Desastre

Más de mil muertos en Sudán tras un deslizamiento de tierra en Darfur Occidental

El desastre golpea a una región devastada por la guerra, el hambre y el desplazamiento masivo

AME5430. TARSIN (SUDÁN), 01/09/2025.- Fotografía tomada de la pagina oficial del Movimiento Ejército de Liberación de Sudán que muestra a personas caminando junto a un deslizamiento de tierra que sucedió este domingo, en Tarsin (Sudán).EFE/ Movimiento Ejército de Liberación de Sudán /SOLO USO EDITORIAL/ NO VENTAS/ SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Un deslizamiento de tierra en Sudán arrasa con una aldea y deja al menos mil muertosMovimiento Ejército de Liberación de SudánAgencia EFE

Un deslizamiento de tierra ocurrido tras días de lluvias torrenciales arrasó este domingo la aldea de Tarsin, en la cordillera de Marra, en el oeste de Sudán. Y la magnitud de la tragedia continúa envuelta en la incertidumbre: el Movimiento/Ejército de Liberación de Sudán (SLM/A), que controla la zona, ha anunciado que más de 1.000 personas han fallecido, y asegura que solo hubo un superviviente. La ONU maneja por ahora una cifra preliminar de al menos 370 víctimas, aunque resulta difícil de verificar por el aislamiento y la inseguridad en la zona.

Imágenes difundidas desde la zona muestran dos enormes gargantas abiertas en la ladera y que convergen donde se asentaba Tarsin. La localidad está completamente arrasada. El SLM/A ha pedido asistencia urgente a Naciones Unidas y a organismos regionales e internacionales para recuperar los cuerpos (incluidos niños) y ofrecer apoyo a los supervivientes de aldeas cercanas. El Consejo Soberano lamentó desde Jartum la muerte de “cientos de residentes inocentes” y aseguró haber movilizado “todos los recursos posibles”, aunque, nuevamente, los accesos en el terreno siguen prácticamente cortados.

El gobernador de Darfur, Minni Minnawi, calificó el deslizamiento de “tragedia humanitaria” y pidió la intervención urgente de las organizaciones internacionales. En un mensaje difundido por la AFP, indicó que “esta tragedia es mayor de lo que nuestro pueblo puede soportar”. Autoridades locales y voluntarios tratan de abrir paso entre el lodo y los escombros, mientras comunidades vecinas improvisan refugios para quienes lograron escapar de las corrientes de tierra. Para los operadores humanitarios, la logística es el primer obstáculo. Antoine Gérard, coordinador humanitario adjunto de la ONU para Sudán, reconoció tras lo sucedido que “es complicado evaluar el alcance del incidente; la topografía es abrupta, los caminos se encuentran anegados y la temporada de lluvias dificultan cualquier despliegue logístico. “No tenemos helicópteros y todo se transporta por carreteras con muchos baches. A veces hay que esperar horas, quizá uno o dos días, para cruzar un valle”.

Sin transporte aéreo y con pistas de tierra convertidas en barro por las precipitaciones, la entrada de maquinaria pesada o equipos de rescate especializados se antoja remota. “Traer camiones con productos básicos será un desafío”, insistió Gérard. A esa ecuación se suman las amenazas de seguridad en rutas disputadas por grupos armados, lo que eleva los riesgos para convoyes y personal de socorro.

Una región extenuada por la guerra

Esta última catástrofe golpea una región ya exhausta por la guerra que enfrenta desde abril de 2023 al ejército sudanés con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). El conflicto ha hundido al país en una crisis humanitaria sin precedentes. Se reconocen una nueva limpieza étnica en Darfur, una hambruna que se extiende hasta afectar a 24 millones de sudaneses y un desplazamiento masivo de alrededor de 12 millones de personas forman el entramado de este desastre que no deja de escalar.

Además, en Darfur, región a la que pertenece Tarsin, los combates se han recrudecido en torno a la ciudad de El Fasher, el último gran bastión del ejército en Darfur. Lleva sitiada por las RSF desde hace más de un año. Las facciones del SLM/A que controlan el área de las montañas de Marra se han comprometido a combatir junto al ejército contra los paramilitares, en una dinámica de violencia sin interrupciones que ha empujado a miles de civiles a refugiarse en enclaves montañosos. Miles de civiles que viven en la indigencia, el aislamiento y la extrema pobreza, ajenos a cualquier presencia del Estado.

Aunque es evidente que el balance final de fallecidos tardará en conocerse, el terrible deslizamiento ya es considerado como uno de los desastres naturales más mortíferos en la historia de Sudán. La combinación de factores (lluvias intensas, deforestación y construcción precaria en laderas, ausencia del Estado y guerra) dibuja un patrón de vulnerabilidad extrema.

Flashback: un país azotado por el agua

La tragedia de Tarseen se inscribe en una larga secuencia de desastres hidrometeorológicos en Sudán. En 1988, lluvias excepcionales en Jartum destruyeron más de 100.000 viviendas; en 2007, otra temporada de aguaceros dejó más de un centenar de muertos y 200.000 desplazados. En 2018 y 2020, nuevas crecidas afectaron a millones, con decenas a cientos de víctimas. Más recientemente, en 2024, el colapso de la presa de Arbaat, al norte de Port Sudan, provocó más inundaciones mortales.

Pero, a diferencia de esos episodios, marcados por ríos desbordados o fallas de infraestructura, el desastre en las montañas de Marra revela la otra cara del riesgo del agua en Sudán: la extrema inestabilidad de laderas en entornos rurales aislados, donde la respuesta humanitaria tardará en llegar y el margen de supervivencia se reduce a mínimos.