Santo Domingo

La Cumbre Iberoamericana orilla la guerra de Ucrania y se centra en los problemas regionales

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel viajó a la cita en Santo Domingo, a la que confirmó su asistencia Nicolás Maduro aunque finalmente no apareció

La agenda europea parece haber encallado en la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo. A pesar de que España llegó a la cita con la esperanza de que la guerra de Ucrania y la condena a la agresión rusa fueran una prioridad, a juzgar por los discursos de los 17 jefes de Estado y de Gobierno participantes, estos parecen ser temas no preferentes desde la perspectiva regional.

Putin lleva años actuando como soporte de varios autócratas en la región y China inundándola de inversiones, lo que hacía aún más difícil el intento de presentar a Europa como una alternativa.

Trató de hacerlo el excanciller chileno Andrés Allamand, encargado de la Secretaría Iberoamericana, enfatizó la oportunidad que supone para los países de la región la próxima presidencia española de la Unión Europea, según él, una ocasión “para generar una agenda de futuro entre América Latina y Europa para trabajar juntos”.

También lo será la Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) prevista para el próximo mes de julio en Bruselas, en la que, según anunció el rey Felipe VI, se dará a conocer un plan europeo de inversiones en la región.

A la espera de que estas promesas se concreten, la conversación discurrió por otros derroteros en la fortaleza colonial de Ozama. Como suele suceder en este tipo de citas, los comentarios sobre la asistencia o no del dictador venezolano, Nicolás Maduro, coparon la atención. Caracas había confirmado su asistencia, pero al cierre de esta edición no se le había visto aún por Santo Domingo.

Sí estuvo su aliado el cubano Miguel Díaz-Canel, que compartió el escenario en la inauguración con el anfitrión, el dominicano Luis Abinader, el rey Felipe VI, el chileno Gabriel Boric, el argentino Alberto Fernández, el boliviano Luis Arce o la hondureña Xiomara Castro.

La delegación cubana, precisamente, impidió con su negativa a aceptarlo que entre los acuerdos de la Cumbre figurara una propuesta de reforma de la arquitectura internacional que buscaba facilitar el acceso al crédito a los países de rentas medias, la mayoría de los de la región.

Así que como resultados concretos de la cita se esperaban una Carta Medioambiental o Pacto Verde Iberoamericano, una Carta de Principios Derechos Digitales y una Estrategia de Seguridad Alimentaria, todo bajo la premisa resumida en el lema de la Cumbre de este año: “Juntos por una Iberoamérica Justa y Sostenible”.

La temática de los acuerdos a alcanzar sugiere que la pretensión europea de erigirse en alternativa a China en la región y conseguir que esta sume su voz a la condena internacional a la agresión del presidente ruso, Vladimir Putin, está lejos de materializarse.

Uno de los primeros intervinientes fue el presidente chileno, Gabriel Boric, que llegó a la cita con el objetivo de comprometer a sus vecinos en la lucha contra la inmigración clandestina con destino a su país.

"Tenemos que ser capaces entre todos de lograr una migración segura, regular, ordenada y humana, que resguarde los derechos de las personas que emigran y también los derechos y seguridad de los piases que los acogen", reclamó Boric, que también criticó al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. No dudó en calificarlo como “dictadura” y censuró la retirada de la nacionalidad a las decenas de opositores encarcelados a los que sacó recientemente de la cárcel para enviarlos al exilio. “Parecería no saber que la patria se lleva en el alma y en la sangre y no se quita por decreto”, declaró.

Al lado de Boric, la organización sentó a su homólogo boliviano, Luis Arce. Los países de ambos mantienen un contencioso por una salida al mar que Bolivia reclama a Chile.

Arce, por su parte, centró su intervención en la seguridad alimentaria. "El acceso a una dieta saludable debe ser un derecho y no un privilegio de unos cuantos", dijo el presidente, que se enfrenta estos días a la inestabilidad económica en su país, donde los ciudadanos llevan días haciendo cola frente a las entidades bancarias ante los crecientes temores a una gran devaluación de la moneda nacional y las dificultades para conseguir dólares.

Antes que él, el argentino Alberto Fernández volvió a criticar al Fondo Monetario Internacional y el entramado financiero global, al que acusa de los problemas económicos de los argentinos, que han regresado con fuerza en forma de una inflación galopante.

"Las tasas y sobrecargos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) impone a países endeudados resultan abusivos”, se quejó.