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¿Deben pasar un examen psiquiátrico los políticos?

Más de un 40% de las personas con poder y un 99% de los políticos de EE UU son psicópatas, según varios estudios. La orden de un juez francés de someter a la líder de ultraderecha Marine Le Pen a una evaluación mental ha reabierto el debate

Marine Le Pen, Donald Trump, Kim Jong Un, Vladimir Putin, Cristina Fernández y Carles Puigdemont.
Marine Le Pen, Donald Trump, Kim Jong Un, Vladimir Putin, Cristina Fernández y Carles Puigdemont.larazon

Más de un 40% de las personas con poder y un 99% de los políticos de EE UU son psicópatas, según varios estudios. La orden de un juez francés de someter a la líder de ultraderecha Marine Le Pen a una evaluación mental ha reabierto el debate.

Cuando usted deposita su voto electoral en la urna, orgulloso de haber optado por la mejor elección, lo más probable es que haya pasado por alto analizar la psique de su candidato. Habrá dedicado horas a taladrar su mente con debates y tertulias políticas y pasado por encima de su programa electoral, pero ni un segundo a indagar en la mente del posible presidente. He aquí un grave error que más tarde puede ocasionarle más de un dolor de cabeza. Véase un Donald Trump con el botón nuclear en sus manos.

Ayer, un tribunal francés ordenó realizar una evaluación psiquiátrica a la líder de ultraderecha Marine Le Pen tras haber difundido años atrás unas imágenes del Estado Islámico en su cuenta de Twitter. La respuesta de la «lideresa» en horas bajas de Reagrupación Nacional (otrora Frente Nacional) no estuvo exenta de ira al considerar la decisión un despropósito. «Pensé que ya lo había visto todo, pero no. Por haber denunciado los horrores del Daesh en mis tuits, la Justicia me somete a un examen psiquiátrico. ¿Hasta dónde son capaces de llegar?», dijo la política. Una decisión judicial que abre un interesante debate sobre la necesidad de someter a nuestros políticos a escáneres mentales para determinar sus aptitudes para asumir cargos de responsabilidad. Si fuera así, ¿qué tipo de evaluaciones deberían realizar? ¿Quién debería hacerlo? La comunidad médica y política está dividida.

«Parece razonable que si para conducir, tener un perro peligroso o llevar armas hay que someterse a un análisis psicológico, las personas que ocupan un cargo de poder también deberían hacerlo, ya que determinadas personalidades pueden ser muy peligrosas», asegura Jesús Matos, experto en equilibrio mental. Su afirmación apunta al centro de la diana, ya que diferentes estudios demuestran que el porcentaje de psicópatas en cargos de poder se dispara. Si en la sociedad hay, aproximadamente, un 1% de psicópatas, entre altos cargos y directivos se multiplica hasta en un 40%, según el psicólogo británico Kevin Dutton. Otra investigación publicada en « Social Science Research Network» revela que el 99,9 % de los políticos estadounidenses son psicópatas. Pero no se asusten. O sí. El término psicópata no se refiere (solamente) a personas armadas con un cuchillo dispuestas a acabar con la especie humana. «Nos referimos especialmente a personas sin empatía, narcisistas... sólo un 1% de ellos son capaces de matar. El resto son psicópatas de ''cuello blanco'' o integrados», apunta Matos.

En Estados Unidos, Jimmy Carter propuso a finales de los setenta crear un panel de médicos y psicólogos para vigilar e informar periódicamente sobre la salud de los presidentes. La propuesta se rechazó. «Fue un error porque los mandatarios deben de tomar decisiones rápidas en las que muchas veces está comprometida la vida de numerosas personas. Este tipo de evaluaciones serían una garantía para todos», afirma la politóloga Alana Moceri. Trump se sometió a una «fake» evaluación a los meses de llegar a la Casa Blanca, pero aquello no fue más que un burdo espectáculo. «Los test o evaluaciones puntuales son fáciles de manipular o falsear. Su predicción acerca de la conducta es bastante baja. La mejor proyección del comportamiento futuro es la conducta pasada», puntualiza Ricardo de Pascual, doctor en Psicología Clínica y de la Salud y profesor de la Universidad Europea. Para este experto, lo que realizó Trump no es más que una prueba de «orientación neurológica». Aunque Pascual no es partidario de este tipo de pruebas, explica que las más comunes son las que plantean a la persona cuál sería la forma de reaccionar en casos hipotéticos. «Pero esto tiene dos errores: el primero, que no diga la verdad y, el segundo, que realmente no sepa cómo se comportaría en ese caso simulado», asevera. Para él, «lo único que nos queda es el juicio constante para inhabilitar a una persona que ejerce un cargo de poder».

Ojo, advierten los duchos en la materia, porque no todo lo que se considera un problema psicológico puede llegar a ser inhabilitante. La definición de patología y problema alude a todo aquello que se desvía de la media. «Además, cualquier alteración puede servir para atacar sin pudor al rival político, como ocurrió con Hillary Clinton durante la última campaña presidencial. La salud es un tema delicado en cuestión de campañas electorales, por eso nadie quiere someterse a ninguna evaluación. Es más, existe en Estados Unidos una ley que prohíbe que un psicólogo que no te haya tratado con anterioridad te realice un examen de este tipo y, por lo tanto, hablar de tu salud», apunta Alana, que también ejerce de profesora en la Universidad Europea y que subraya ,que en todo el mundo, los políticos sólo se someten a estos exámenes cuando la presión pública es grande. En el caso de Le Pen, el juez justifica su decisión como un modo de «verificar si es capaz de entender las palabras y responder preguntas, así como si la supuesta infracción está relacionada con elementos fácticos o biográficos». «Dominique Strauss-Kahn también fue obligado a realizar esta evaluación, pero se negó a hacérsela. Lo mismo ocurrirá con Le Pen que, además, al ser abogada, aprovechará esta circunstancia para presentarse como víctima del poder judicial y reforzar la desconfianza de los franceses hacia los magistrados, que están muy politizados en el país», explica el analista político francés, Pascal Cauchy.

Es más, en el caso de que la sociedad coincidiera en la necesidad de escrutar la mente de sus políticos, ¿quién nos libraría de patologías espontáneas que pusieran en riesgo nuestro bienestar? ¿Deberíamos estar en un constante Gran Hermano psíquico o una especie de polígrafo de las emociones para evaluarlos? Lo más lógico es pensar que siempre nos quedarán las urnas para enmendar errores pasados.