abordar todo tipo de temas en el plano económico ( las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio se iniciaron en 1990 y han permanecido estancadas durante todos estos años), lo cierto es que la situación en Oriente Medio y el papel de estos países como posibles mediadores ha acabado acaparando toda la atención. “Todos sabemos que el actual contexto geopolítico es extremadamente difícil. Estoy absolutamente convencido de que en Europa y en el Golfo compartimos el deseo genuino de trabajar más conjuntamente y construir puentes. Juntos, podemos actuar para promover la estabilidad”, ha asegurado Michel.
“No podemos hacer realidad nuestras ambiciones económicas si no hay seguridad”, ha corroborado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
“La paz llegará cuando personas razonables se sienten en la misma mesa, y sabemos que varios países del Golfo han sido facilitadores de ello, así que tengo esperanzas de que podamos unir fuerzas”, ha asegurado el primer ministro Belga, Alexandre de Croo. En el comunicado final de la cumbre, tanto la UE como los países del Golfo piden un “inmediato, total y completo alto en fuego” en Israel, Gaza y Cisjordania y defienden la solución de dos Estados. Una fórmula muy parecida es utilizada en el caso del Líbano. El texto también aboga por mantener abiertos los canales diplomáticos con Irán a la vez que se subraya la importancia de que el programa nuclear iraní tenga fines exclusivamente pacíficos y el país de los ayatolás no continúe con la proliferación de misiles balísticos y drones.
Los Veintisiete ven con especial interés el rol que puede desempeñar Qatar, cuya proximidad con Hamás le ha convertido en el único interlocutor válido para la dos partes. Las oficinas del grupo terrorista se encuentran en la capital qatarí desde 2012, si bien el Gobierno del país se limita a contactar con la oficina política en Doha. El gobierno qatarí ha negociado de manera directa con los funcionarios de la CIA y del Mossad y sus esfuerzos han sido alabados por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell o el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. «Hay que encontrar una solución a la causa palestina sobre la base de la legitimidad internacional, sobre la base de las fronteras de 1967 y con la creación de un Estado palestino soberano e independiente que conviva con el Estado de Israel», ha declarado el emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani.
A pesar de esto, las diferencias entre estos países sobre las relaciones con Israel son evidentes. Mientras en el año 2020, antes de los ataques del 7 de octubre que supusieron el pistoletazo de salida a la escalada actual, Bahréin y los Emiratos Árabes unidos habían establecido relaciones formales con el Estado judío, Arabia Saudita lo ha descartado hasta que no se produzca el reconocimiento por parte de Tel- Aviv del Estado Palestino.
Precisamente el príncipe heredero de este país, Mohammed Bin Salman, se ha convertido en el invitado más incómodo de esta cumbre tras el asesinato del periodista crítico con la corona Jamal Khashoggi, que murió en el consulado saudita de Estambul. El propio Salman ha asumido la responsabilidad política de estos hechos que ocurrieron “bajo su supervisión”, aunque ha descartado estar al corriente de ningún plan para asesinar al periodista del "Washington Post", quien fue descuartizado por funcionarios saudíes en un plan milimétricamente calculado. La CIA y otros expertos de inteligencia creen que una operación de este tipo no pudo hacerse sin el conocimiento y aprobación de bin Salman.
A pesar de la polvareda internacional de este caso, lo cierto es que seis años después del asesinato, la figura del heredero parece haberse rehabilitado. Como muestra, tanto el canciller alemán Olaf Scholz como el presidente francés Emanuel Macron se reunieron con él en 2022. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos han puesto el grito en el cielo por su asistencia a la cumbre, pero sus protestas no han parecido tener demasiado eco en los pasillos comunitarios.
A la Unión Europea le interesa también no solo el papel de estos países en Oriente Medio sino también en la guerra de Ucrania, donde las diferencias son palpables. Muchos de estos países siguen conservando sus lazos con Moscú, aunque la invasión de Ucrania ha hecho que la Unión Europea haya aumentado sus compras de combustible ante la necesidad de encontrar suministradores alternativos.
El emir de Qatar ha pedido a los socios europeos “evitar dobles raseros”, en relación a la situación que se vive en la franja de Gaza y ha asegurado que los países del Golfo están dando “su apoyo a todas las partes que intentan mediar para encontrar una solución pacífica a este conflicto”.
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